Maharaj¨¢s, el fin de las Mil y una Noches
Recientemente, descubr¨ª por casualidad un secreto de familia. Soy la nieta de un maharaj¨¢. Mi abuelo era Jagatjit Singh, maharaj¨¢ de Kapurthala, un maravilloso estado del norte de la India, en la provincia de Punjab.
Poco despu¨¦s de ese descubrimiento, mucha gente me preguntaba sobre la herencia, sobre las riquezas reci¨¦n descubiertas y sobre si me mudar¨ªa a un palacio. Reconozco que estoy contenta de continuar viviendo en el peque?o apartamento de Nueva York en el que siempre he vivido. Pero me siento muy afortunada por haber conocido a los Kapurthala: Arun, Martand, Nina, Hanud, Devaki, Sukhjit y Tikka Singh. Todos ellos me han hecho sentir como si siempre hubi¨¦ramos sido una familia. Con respecto a la herencia, ahora tengo la prueba innegable y cient¨ªfica de que me puedo sentir orgullosa de tener lazos familiares con un ilustre y pintoresco maharaj¨¢ y sus antepasados.
Fueron la m¨¢s alta autoridad en la Tierra y gobernaban teniendo el poder sobre la vida y la muerte de sus s¨²bditos
"Tenemos que ayudar a la comunidad, pero ya no podemos imponernos a los dem¨¢s. Ahora la India les pertenece"
Cartier para las joyasy Rolls Royce para los coches se convirtieron en los proveedores reales favoritos
Nunca conoc¨ª a Jagatjit Singh. Pero me hubiera encantado. Muri¨® en 1949, dos a?os despu¨¦s de la independencia de la India. Fue el tercer pr¨ªncipe m¨¢s rico de la India y su vida fue la de un maharaj¨¢: lujosa y fastuosa. Cuando por primera me puse a leer sobre su vida, me preguntaba si realmente la gente viv¨ªa de esa manera. S¨ª que lo hac¨ªan.
En otro tiempo, los maharaj¨¢s de la India fueron la m¨¢s alta autoridad en la Tierra y gobernaban teniendo el poder sobre la vida y la muerte de sus s¨²bditos. De manera indiscutible e incuestionable, eran los soberanos absolutos de los Estados del Indost¨¢n, disfrutaban de tremendos privilegios, de incalculables riquezas, estatus, y, sobre todo, eran admirados, reverenciados, temidos y algunas veces despreciados por sus s¨²bditos. Bajo el patrocinio de los maharaj¨¢s, la India se convirti¨® en una de las grandes civilizaciones del mundo, rica en historia, arte, cultura, misticismo y espiritualidad.
Crey¨¦ndose "divinos", hac¨ªan gala de una demostraci¨®n extravagante de tesoros y posesiones que les hac¨ªa vivir en un mundo aparte. Todo, desde la pastilla de jab¨®n m¨¢s peque?a hasta los grandiosos palacios de m¨¢rmol?todo era "hecho para el maharaj¨¢". Viv¨ªan de la tierra y de las inmensas fortunas familiares amasadas durante generaciones a costa de sus s¨²bditos. Se cuenta que sus palacios atesoraban piedras preciosas, car¨ªsimas alfombras, delicada porcelana, piezas de jade verde transparente, collares de perlas de incalculable valor, ¨¢mbar rojo, rub¨ªes y esmeraldas del tama?o de huevos de paloma, lingotes de oro y plata y cantidades de marfil.
Algunas de esas joyas pertenec¨ªan a la ¨¦poca de los mogoles, quienes las hab¨ªan regalado a sus favoritas. Cuando los brit¨¢nicos triunfaron sobre los mogoles imponiendo el poder imperial en la India, muchos de los maharaj¨¢s pactaron en secreto con los brit¨¢nicos. Los que mantuvieron la confianza de los ingleses continuaron desempe?ando su poder, incluido el derecho a condenar a muerte a un s¨²bdito culpable, pero a medida que el nuevo Gobierno indo-brit¨¢nico, que surgi¨® a partir de la Compa?¨ªa de las Indias Orientales, se afianzaba, los maharaj¨¢s se convert¨ªan en subcontratistas con mero poder nominal.
En 1858 el Gobierno indo-brit¨¢nico fue disuelto y la reina Victoria se convirti¨® en emperatriz de la India. Fue el comienzo del Imperio Brit¨¢nico. Los brit¨¢nicos continuaron anexionando Estados reales y reduciendo el poder de los maharaj¨¢s. Sinti¨¦ndose impotentes en su propio pa¨ªs, intentaron conquistar Occidente con sus riquezas, y la extravagancia se convirti¨® en una forma de declarar su propia autoestima.
