Sexo deslocalizado y en franc¨¦s
Empresas de telefon¨ªa er¨®tica se instalan en Marruecos para atender a sus clientes rebajando costes
"?Se te transparenta tu pez¨®n a trav¨¦s de la camiseta?". Henri, un franc¨¦s cincuent¨®n residente en Lyon, manda este SMS a un n¨²mero de m¨®vil abreviado por el precio de un euro. Su destinataria es una morena atractiva que le acaba de enviar su fotograf¨ªa, mediante un MMS, en la que aparece con una prenda blanca ce?ida. Henri se adentra as¨ª en una charla er¨®tica, mediante mensajes cortos tecleados en su tel¨¦fono, con la que cree ser una compatriota de 32 a?os, llamada Sylvie, que vive cerca de su ciudad.
Pero Sylvie no existe y al otro lado del tel¨¦fono o, mejor dicho, desde el teclado de un ordenador, el que estimula sus fantas¨ªas es un chaval marroqu¨ª de 22 a?os, Reda, contratado como teleoperador er¨®tico en Casablanca. Junto a ¨¦l otras dos decenas de chicos y chicas de su edad mantienen conversaciones similares con clientes en Francia y B¨¦lgica.
Los teleoperadores no pueden divulgar el contenido de su trabajo
"No se lo he dicho a mis padres; me da verg¨¹enza", dice Samira
Pueden ganar 330 euros al mes con una jornada de 40 horas semanales
El abaratamiento de las telecomunicaciones y los bajos sueldos de Marruecos incitaron, a principios de esta d¨¦cada, a las empresas que ofrecen servicios telef¨®nicos -informaci¨®n sobre n¨²meros, televenta, etc¨¦tera- a trasladar a este pa¨ªs sus plataformas. Reduc¨ªan as¨ª sus costes entre un 30% y un 40%, seg¨²n fuentes del sector.
Primero desembarcaron los mastodontes franceses del sector. Despu¨¦s se instalaron los espa?oles Atento y Grupo Konect, que abrieron sedes en T¨¢nger, Tetu¨¢n y en Casablanca. Ahora hay unas 140 plataformas en Marruecos que generan 25.000 empleos.
Hace un par de a?os llegaron de Francia con sigilo otras empresas del sector especializadas en lo que los franceses llaman messagerie rose (mensajer¨ªa rosa). Se registraron como centros de servicios telef¨®nicos, pero no especificaron que se dedicaban a la mensajer¨ªa er¨®tica. No les fue f¨¢cil reclutar en un pa¨ªs musulm¨¢n en el que no pod¨ªan anunciarse en prensa.
"Me enter¨¦ por el boca a boca", recuerda Reda, estudiante de econ¨®micas, que hace dos a?os fue contratado por una de estas compa?¨ªas. "Me ofrecieron pasar una prueba para un empleo de telecomunicaciones culturales, pero qued¨® claro que s¨®lo se trataba de hablar de sexo", prosigue. "Aunque ahora se han ampliado nuestros servicios a la astrolog¨ªa y videncia v¨ªa SMS".
Reda, un chaval fortach¨®n y jovial, y Samira, una escu¨¢lida estudiante de farmacia de 23 a?os, son los ¨²nicos teleoperadores que aceptaron reunirse con este corresponsal a condici¨®n de que no se publicasen sus verdaderos nombres ni el de su empresa. No en balde los contratos que firmaron proh¨ªben divulgar el contenido de su trabajo que sus padres tambi¨¦n ignoran. "Yo no se lo he contado ni a mis mejores amigas", asegura Samira. "Me da verg¨¹enza".
"Para el teleoperador el curre es parecido al messenger", explica Reda. "Hay chicas, y algunos chicos, virtuales, con un perfil predeterminado que incluye nombre, edad, lugar de residencia, medidas corporales y, por supuesto, fotos de personas atractivas, pero no muy guapas para ser cre¨ªbles", a?ade. "Los clientes se dirigen a ellos y nosotros les contestamos como si estuvi¨¦semos en su piel".
"Hay que enviarles no menos de 150 SMS cortos por hora" excitando su libido "y obtener a cambio la m¨¢s alta tasa de respuesta -nunca supera al 90%-, alargar la charla y lograr que soliciten, por ejemplo, recibir v¨ªdeos en el m¨®vil en los que su interlocutora haga un strip-tease" al precio de tres euros la unidad, relata Reda.
"Los clientes son de todo tipo, en su mayor¨ªa hombres frustrados o inmaduros que buscan sexo virtual, pero a veces cari?o", explica Samira. "Hay tambi¨¦n gays y unas pocas mujeres que, con frecuencia, se sienten solas", prosigue. "Ellas son las ¨²nicas que prefieren conectarse a nuestro sal¨®n soft para tener charlas menos salvajes".
"Muchos clientes te acaban pidiendo tu n¨²mero de m¨®vil para tener un contacto m¨¢s directo y hay algunos que est¨¢n tan colgados que se declaran a la chica virtual", recuerda Samira. "Entonces se acrecienta mi mala conciencia por tener esta ocupaci¨®n", reconoce.
Chicos y chicas de la plataforma atienden indistintamente a usuarios de ambos sexos, "aunque casi todos preferimos a los hombres porque son m¨¢s f¨¢ciles de 'calentar", subraya Reda. Hacen turnos de, como mucho, ocho horas al d¨ªa y cuando uno acaba el trabajo "le releva otro compa?ero con el cliente ardoroso".
En el d¨²plex de Casablanca donde se instal¨® la plataforma trabajan unos 150 j¨®venes teleoperadores, de los que s¨®lo un tercio son mujeres, pero no suelen coincidir m¨¢s de 25 a la vez. Responden a los SMS 24 horas al d¨ªa y siete d¨ªas a la semana bajo la supervisi¨®n de jefes franceses. En Casablanca, revelan Reda y Samira, hay otros dos centros de mensajer¨ªa er¨®tica m¨¢s peque?os.
La empresa paga a sus operadores el equivalente de 1,9 euros la hora diurna y 2,55 la nocturna. Un trabajador que efect¨²a 40 horas semanales rebasa los 330 euros mensuales, la tercera parte de lo que ganar¨ªa en Francia. Los ingresos de Reda rondan, sin embargo, los 500 euros. "Me reconvert¨ª con los nuevos productos, videncia y astrolog¨ªa, que est¨¢n mejor remunerados", explica.
Reda vive con sus padres en una familia acomodada. "Curro para ser independiente", asegura. Samira no es de Casablanca y se aloja en una residencia. No tiene beca y vive a costa de sus padres. "Trabajo para resultarles menos gravosa y permitirme extras", confiesa como si se disculpara.
?C¨®mo llevan las chicas esta especializaci¨®n en un pa¨ªs musulm¨¢n? "Para la mayor¨ªa es una mera fuente de ingresos y entre nosotros hay incluso alguna con hiyab [pa?uelo isl¨¢mico]", responde Samira. "Tambi¨¦n hay alguna otra que no aguant¨® y se larg¨®", recuerda. "Durante la pausa, en la plataforma, a veces comentamos entre nosotros las ocurrencias del cliente, pero fuera hacemos abstracci¨®n de la profesi¨®n".
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