Europa espera a Gonz¨¢lez
A la vista de los resultados de las ¨²ltimas elecciones europeas, en las que los conservadores se impusieron por amplia mayor¨ªa, la candidatura de Dur?o Barroso para un nuevo mandato al frente de la Comisi¨®n resulta en gran medida inevitable. Pero, por eso mismo, sorprende que algunos Gobiernos socialdem¨®cratas, y entre ellos el espa?ol, se precipitaran a manifestar su apoyo antes de que los europeos acudiesen a las urnas y antes de conocer, por tanto, la composici¨®n del Parlamento. E, incluso, antes de que el propio Barroso hiciera oficial su candidatura.
Mantener abierta la posibilidad de presentar una alternativa socialdem¨®crata a Barroso no hubiera tenido como objetivo extrapolar el sectarismo que domina la vida interna de gran parte de los Estados miembros, rechazando de antemano la candidatura de un adversario, sino respetar y afianzar a trav¨¦s de la pedagog¨ªa pol¨ªtica una pr¨¢ctica que, en principio, no es exigible con los Tratados en la mano: que el color de la mayor¨ªa en el Parlamento de Estrasburgo tenga alg¨²n reflejo en el nombramiento del presidente de la Comisi¨®n.
Esta actitud no s¨®lo habr¨ªa contribuido a transmitir la idea de que en las elecciones europeas los ciudadanos se jugaban algo concreto, sobre todo si los partidos hubieran hecho p¨²blicos en campa?a sus candidatos para dirigir la Comisi¨®n. Adem¨¢s, habr¨ªa situado a los Gobiernos socialdem¨®cratas en mejor posici¨®n para influir en la futura gesti¨®n de Barroso. No deja de ser una sorprendente paradoja que fueran dos l¨ªderes conservadores, dos correligionarios pol¨ªticos de Barroso como Sarkozy y Merkel, quienes le prometieran su apoyo, aunque, a diferencia del Gobierno espa?ol, condicion¨¢ndolo a un programa.
Pero no todo estar¨ªa perdido para los socialdem¨®cratas europeos ni para Europa. Si Irlanda aprobase finalmente el Tratado de Lisboa, los Veintisiete deber¨¢n nombrar al presidente del Consejo, y es de esperar que esta vez los socialdem¨®cratas hagan bien las cosas. Con un conservador como Barroso al frente de la Comisi¨®n, el equilibrio pol¨ªtico exigir¨ªa le presencia de un socialdem¨®crata en la presidencia del Consejo, por el bien de la Europa unida. Y para ese puesto existe un nombre que deber¨ªa contar con el pleno apoyo del Gobierno espa?ol: Felipe Gonz¨¢lez.
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