Fue entonces cuando los maharaj¨¢s construyeron algunos de los palacios m¨¢s espectaculares de la India, decor¨¢ndolos con lo mejor de cada lugar. Cartier para las joyas, Louis Vuitton para los art¨ªculos de piel y Rolls Royce para los coches, se convirtieron en los proveedores reales favoritos. S¨®lo com¨ªan en vajillas de porcelana de Royal Worcester o Minton y?beb¨ªan ¨²nicamente en cristaler¨ªas de Lalique o Baccarat.
Los maharaj¨¢s fueron tambi¨¦n famosos por la ostentaci¨®n de sus joyas. Las alhajas que Jagatjit Singh encarg¨® a Cartier, por ejemplo, son legendarias. Y nada mejor que los rub¨ªes, las esmeraldas o los brillantes del tama?o de huevos para describir a un maharaj¨¢. Otros maharaj¨¢s tambi¨¦n adoraban las joyas que encargaban a las casas m¨¢s importantes como Cartier, Boucheron, Van Cleef and Arpels y Harry Winston. Pero fue un amigo de Jagatjit Singh, Bhupinder Singh, maharaj¨¢ de Patiala, quien le hizo la competencia como mejor cliente de las joyer¨ªas m¨¢s exquisitas. Cartier le dise?¨® el famoso collar Patiala de cinco vueltas con 2.390 brillantes y un brillante perfecto que colgaba del centro de De Beers de 234,65 quilates.
Los coches fueron otra de las obsesiones reales. Todos coleccionaban coches extravagantes, sobre todo Rolls Royce. El maharaj¨¢ de Mysore, por ejemplo, ten¨ªa una flota de 24 Bentleys y Rolls Royce, todos con prestaciones especiales. El nizam de Hyderabad, por aquel entonces uno de los hombres m¨¢s ricos del mundo, encarg¨® un coche con el asiento trasero m¨¢s alto porque consideraba que no pod¨ªa estar a la misma altura que su ch¨®fer. Quiz¨¢ el nizam deber¨ªa haber hablado con el maharaj¨¢ de Udaipur, que, sencillamente, le pidi¨® a su secretaria que se sentara en el suelo del coche.
Jagatjit Singh ten¨ªa su propio tren para hacer viajes desde Kapurthala a Delhi, a Bombay y a otros lugares de forma m¨¢s sencilla y confortable. El maharaj¨¢ de Baroda tambi¨¦n encarg¨® un tren a Royal Locomotives de Inglaterra. En este caso, un tren en miniatura que regal¨® a su hijo peque?o el d¨ªa de su quinto cumplea?os. No le gustaba que el ni?o pisara el suelo cuando caminaba desde el palacio hasta el colegio real.
El maharaj¨¢ de Kapurthala era un hombre culto que hablaba seis lenguas y a quien entusiasmaba la historia. Tambi¨¦n era un franc¨®filo declarado que sent¨ªa fascinaci¨®n por todo lo franc¨¦s desde la literatura hasta el arte, la comida, la moda, las mujeres y la arquitectura. De alguna manera intent¨® imbuir Kapurthala de la joie de vivre parisina. Por ejemplo, contrat¨® a algunos de los mejores arquitectos franceses para que construyeran una r¨¦plica de Versalles. Incluso el personal de palacio deb¨ªa vestir con los uniformes franceses del siglo XVII, incluidas las pelucas blancas.
Pero a pesar de su idiosincrasia, Jagatjit Singh fue, junto con el maharaj¨¢ de Mysore y el de Baroda, uno de los pocos gobernantes inteligentes que promovieron la cultura y la educaci¨®n mediante la construcci¨®n de colegios. Remodelaron las infraestructuras estatales y las obras de riego y mejoraron los servicios municipales de las ciudades y los pueblos, prestando especial atenci¨®n a la educaci¨®n, la asistencia sanitaria y los servicios m¨¦dicos. Adem¨¢s promovi¨® un ambiente religioso de tolerancia mediante la construcci¨®n de iglesias y mezquitas. Los otros 600 pr¨ªncipes indios se dedicaron a construir palacios, a coleccionar Bentleys, a comprar collares de brillantes, a jugar al polo y al cr¨ªquet y a cazar hasta casi extinguir los tigres de la India.
