El derecho a morir en paz
Hace una semana, el Gobierno andaluz envi¨® al Parlamento de Sevilla un importante proyecto de ley cuya exposici¨®n de motivos delimita claramente las diferencias existentes entre la eutanasia y el suicidio asistido, por un lado, y la limitaci¨®n del uso de medidas de soporte vital y la administraci¨®n de sedaci¨®n paliativa a los enfermos terminales, por otro. La norma (su r¨®tulo es "ley de derechos y garant¨ªas de la dignidad de las personas en el proceso de muerte") ayudar¨¢ a impedir casos de encarnizamiento f¨ªsico y moral tan pat¨¦ticos como la obstinaci¨®n terape¨²tica sufrida por Ignacia Echeverr¨ªa.
El proyecto de ley garantiza a los enfermos incurables que merezcan un pron¨®stico de vida limitado y padezcan un intenso sufrimiento el derecho a recibir tratamiento para aminorar el dolor siempre que lo precisen. El texto obliga a no prolongar en el tiempo situaciones cl¨ªnicas carentes de expectativas razonables de mejor¨ªa.
La ley andaluza sobre muerte digna y rehabilitaci¨®n, pendiente del doctor Montes
Contra lo que afirma fr¨ªvolamente la nueva ministra de Sanidad ("no existe un clima social que demande este tipo de legislaci¨®n"), la actual normativa sobre la materia ofrece ambig¨¹edades que permiten su sombr¨ªo manejo. S¨®lo la generalizaci¨®n de la iniciativa andaluza al ¨¢mbito estatal crear¨ªa las condiciones para acabar con esos empecinados, crueles e in¨²tiles tratamientos dilatorios aplicados a los agonizantes que hacen a¨²n m¨¢s terrible el hecho por s¨ª mismo dram¨¢tico de la muerte. Sirva como ejemplo el t¨¦trico auto de fe escenificado hace cuatro a?os en el Hospital de Legan¨¦s por los inquisidores de la Comunidad de Madrid, tal vez disc¨ªpulos del dignatario eclesi¨¢stico que -en una Semana Santa de Valladolid- puso como ejemplo de agon¨ªa a seguir por todo buen cristiano la atroz muerte en la cruz de Jes¨²s de Nazareth.
La comparecencia judicial la pasada semana de Manuel Lamela -consejero madrile?o de Sanidad en 2005- para responder a una querella del doctor Montes, destituido en marzo de ese a?o como jefe del Servicio de Urgencias del Hospital de Legan¨¦s por una paranoica denuncia an¨®nima que le imputaba la comisi¨®n de 400 asesinatos encubiertos bajo el hip¨®crita envoltorio de cuidados paliativos, ha devuelto a la actualidad aquella infame calumnia. Adem¨¢s de su arbitrario cese administrativo, el doctor Montes fue v¨ªctima -junto a su equipo- de una acci¨®n penal en tanto que supuesto responsable de una eutanasia masiva descubierta por una comisi¨®n de expertos nombrada a dedo por la Comunidad. El juzgado de Legan¨¦s sobresey¨® la causa en junio de 2007; la Audiencia no s¨®lo confirm¨® ese fallo sino que, adem¨¢s, exoner¨® a los imputados de la acusaci¨®n de haber incurrido en malas pr¨¢cticas m¨¦dicas.
Sin embargo, el doctor Montes y los dem¨¢s miembros de su equipo no han sido reintegrados en los puestos de los que fueron expulsados por la v¨ªa administrativa, ni las autoridades de la Comunidad les han ofrecido disculpas por los graves perjuicios ocasionados a su honor y a su carrera profesional. Y nunca ser¨¢n reparados tampoco el sufrimiento infligido a los enfermos terminales a quienes se neg¨® tratamiento paliativo desde 2005 en los atemorizados hospitales madrile?os, ni el dolor de sus familiares. La presidenta Aguirre respald¨® de forma insolente a Lamela, promocionado luego a la Consejer¨ªa de Transporte; Rajoy le elogi¨® como uno de los dirigentes "m¨¢s importantes" del PP. En el reparto de papeles entre el polic¨ªa bueno y el malo, el portavoz del primer Gobierno de Aznar, el mequetrefe Miguel ?ngel Rodr¨ªguez, asumi¨® la esperp¨¦ntica tarea de llamar nazi en televisi¨®n al doctor Montes.
Mientras Telemadrid marcaba el paso de la operaci¨®n de linchamiento de los acusados, los medios de comunicaci¨®n vinculados por afinidad ideol¨®gica y mercedes econ¨®micas a Aguirre se encargaron de calentar las pasiones y de robustecer los prejuicios de sus clientes, tal y como document¨® la semana pasada un excelente reportaje de la Cuatro. Y si El Mundo bautiz¨® a Montes como doctor Muerte y encabez¨® un reportaje sobre el hospital de Legan¨¦s con el hitleriano r¨®tulo La soluci¨®n final, los frikis de la Radio de los Obispos agotaron todas las sinonimias injuriosas en sus esfuerzos por describir a las v¨ªctimas puestas en la picota por la presidenta madrile?a y su consejero sanitario como asesinos en serie ¨¦mulos de Sendero Luminoso.
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