Elogio del ladrillo
La construcci¨®n podr¨¢ seguir siendo un puntal del modelo econ¨®mico siempre que haga de la sostenibilidad su motor. El medio ambiente y el paisajismo deben convertirse en el coraz¨®n cr¨ªtico de la arquitectura
Menos ladrillos, m¨¢s ordenadores". El presidente Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero eligi¨® la plaza de toros de Vista Alegre, el pasado 10 de mayo, para acu?ar el lema del nuevo modelo econ¨®mico que propugna. Tras el desplome del sector inmobiliario, la primera parte del programa est¨¢ garantizada; no es tan seguro que la segunda pueda alcanzarse con s¨®lo voluntad pol¨ªtica. Ladrillo es una forma abreviada de referirse a la construcci¨®n, y posee abundantes connotaciones negativas, ya que en el uso com¨²n se asocia a la edificaci¨®n excesiva y a la promoci¨®n especulativa; ordenador, por el contrario, remite al mundo fascinante de la Red, y sirve como signo de la nueva econom¨ªa del conocimiento.
Es f¨¢cil hallar media docena de arquitectos espa?oles entre los cien que destacan en el mundo
El autom¨®visperso, es el mayor enemigo de una econom¨ªa verde
Censurar los abusos inmobiliarios y preconizar la modernidad inform¨¢tica suscita el aplauso f¨¢cil, pero no es seguro que dibuje un modelo veros¨ªmil: por un lado, la construcci¨®n no merece el papel de chivo expiatorio de la crisis, ya que ha sido un motor de la prosperidad espa?ola durante muchos a?os, y desempe?ar¨¢ sin duda un papel relevante en el futuro econ¨®mico del pa¨ªs; por otro, el desarrollo basado en la innovaci¨®n y el conocimiento dif¨ªcilmente puede ofrecer resultados a corto plazo, habida cuenta de la precariedad actual de las universidades y la investigaci¨®n, necesitadas de una reforma educativa desde los cimientos que s¨®lo puede dar frutos tras d¨¦cadas de esfuerzos.
Si Espa?a debe de mirar hacia Florida o hacia California es una discusi¨®n a?eja, pero en cualquier caso la capacidad de elecci¨®n viene condicionada por nuestros recursos geogr¨¢ficos, t¨¦cnicos y humanos, que determinan las ventajas competitivas de los diferentes sectores, y no parece que el de la construcci¨®n sea el m¨¢s ineficaz.
Desde luego, las 800.000 viviendas anuales que llegamos a alcanzar hace bien poco formaban parte de una burbuja especulativa creada por el exceso de liquidez y la canalizaci¨®n del ahorro hacia la inversi¨®n residencial, pero alimentada tambi¨¦n por la demanda de la poblaci¨®n inmigrante en las ciudades y de los europeos acomodados en las costas.
Tras el estallido de la burbuja, nada hace pensar que la construcci¨®n no pueda seguir siendo -junto con el turismo, la banca comercial o las energ¨ªas renova-bles- un puntal del modelo econ¨®mico. Deber¨¢n levantarse menos viviendas nuevas y menos edificios institucionales ostentosos, habr¨¢ de prestarse m¨¢s atenci¨®n a la rehabilitaci¨®n o reforma de lo existente, y ser¨¢ imprescindible que la sostenibilidad impregne tanto la construcci¨®n como el urbanismo, situando el medio ambiente y el paisajismo en el coraz¨®n cr¨ªtico de la arquitectura; pero el hoy denostado ladrillo continuar¨¢ soportando el empleo y el bienestar de los espa?oles.
Dos semanas m¨¢s tarde que Zapatero, el ministro de Fomento, Jos¨¦ Blanco, formul¨® en el Congreso de los Diputados su propio lema departamental: "Menos puentes de Moneo y m¨¢s infraestructuras". El mensaje, m¨¢s all¨¢ del desliz de confundir a Moneo con Calatrava, matiza y en parte contradice el del presidente del Gobierno. Por una parte, se declara a favor de las infraestructuras, lo que supone apoyar la construcci¨®n, aunque m¨¢s en su variante ingenieril del cemento que en su versi¨®n arquitect¨®nica del ladrillo; entendido de esta forma, viene a ser una reiteraci¨®n de las pol¨ªticas neokeynesianas que procuran reanimar la econom¨ªa con el electroshock de las obras p¨²blicas, de manera que el endeudamiento del Estado reemplace con cemento p¨²blico el desfallecimiento del ladrillo privado.
