Obama extrema la prudencia
El Congreso exige un mayor respaldo a los manifestantes, pero el presidente teme acentuar la brecha con Ir¨¢n
Pese al incremento de la violencia en Teher¨¢n y a la presi¨®n del Congreso y de la oposici¨®n, Barack Obama se resiste a modificar su tibia o prudente posici¨®n sobre la crisis iran¨ª con la convicci¨®n de que cualquier movimiento equivocado que haga s¨®lo puede acentuar la divisi¨®n en el pa¨ªs y agravar el peligro que Ir¨¢n representa en estos momentos para la comunidad internacional.
La Casa Blanca sigui¨® ayer los acontecimientos que se produc¨ªan en las calles de la capital iran¨ª y emiti¨® un comunicado en el que exhort¨® al Gobierno iran¨ª a que "detenga toda la violencia y las acciones injustas contra su propio pueblo". Un d¨ªa antes, en una entrevista en la cadena CBS, Obama hab¨ªa elevado apenas un grado el volumen de sus cr¨ªticas al r¨¦gimen al expresar su "preocupaci¨®n porque el Gobierno de Ir¨¢n no reconozca que el mundo est¨¢ observando y que los deseos de los ciudadanos que se manifiestan pac¨ªficamente deben de ser escuchados". Pero, inmediatamente, insisti¨® en que la soluci¨®n de la crisis "est¨¢ en manos de los iran¨ªes".
El mandatario no quiere frustrar un posible di¨¢logo sobre el programa nuclear
Obama se arriesga a ser considerado c¨®mplice de la dictadura
Obama se encuentra, no s¨®lo frente al primer gran conflicto internacional de su presidencia (el primero, adem¨¢s, no heredado de George Bush), sino ante una situaci¨®n que puede decidir para siempre si su pol¨ªtica exterior es equilibrada y pacificadora o, simplemente, d¨¦bil y entreguista. El presidente norteamericano se enfrenta a un dilema cruel: apoyar al movimiento de protesta, corriendo el riesgo de dar excusas al r¨¦gimen para agudizar la represi¨®n y profundizar su brecha con Occidente, o guardar silencio, a riesgo de ser considerado un c¨®mplice de la dictadura. En ambos casos, de equivocarse, Obama puede quedar en el lado incorrecto de la historia.
Por ahora, el presidente estadounidense se ha limitado a reclamar atenci¨®n a las quejas de los manifestantes y respeto a los derechos humanos, pero se ha negado a pronunciarse sobre el resultado electoral o sobre las decisiones tomadas por la c¨²pula del poder religioso.
El viernes, durante todo el d¨ªa, la Casa Blanca tuvo que contener un fuerte movimiento en el Capitolio para redactar una declaraci¨®n mucho m¨¢s comprometida sobre Ir¨¢n. Los l¨ªderes republicanos y algunos dem¨®cratas quer¨ªan denunciar abiertamente la perpetraci¨®n de un fraude y solidarizarse en t¨¦rminos calurosos con los movimientos de protesta. Finalmente, desde el Despacho Oval se consigui¨® moderar los t¨¦rminos de la resoluci¨®n aprobada por ambas c¨¢maras, que se limita a condenar la violencia y a destacar la necesidad de que prevalezcan en Ir¨¢n la democracia y las libertades individuales.
Un portavoz oficial del Gobierno recalc¨® que esa resoluci¨®n coincide, sustancialmente, con la posici¨®n del presidente y que no constituye una presi¨®n para que ¨¦ste modifique su criterio actual, aunque admiti¨® que, en ¨²ltima instancia, la postura de Obama va a estar condicionada por la evoluci¨®n de los acontecimientos en Ir¨¢n y que podr¨ªa endurecerse si as¨ª es necesario.
En todo caso, seg¨²n esa misma fuente, la pol¨ªtica de Obama hacia Ir¨¢n se va a regir por dos principios b¨¢sicos: no entrar en una escalada de declaraciones con el r¨¦gimen iran¨ª y no destruir unilateralmente las posibilidades que queden de tratar por la v¨ªa de la diplomacia las diferencias sobre el programa nuclear de Ir¨¢n. Al fin y al cabo, el programa nuclear, que sigue siendo la m¨¢xima prioridad internacional respecto a ese pa¨ªs, est¨¢ en manos del ayatol¨¢ Al¨ª Jamenei y lo seguir¨¢ estando despu¨¦s de esta crisis, a menos que el r¨¦gimen colapse.
Algunas figuras conservadoras influyentes parecen ver la situaci¨®n en esos mismos t¨¦rminos y han respaldado la conducta de Obama. Entre ellos est¨¢ el senador republicano Richard Lugar, que ha pedido a sus compa?eros la misma prudencia que exhibe la Casa Blanca. Tambi¨¦n Henry Kissinger ha declarado que "el presidente est¨¢ manejando esto de la forma correcta". Adem¨¢s de otras similitudes que se han mencionado estos d¨ªas, en los sucesos de Tiananmen, el presidente George Bush padre, republicano, tambi¨¦n reaccion¨® con extrema prudencia, hasta el punto de que su secretario de Estado, James Baker, lleg¨® a elogiar "la contenci¨®n" demostrada por las autoridades chinas.
Ninguna de estas excusas va a salvar, sin embargo, a Obama si ahora su pol¨ªtica fracasa y se ve expuesto ante la opini¨®n p¨²blica norteamericana como un nuevo Jimmy Carter. Dentro del maquiavelismo de la regi¨®n en cuesti¨®n, ni siquiera se puede descartar que el r¨¦gimen iran¨ª desee precisamente eso. No hay que olvidar que este mismo r¨¦gimen isl¨¢mico esper¨® justamente hasta la llegada de Ronald Reagan a la presidencia en 1980 para entregar a los rehenes de la Embajada norteamericana.
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