Choc¨® aprende a leer
La Junta financia un programa de alfabetizaci¨®n en una zona olvidada de Colombia
Candelaria es bisabuela; y es una de las alumnas de Maritza , una mujer morena, robusta que se dedica a la formaci¨®n de ni?os y adultos. En solo seis meses, Candelaria ya sabe leer y escribir y maneja las cuatro operaciones matem¨¢ticas b¨¢sicas. "La resta me dio m¨¢s brega", dice con una sonrisa p¨ªcara esta mujer de 64 a?os que fue madre a los 13 -tiene 29 nietos y 12 biznietos-, y lleva siempre sobre su cabeza flores silvestres: las rojas, "el primer amor"; las blancas, "el segundo amor". Sus nietos y biznietos han sido su mano derecha a la hora de hacer las tareas. "La edad no es la que hace, es la voluntad", dice convencida.
Estas dos mujeres hacen parte del programa de alfabetizaci¨®n y educaci¨®n b¨¢sica primaria de j¨®venes y adultos, financiado por la Junta de Andaluc¨ªa y ejecutado por la OEI. El aporte de la comunidad fue de 600.000 euros; el Ministerio de Educaci¨®n entreg¨® otros 60.000.
Una mujer se apunt¨® porque su amiga le quit¨® el novio por no saber leer
El programa termin¨® el fin de semana pasado y benefici¨® a 6.000 afrocolombianos de Choc¨®, al occidente del pa¨ªs, el departamento con ¨ªndices m¨¢s altos de analfabetismo en Colombia: llega al 20%.
En Caleta, una peque?a aldea de Acand¨ª -poblaci¨®n sobre el golfo de Urab¨¢ en el Caribe- los que ahora saben leer y escribir aspiran a leer poes¨ªa, novela... Quieren, adem¨¢s, dejar atr¨¢s el pasado de violencia que los marca. En este peque?o caser¨ªo al que se llega viajando en carretas tiradas por caballos, dejaron sus huellas todos los grupos armados que hay en este pa¨ªs. "Cuando empezamos el programa esto era una poblaci¨®n; ahora es una comunidad", afirma, orgulloso Eduardo Coneo, el profesor. Y dice sentirse "satisfecho y medio" por la tarea cumplida. Pero aspira a m¨¢s: tener computadores para no quedar "atr¨¢s del mundo moderno". Ya tiene el sal¨®n y ha enviado cartas a muchas instituciones para que apoyen su sue?o, "sino los tenemos no ha sido por falta de diligencias", dice.
Una de sus alumnas, morena, alta, recia, de 35 a?os, tuvo un motivo claro para matricularse: una amiga le quit¨® el novio por no saber leer y escribir. "?l me mandaba las cartas y como yo no le¨ªa", dice con ese hablar cantado de los afrocolombianos, "ella me las le¨ªa... Y se qued¨® con ¨¦l".
Lesdy, de 23 a?os, la maestra en Capurgan¨¢, un balneario en este mismo golfo, le cont¨® a un grupo de periodistas que viaj¨® a la zona el secreto de su trabajo: "Aqu¨ª para tener ¨¦xito hay que enamorar a los estudiantes". Ella los visita casa por casa, los motivaba, les habla de lo fascinante que resulta unir las letras y armar palabras. Luego con la misma pasi¨®n, les sube el ¨¢nimo a los que se desanimaban en el camino. "Es muy distinto educar a un ni?o y a un adulto", dice. Y explica: al primero se puede reprender, sancionar; a los segundos, con una sola palabra que sientan como ofensa no vuelven a clase. Y las clases all¨ª se dictan muchas veces en la playa. Una mesa, sillas debajo de las palmeras y del ¨¢rbol de mago. El escenario perfecto para aprender a leer, a sumar, ciencias sociales, ciudadanas y cultura de paz. Tito C¨®rdoba es el ¨²nico hombre del grupo. No tiene trabajo, "colaboro con la comunidad y ellos me colaboran". Llega pulcro, con su sobrero blanco de palma.
Lesdy intenta que se sientan seguros, confiados de s¨ª mismos. "Muchos han vivido situaciones dif¨ªciles, creen que no van a alcanzar un grado bueno de conocimiento". Edicta Roma?a ya hab¨ªa ido a la escuela "nunca terminaba, el trabajo no me dejaba continuar". Y cuando Lesdy la convid¨® no quiso hacerlo. "Ya que voy a aprender", alegaba. Entre sus hijos y la profe la convencieron: "Vaya mam¨¢, usted puede". Pronto cogi¨® el ritmo de la ecuela, y ya no quiere que se acabe: "el que no sabe no es nada". Es viuda; cuando empez¨® la violencia mataron a su esposo.
Ahora se siente lista para leer peri¨®dicos "para darse uno cuenta de muchas cosas" y para leer la Biblia. "El problema es la letra chiquitica". No importa. Hoy est¨¦ convencida y lo escribe en cartelones: "Loro viejo si da la pata".
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