Cesa el im¨¢n m¨¢s poderoso de Espa?a
El dirigente de la mayor mezquita alega motivos personales para su marcha
?Qu¨¦ ha ocurrido en el Centro Isl¨¢mico de Madrid? El doctor Moneir Mahmoud Al¨ª el Messery, de 49 a?os, el im¨¢n egipcio de la mayor mezquita de Espa?a, ces¨® el pasado d¨ªa 21 de mayo, y su repentina marcha est¨¢ envuelta en un halo de misterio, en un asunto tab¨² que nadie se atreve a mencionar.
Chej (jefe) Moneir tiene un semblante triste, ha adelgazado varios kilos y no luce su kakol¨¢ gris. Junto a la puerta de su despacho, situado a escasos metros de la mezquita, las ¨²ltimas visitas aguardan en el sof¨¢. Quieren ver al sabio egipcio, al respetado im¨¢n de la mezquita durante los ¨²ltimos 14 a?os. "Ya no soy el im¨¢n. Hay manos negras que quieren destruirme, aunque todav¨ªa no s¨¦ qui¨¦n est¨¢ detr¨¢s. Necesito tiempo para averiguarlo. He presentado mi dimisi¨®n porque no aguanto m¨¢s. La presi¨®n es muy grande", confes¨® el pasado 29 de mayo a EL PA?S.
El Messery, casado y padre de cuatro hijos, estudi¨® religi¨®n en la Universidad Al Azhar de El Cairo, se gradu¨® en Filosof¨ªa en Madrid y todos los viernes dirig¨ªa la oraci¨®n ante m¨¢s de 2.000 personas. Vive en el Centro Isl¨¢mico, situado junto a la carretera M-30, sus hijos estudian en el colegio del complejo, ha celebrado alrededor de 600 bodas y mediado en la separaci¨®n y conversaci¨®n de centenares de fieles. Cuando alguien ten¨ªa un problema profesional o personal acud¨ªa al despacho de Moneir.
Algunos atribu¨ªan al im¨¢n poderes ocultos y escuchaban sus sue?os con atenci¨®n. En su despacho "curaba" a mujeres enfermas "del mal de ojo". Les le¨ªa el Cor¨¢n y colocaba la mano sobre su cabeza para "inundarlas de paz y expulsar a los malos esp¨ªritus", seg¨²n la descripci¨®n que ¨¦l mismo hace de esas curaciones, unas pr¨¢cticas que abandon¨® hace meses y que algunas mujeres cuestionan.
La marcha de Moneir es un misterio no aclarado. El nuevo director del Centro Isl¨¢mico, un saud¨ª recien llegado que no habla espa?ol, asegur¨® el pasado viernes que el im¨¢n ha cesado por decisi¨®n propia y que no hay nada que ocultar. Llama a Moneir a su despacho y advierte que la conversaci¨®n con el periodista va a ser grabada. "Ha presentado su dimisi¨®n por motivos personales y la hemos aceptado. Ha hecho un gran trabajo y le estamos muy agradecidos", resumi¨®. El im¨¢n asiente con su cabeza y ahora dulcifica la versi¨®n de su marcha: "Lo he dejado porque estaba muy cansado. Me quedar¨¦ en Espa?a. Dar¨¦ clases y charlas en universidades".
Moneir es un hombre moderado y sus discursos de los viernes en contra de cl¨¦rigos como Abu Qutada, palestino asentado en Londres y referente de Al Qaeda en Europa, le han creado una legi¨®n de enemigos. "No hay que rezar detr¨¢s de este im¨¢n", dec¨ªan en los aleda?os de la mezquita algunos miembros de c¨¦lulas yihadistas detenidos tras el 11-S o huidos de las redadas. Entre sus disc¨ªpulos en las lecturas del Cor¨¢n estaba Sarhane Ben Abdeljamid, El Tunecino, uno de los suicidas del 11-M.
La ley del silencio se ha impuesto en cada rinc¨®n de los 12.000 metros cuadrados que ocupa el Centro Isl¨¢mico de Madrid, uno de los mayores complejos de Europa gracias a los 20 millones de d¨®lares (unos 14 millones de euros) que don¨® para su construcci¨®n el rey Fahd de Arabia Saud¨ª. Los saud¨ªes pagan y el centro pertenece a la Liga del Mundo Isl¨¢mico, un organismo que aglutina a todos los pa¨ªses isl¨¢micos. En su plantilla hay trabajadores de 17 nacionalidades, un crisol de culturas unidas por el islam. "?Por qu¨¦ se ha ido el chej Moneir? ?Usted lo sabe? Esto es como una secta y nadie da una explicaci¨®n", critica un empleado en voz baja.
Zacar¨ªas Sambou Sillah, de 39 a?os, el im¨¢n gambiano que dirige una mezquita de Soria, responde igual que otros dirigentes cuyos centros dependen de la financiaci¨®n saud¨ª: "Llama mucha gente a preguntar qu¨¦ ha pasado con Moneir y no responden".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.