Alemania se desentiende de Europa
Qu¨¦ le ocurre a Alemania?", se preguntan cada vez m¨¢s a uno y otro lado del Atl¨¢ntico. Sin embargo, en Berl¨ªn nadie entiende la pregunta.
Las dudas sobre Alemania tienen mucho que ver con la crisis financiera y econ¨®mica y con la debilidad de la Uni¨®n Europea. Desde que fracasaron los referendos sobre la Constituci¨®n Europea y sobre el Tratado de Lisboa, la UE funciona con piloto autom¨¢tico, dirigida por sus bur¨®cratas. Con 27 miembros y sin reforma de las instituciones y los procedimientos, es angustiosamente ineficiente. Lo que Europa necesita ahora no es la direcci¨®n de una Comisi¨®n d¨¦bil, sino de sus m¨¢s importantes pa¨ªses miembros. Y como siempre que est¨¢n en juego asuntos econ¨®micos y financieros importantes, se mira a Alemania, la mayor econom¨ªa de la UE. Pero Alemania se niega a dirigir.
?Ser¨ªa hoy posible abandonar el marco alem¨¢n e introducir el euro? Rotundamente, no
Es cierto que Alemania se ha visto afectada muy duramente por la crisis econ¨®mica, pero, aun as¨ª, su econom¨ªa es m¨¢s fuerte que nunca, despu¨¦s de las dif¨ªciles pruebas de la reunificaci¨®n y las necesarias reformas del mercado laboral y el sistema de asistencia social. As¨ª que lo que asombra a sus vecinos y socios -y causa cada vez mayor recelo- es que desde el comienzo del desplome mundial, el pasado septiembre, el Gobierno alem¨¢n se haya centrado en la gesti¨®n de la crisis nacional y haya rechazado los intentos de adoptar un planteamiento europeo. A?¨¢dase a ello las palpables tensiones en las relaciones franco-alemanas, el bloqueo de un mercado com¨²n del gas en la UE, la estrecha cooperaci¨®n estrat¨¦gica con la Rusia de Putin, y se multiplican los motivos de preocupaci¨®n sobre Alemania.
No es s¨®lo que en Berl¨ªn haya miedo de que cualquier soluci¨®n europea sea mucho m¨¢s onerosa para Alemania, es que esta nueva forma de euroescepticismo alem¨¢n revela un cambio de actitud de las ¨¦lites pol¨ªticas y econ¨®micas de este pa¨ªs.
?Ser¨ªa posible hoy abandonar el marco alem¨¢n e introducir el euro como moneda com¨²n? La respuesta es un no rotundo. Independientemente de si se trata de la canciller, Angela Merkel, o del ministro de Exteriores, Frank Steinmeier, esa contestaci¨®n resuena por todo el espectro pol¨ªtico.
Tras el fin de la coalici¨®n verdirroja de Alemania, ha ido produci¨¦ndose un cambio fundamental. Ya no se ve a Europa como el proyecto fundamental de la pol¨ªtica alemana en el que se est¨¢ dispuesto a invertir una parte esencial del capital pol¨ªtico propio. Veinte a?os despu¨¦s de la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn, la Alemania reunificada empieza a advertir que tambi¨¦n puede actuar por su cuenta. El problema es que se trata de un enorme malentendido.
Casi todos los partidos democr¨¢ticos del pa¨ªs a¨²n consideran que la de Alemania con Europa es una relaci¨®n funcional, pero, si bien Europa sigue siendo importante para afirmar los intereses nacionales, ya no es un proyecto para el futuro. La perspectiva alemana se est¨¢ aproximando a la de Francia y el Reino Unido: cada vez se ve m¨¢s a la UE como marco y condici¨®n previa para afirmar los intereses nacionales, en lugar de como un fin en s¨ª mismo.
Las razones para ese profundo cambio son la reunificaci¨®n y la resoluci¨®n hist¨®rica de la cuesti¨®n alemana; el fracaso de la Constituci¨®n de la UE y, por tanto, de la concepci¨®n europea; la debilidad de una UE ampliada a 27 miembros, y la ineficiencia y lentitud cada vez mayores de las instituciones de la UE.
?Volver¨¢ Alemania a optar por el nacionalismo? Todos los protagonistas pol¨ªticos en Berl¨ªn rechazan, indignados, esa acusaci¨®n. De hecho, no existe estrategia alguna con vistas a un regreso al nacionalismo. El cambio, en la pol¨ªtica europea de Alemania est¨¢ simplemente sucediendo, como resultado de un proceso que casi podr¨ªa denominarse "org¨¢nico". De ah¨ª la negativa a liderar en esta crisis.
Pero los grandes Estados miembros caen en una falsa ilusi¨®n estrat¨¦gica al pensar que pueden defender su situaci¨®n sin esa imperturbable entidad llamada Europa. Al fin y al cabo, ?acaso puede Alemania permitirse de verdad el lujo de dejar que fracase la ampliaci¨®n de la UE a la Europa Oriental? ?Acaso puede permitirse los lujos de una crisis mortalmente peligrosa del euro, de un mercado com¨²n puesto en peligro por el creciente proteccionismo o de la intromisi¨®n de Rusia en los asuntos de los pa¨ªses de la Europa Oriental vecinos de la UE? ?Acaso puede aplicar de verdad una pol¨ªtica nacional independiente en Oriente Pr¨®ximo y en ?frica? ?O desempe?ar un papel eficaz para resolver asuntos mundiales, como la lucha contra el cambio clim¨¢tico o la creaci¨®n de un nuevo orden financiero?
Formular esas cuestiones -y muchas m¨¢s- supone responderlas: s¨®lo una Uni¨®n Europea fuerte, m¨¢s integrada, puede lograr todo eso: pero esa UE s¨®lo tendr¨¢ futuro si los Gobiernos y los pueblos de sus Estados miembros est¨¢n dispuestos a invertir en ello una parte importante de sus intereses nacionales. Y esto, como en el pasado, es aplicable sobre todo a Alemania, pa¨ªs situado en el centro del continente y que tiene la mayor poblaci¨®n y la mayor econom¨ªa de la UE y -lo que es igualmente importante- su dif¨ªcil pasado.
? Project Syndicate/Instituto de Ciencias Humanas, 2009.
Traducido del ingl¨¦s por Carlos Manzano.
Joschka Fischer, del Partido Verde, fue ministro de Asuntos Exteriores y vicecanciller de Alemania.
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