La gran reforma
Obama propone aplicar al mundo financiero m¨¢s sentido com¨²n y m¨¢s regulaci¨®n
El capitalismo no se hundi¨® el 15 de septiembre del pasado a?o, cuando la quiebra de Lehman Brothers abri¨® un oto?o de v¨¦rtigo para el sistema financiero estadounidense e internacional. Pero ser¨ªa suicida caer en la tentaci¨®n de pensar que aqu¨ª no ha pasado nada s¨®lo porque parece haberse superado lo peor de la crisis. Por eso hay que dar la bienvenida a la iniciativa del presidente Barack Obama de reformar las reglas que ordenan el sector financiero norteamericano.
El objetivo del proyecto es ampliar las competencias de intervenci¨®n de la Reserva Federal sobre las empresas que son, en el lenguaje acu?ado en la crisis, "demasiado grandes como para dejar que se hundan". Las normas aumentan las regulaciones, exigen m¨¢s transparencia a los mercados, prometen una mayor protecci¨®n a los consumidores de los productos financieros e intentan un mayor control internacional de las empresas globales. Se trata, en definitiva, de enterrar el periodo de esplendor de la doctrina antirregulatoria de Alan Greenspan, que estuvo al frente de la Reserva Federal durante casi 19 a?os, con cuatro presidentes: Reagan, Bush padre, Clinton y George W. Bush.
Elementos esenciales del sistema regulatorio que ahora ha fallado proven¨ªan de la respuesta institucional a la Gran Depresi¨®n de los a?os treinta. Pero no ha fallado s¨®lo por la voluntad de no aplicarlo, sino porque la innovaci¨®n y sofisticaci¨®n del negocio financiero hab¨ªa avanzado mucho m¨¢s r¨¢pido que la adaptaci¨®n de las normas, creando zonas inmunes a la supervisi¨®n. Obama emprende una reforma a fondo -no una revoluci¨®n- que no s¨®lo refuerza las competencias de la Reserva Federal sino que crea nuevos instrumentos dedicados a identificar vac¨ªos en la regulaci¨®n.
La propuesta presentada por Obama ha sido discutida antes por expertos p¨²blicos y privados, y deber¨¢ pasar ahora por las C¨¢maras, donde los grupos de presi¨®n del sector bancario y financiero, pese a declararse moderadamente satisfechos con el proyecto, tratar¨¢n de limar sus aspectos m¨¢s intervencionistas. El incremento de las facultades regulatorias de la Reserva Federal es algo que no va a gustar ni a dem¨®cratas ni a republicanos. No es la falta de normas, sino de sentido com¨²n en su aplicaci¨®n, y sobre todo la excesiva tolerancia, lo que llev¨® a los excesos, argumentan los cr¨ªticos, que temen que los mercados caminen mal con muletas y que sufra la libre competencia.
Pero es indiscutible que el sistema regulador de EE UU se ha mostrado m¨¢s ineficaz que el de casi cualquier otro pa¨ªs desarrollado, y que la reforma era inevitable. Los enamorados de la destrucci¨®n creativa del capitalismo lamentar¨¢n la apuesta de Obama a favor de unas reglas que ordenen el juego sin eliminar el dinamismo que por definici¨®n debe tener todo sistema de mercados. Pero hemos pasado por suficientes sobresaltos como para no celebrar una cierta dosis de seguridad, rigor y prevenci¨®n de excesos.
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