Una rara oportunidad
Qu¨¦ tipo de econom¨ªa y de sociedad emerger¨¢ despu¨¦s de la crisis? ?Necesitamos un "nuevo capitalismo"? Este tipo de cuestiones surgen cada vez con m¨¢s frecuencia en los foros o conferencias para analizar la crisis econ¨®mica actual.
A los economistas se nos acusa de ser expertos en explicar lo que sucedi¨®, pero malos pronosticadores de la evoluci¨®n de la econom¨ªa. No estoy muy de acuerdo. Por un lado, me dar¨ªa con un canto en los dientes si fu¨¦semos capaces de explicar bien el pasado. Por otro, no veo razones para ser adivinos. El futuro, por definici¨®n, a¨²n no existe. Por tanto, no se puede descubrir. Lo que s¨ª podemos es ayudar a construirlo.
En este sentido, ?puede una crisis econ¨®mica ser una oportunidad para afrontar cuestiones de largo plazo que permanec¨ªan olvidadas? S¨ª, pero a condici¨®n de que estemos dispuestos a reconsiderar ciertas convenciones establecidas. Sucede como con ciertos episodios relacionados con nuestra salud, como un infarto, que nos pueden llevar a cambiar h¨¢bitos de vida poco sanos.
Tenemos delante una rara oportunidad hist¨®rica para avanzar hacia una sociedad m¨¢s din¨¢mica e igualitaria
A¨²n no sabemos si esta crisis pasar¨¢ a la historia como un momento hist¨®rico de cambio o se quedar¨¢ en una fuerte recesi¨®n. La crisis de 1973 fue vista por los contempor¨¢neos como un suceso que iba a traer un cambio de civilizaci¨®n. Recuerden los informes del Club de Roma sobre los l¨ªmites del conocimiento y la necesidad del crecimiento cero. Al final se qued¨® en una recesi¨®n. Por el contrario, el crash de 1929, que los contempor¨¢neos vieron como una recesi¨®n, acab¨® dando paso a una econom¨ªa y a una sociedad diferentes.
Cuantas m¨¢s vueltas le doy a lo que est¨¢ pasando, m¨¢s me convenzo de que lo que tenemos delante es una rara oportunidad hist¨®rica para avanzar en la construcci¨®n de una sociedad m¨¢s din¨¢mica e igualitaria, sin que para ello tengan que ocurrir episodios dram¨¢ticos como fueron la gran depresi¨®n de los a?os treinta o la Segunda Guerra Mundial.
Para ver la raz¨®n de esta conjetura, perm¨ªtanme analizar los mecanismos de zigzag o p¨¦ndulo a trav¨¦s de los cuales se ha movido en el pasado el cambio econ¨®mico.
La econom¨ªa de finales del siglo XIX y comienzos del XX vivi¨® una etapa excepcional. Se le conoce como "gilded age", la ¨¦poca dorada. El motor del crecimiento fue el cambio t¨¦cnico, con la aparici¨®n de nuevas tecnolog¨ªas que aumentaron la productividad y la capacidad de producir riqueza. Pero ese cambio t¨¦cnico vino acompa?ado de una desregulaci¨®n econ¨®mica y de una m¨ªstica del mercado que permiti¨® la acumulaci¨®n de esa riqueza en pocas manos y gener¨® una dram¨¢tica desigualdad social.
El p¨¦ndulo gir¨® radicalmente despu¨¦s de la Gran Depresi¨®n y la Segunda Guerra Mundial. La mezcla de una pol¨ªtica econ¨®mica de inspiraci¨®n keynesiana -orientada a producir una expansi¨®n, estabilizar la econom¨ªa y controlar a las finanzas-, junto con una pol¨ªtica social de inspiraci¨®n bismarckiana -orientada a establecer instituciones de reparto de la riqueza-, dio lugar a la econom¨ªa mixta y a los "felices sesenta", la etapa de mayor crecimiento econ¨®mico e igualdad que ha vivido la humanidad. La m¨ªstica del mercado desapareci¨® y el Gobierno fue visto como parte de la soluci¨®n.
Pero el p¨¦ndulo gir¨® bruscamente a principios de los ochenta del siglo pasado, de la mano de Ronald Reagan y Margaret Thatcher. El Estado pas¨® a ser visto como el problema, y resurgi¨® la m¨ªstica del mercado. De nuevo se trata de una ¨¦poca de cambio t¨¦cnico acompa?ado de una desregulaci¨®n laboral y financiera que sirvi¨® para que unos pocos se apropiasen de las mejoras de productividad y de riqueza.
Esta nueva "¨¦poca dorada" de la econom¨ªa especulativa y fraudulenta acaba de explotar y estamos viviendo sus consecuencias en t¨¦rminos de recesi¨®n, desempleo y aparici¨®n de nueva pobreza.
Pero ahora hay una rara oportunidad para evitar que el p¨¦ndulo vuelva a girar hacia el otro extremo. La raz¨®n es que hoy nadie en su sano juicio dice que el Gobierno es el problema y que la soluci¨®n est¨¢ en la m¨ªstica del mercado. Pero a la vez nadie piensa seriamente que la planificaci¨®n econ¨®mica y la iniciativa empresarial p¨²blica ha de ser la fuerza que dirija la econom¨ªa. Una oportunidad no s¨¦ si para crear un nuevo capitalismo, pero s¨ª para reconstruir una econom¨ªa mixta, basada en el impulso del mercado y en la capacidad de las instituciones democr¨¢ticas, p¨²blicas y sociales, para controlar y orientar su dinamismo en la direcci¨®n del bienestar social.
Pero que exista esa oportunidad no significa que se materialice. Para concretarla necesitamos dos cosas. Por un lado, una teor¨ªa econ¨®mica que nos permita comprender mejor las causas de la crisis y las opciones que tenemos a nuestro alcance para conciliar progreso econ¨®mico y social. Por otro, un activismo social y un liderazgo pol¨ªtico capaz de dise?ar estrategias de colaboraci¨®n entre fuerzas de mercado e instituciones p¨²blicas en distintos ¨¢mbitos, desde las finanzas hasta la pol¨ªtica industrial y las pol¨ªticas sociales.
Las elecciones norteamericanas permitieron la emergencia de ese activismo social y un nuevo liderazgo pol¨ªtico. La pol¨ªtica econ¨®mica de Obama, que combina mercado e intervenci¨®n p¨²blica, va camino de aprovechar esa oportunidad para redefinir una pol¨ªtica del bien com¨²n.
En Europa a¨²n no hemos visto un proceso similar. Quiz¨¢ la elevada abstenci¨®n de las elecciones al Parlamento Europeo, desarrolladas en clave nacional, muestra el desasosiego de los europeos ante la incapacidad pol¨ªtica para aprovechar esa oportunidad. Por eso necesitamos con urgencia algo similar a lo ocurrido en EE UU.
Ant¨®n Costas Comesa?a es catedr¨¢tico de Pol¨ªtica Econ¨®mica en la Universidad de Barcelona.
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