Pero, por otra parte, manifiesta su oposici¨®n a la autor¨ªa, lo que puede interpretarse como desconfianza ante esa econom¨ªa del conocimiento y la excelencia que Zapatero parece defender o, m¨¢s ben¨¦volamente, como simple rechazo del despilfarro que con frecuencia se asocia a los proyectos de autor. Por desgracia, ese despilfarro se produce demasiado a menudo, pero, en la mayor parte de los casos, m¨¢s por la ineficacia de la gesti¨®n y el descontrol de los procesos que por incompetencia o descuido de los arquitectos, a los que tradicionalmente se les ha inculcado -como sol¨ªa decir el desaparecido maestro Alejandro de la Sota- que deben dar liebre por gato: ofrecer a la sociedad y al usuario m¨¢s esfuerzo y rigor que los habitualmente demandados por el cliente p¨²blico o privado.
Acaso sea el momento de recordarlo sin jactancias: si nos guiamos por el ranking internacional m¨¢s difundido, es f¨¢cil hallar media docena de arquitectos espa?oles -y a menudo un n¨²mero mayor- entre los cien m¨¢s destacados del mundo; por lo menos en este asunto de las listas, la arquitectura est¨¢ acerc¨¢ndose al nivel del tenis, y los medios se ocupan de sus ¨¦xitos en el extranjero con la misma devoci¨®n que merecen las victorias deportivas.
Sin embargo, y en contraste, no existe ninguna universidad espa?ola entre las cien primeras de los rankings m¨¢s respetados; hay, es cierto, escuelas de negocios con proyecci¨®n y prestigio internacional, pero ninguna universidad como tal alcanza a pasar el corte del top cien. ?No ser¨ªa una forma m¨¢s eficaz de promover la econom¨ªa del conocimiento proponerse un objetivo alcanzable y verificable como, por ejemplo, situar tres universidades espa?olas entre las cien mejores del mundo en un plazo de 20 a?os?
El tiempo necesario para materializar estas ambiciones intelectuales y cient¨ªficas desborda probablemente los ciclos cortos de la pol¨ªtica electoral, pero el objetivo est¨¢ en proporci¨®n con nuestro peso demogr¨¢fico y econ¨®mico, de manera que s¨®lo las peque?as mezquindades partidarias podr¨ªan dificultar su logro. En cualquier caso, y mientras eso no suceda, los arquitectos -y los tenistas- ser¨¢n los representantes de la excelencia espa?ola en el mundo.
A muchos les resultar¨¢ parad¨®jico que se defienda el ladrillo como parte de la econom¨ªa del conocimiento, pero lo cierto es que, junto a los intolerables abusos de la codicia inmobiliaria, en este sector ha habido muchos episodios mod¨¦licos y muchos ejemplos de liderazgo, por lo que no parece sensato fustigarlo sin motivo desde el poder, sea a cuenta de la seguridad de Barajas o de los puentes de Moneo.
M¨¢s contradictorias con los objetivos declarados de configurar una econom¨ªa verde son desde luego las subvenciones al autom¨®vil, que se han aceptado con docilidad por entenderlas coyunturales o de emergencia, pero que act¨²an en sentido contrario a las pol¨ªticas nominalmente defendidas por el Gobierno. El autom¨®vil, como generador del urbanismo disperso, es el principal enemigo de la sostenibilidad, pero todav¨ªa no acaba de entenderse bien que los bloques atroces de Paco el Pocero son ecol¨®gicamente menos lesivos para el territorio que las extensiones interminables de chal¨¦s o adosados. M¨¢s que los colectores solares en los tejados, lo que hace a una ciudad sostenible es la densidad, un objetivo incompatible con la suburbanizaci¨®n contempor¨¢nea.
En los pr¨®ximos a?os, como sostiene Carlos Slim, probablemente nuestra tarea sea crear empleo incluso en ausencia de crecimiento, y en ello la construcci¨®n puede ser un instrumento fundamental, y no s¨®lo porque las rehabilitaciones y remodelaciones que van a protagonizar el futuro inmediato son m¨¢s intensivas en trabajo que la obra nueva, sino porque mucho de lo que debe hacerse tiene casi el car¨¢cter de crecimiento negativo: un urbanismo del despojamiento, que elimine todos los elementos innecesarios o agresivos del paisaje urbano, desde las vallas publicitarias hasta el mobiliario redundante, limitando la presencia del autom¨®vil y amortiguando con vegetaci¨®n los errores del pasado; y una arquitectura de lo esencial, que valore la continuidad f¨ªsica e hist¨®rica, y que sepa dar m¨¢s por menos.
Quiz¨¢ es cierto que necesitamos menos ladrillos, pero sobre todo necesitamos ciudades m¨¢s sostenibles; y quiz¨¢ tambi¨¦n necesitamos m¨¢s ordenadores, pero sobre todo necesitamos mejores escuelas. Contribuyendo a la creaci¨®n de empleo y a la competitividad del pa¨ªs, la arquitectura -el ladrillo- puede suministrar m¨¢s eficacia, m¨¢s placer y m¨¢s belleza. Nuestras vidas son necesariamente breves, pero no es imprescindible que adem¨¢s sean brutales.
Luis Fern¨¢ndez-Galiano es arquitecto.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.