En 1947 la India consigui¨® su independencia, y una de las primeras cosas que hizo Jawahrlal Nehru fue pedir a los maharaj¨¢s que entregaran sus Estados para unirlos a una sola India. Pese a la negativa de algunos, se alcanz¨® un acuerdo. A cambio mantendr¨ªan sus privilegios y la Constituci¨®n les garantizar¨ªa unos ingresos bautizados privy purse. En 1971, Indira Gandhi aprob¨® una enmienda a la Constituci¨®n que despoj¨® a los maharaj¨¢s de los privy purse y de sus derechos a utilizar sus t¨ªtulos. Los maharaj¨¢s del Indost¨¢n dejaron de existir ante la ley de la India.
Los palacios y las propiedades de Jagatjit Singh en Kapurthala fueron devueltos al Gobierno. Hoy d¨ªa, el palacio de Jagatjit es un colegio. Solamente sigue siendo propiedad de la familia Kapurthala el Chateau Mussoorie, un edificio que Jagatjit Singh mand¨® construir en 1896 en Mussoorie, en las faldas del Himalaya, y que se encuentra en muy malas condiciones de conservaci¨®n.
El actual maharaj¨¢ de Kapurthala es Sukhjit Singh, nieto de Jagatjit Singh, que se convirti¨® en maharaj¨¢ en 1955. Es mi primer primo. Despu¨¦s de la independencia, Sukhjit Singh se alist¨® en el ej¨¦rcito indio, donde lleg¨® a ser uno de los generales de m¨¢s alto rango y m¨¢s condecorados por sus servicios en las guerras con Pakist¨¢n. Otros dos de mis primos, Arun y Martand, se han inclinado por la pol¨ªtica y la cultura y viven en Delhi. Arun Singh fue ministro de Defensa de la India en el Gobierno de Rajiv Gandhi; y Martand Singh es un reconocido estudiante de s¨¢nscrito, de arte y arquitectura hind¨²es, as¨ª como un experto en tejidos, que actualmente es miembro del Consejo de Administraci¨®n del Museo Metropolitano de Nueva York y del Victoria y Albert de Londres.
Los maharaj¨¢s de Kapurthala entregaron sus propiedades reales al Gobierno indio, pero otros como el de Rajasthan, el de Udaipur, el de Jaipur y el de Jodhpur negociaron m¨¢s h¨¢bilmente y consiguieron convertir sus palacios en hoteles de cinco estrellas asoci¨¢ndose con grupos hoteleros como Oberoi o Taj.
En cualquier caso, los maharaj¨¢s son a¨²n respetados hoy en d¨ªa. Muchas personas, cuando les ven, se inclinan ante ellos para tocar sus pies, siguiendo una costumbre tradicional que recuerda una instituci¨®n que perdur¨® durante 6.000 a?os y vivi¨® momentos de gran apogeo. La generaci¨®n actual de esta dinast¨ªa principesca est¨¢ redefiniendo el papel que quiere desempe?ar en la sociedad en la que vivieron sus antepasados durante cientos de a?os. Tikka Shatrujit Singh, mi sobrino y heredero del legado de Kapurthala, cree que "tenemos que formar parte de una comunidad en la que hemos vivido durante generaciones y ayudarla, pero ya no podemos imponernos sobre los dem¨¢s porque la gente nunca lo aceptar¨ªa. Ahora la India les pertenece. Existe un v¨ªnculo importante entre los maharaj¨¢s y los ciudadanos. La gente conf¨ªa en ese v¨ªnculo. Quiz¨¢ m¨¢s de lo que conf¨ªan en los pol¨ªticos".
Algunos empresarios millonarios como Mukesh Ambani y Laxmi Mittal son conocidos en la India como los nuevos maharaj¨¢s. Pertenecen a una nueva dinast¨ªa, una ¨¦lite poderosa que controla los conglomerados de empresas m¨¢s importantes del subcontinente como la gigantesca petroqu¨ªmica Reliance, el Aditya Birla Group, el Thapar Empire y el Hinduja Group. Nuevas fortunas amasadas por ellos mismos y no heredadas.
Ser¨ªa interesante saber si esta nueva casta de maharaj¨¢s perdurar¨¢ como lo hicieron las anteriores. Antiguamente su poder se basaba en controlar la tierra; hoy controlan la infraestructura econ¨®mica de la India. ?Hay alguna diferencia?
Traducci¨®n de Virginia Solans.
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