El legado de una revoluci¨®n
Las personas mueren, pero viven en las palabras que dejan escritas. Las huellas de Vicente Ferrer, las mismas que fueron paso firme por los caminos ¨¢ridos de Anantapur en India, trazan la evidencia de una revoluci¨®n que, aunque se ha llamado silenciosa, ha devuelto la voz y la palabra a quienes viv¨ªan en la nada. Como las ¨²ltimas revoluciones, tambi¨¦n la suya se gest¨® en los albores de la primavera del 68. Tal vez el mismo esp¨ªritu libertario que anim¨® aquellas revueltas en Par¨ªs, Praga o M¨¦xico, fuera el detonante, o tal vez no. Pero por esa ¨¦poca, cuando contempl¨® el inmenso oc¨¦ano de pobreza que le rodeaba en India, donde era misionero, comprendi¨® que su funci¨®n no era entender, sino remediar. Y se puso manos a la obra, con una declaraci¨®n de guerra a la pobreza y al sufrimiento, que, a diferencia de aquellas revoluciones, perdura, pues su filosof¨ªa de partida sigue vigente: en el campo de batalla de la pobreza, unos se necesitan a otros; el individualismo mata.
Con Vicente a¨²n luchando su ¨²ltima batalla por la vida, anot¨¦ algunas variaciones por las que siempre le consider¨¦ un visionario. Un caudal de referencia que ha hecho de los intocables, la pobreza y la solidaridad valores para dar sentido a la existencia. Ahora que la cooperaci¨®n parece estar de moda, podr¨ªamos estar frente a una causa m¨¢s, pero hay en su legado transformaciones profundas para entender su visi¨®n y su obra de forma diferente.
La primera es la transformaci¨®n personal. Como jesuita, conservaba buena parte del barniz del seminario de hablar poco, escuchar mucho, responder punto por punto y retirarse a tiempo. Pero en India aprendi¨® a rechazar la idea de la iglesia del miedo, que traslada a la gente el sentimiento de culpa. Las misiones, en aquella ¨¦poca, eran la ¨²nica expresi¨®n de cooperaci¨®n internacional, pero en su encuentro con otras religiones entendi¨® que no hab¨ªa un camino ¨²nico y que una sola religi¨®n estuviera en posesi¨®n de la verdad era arrogante, por eso abandon¨® el proyecto de evangelizar en medio de tanto sufrimiento. Entendi¨® que los pueblos no esperan paternalismos ni caridad y arrincon¨® los m¨¦todos de la misi¨®n, porque para acabar con la pobreza eran obsoletos.
La segunda gran transformaci¨®n fue el modelo de cooperaci¨®n. Donde no hab¨ªa recursos, se crea un modelo econ¨®mico. India no es un pa¨ªs, es un continente con grandes zonas donde la atenci¨®n del Estado es inexistente. Su propuesta de desarrollo integral pasa por cubrir las necesidades pueblo a pueblo. Cada uno se convierte en una min¨²scula naci¨®n con su peque?o gobierno formado por los propios ciudadanos. No se trata de hacer de cada pobre un rico, sino de hacer fuerte a una comunidad. As¨ª, garantizar¨¢ al individuo la protecci¨®n en los momentos m¨¢s cr¨ªticos: el hambre, la sequ¨ªa, el paro, la enfermedad. Un modelo extraordinario que cuestiona los grandes proyectos de desarrollo, cargados de buenas intenciones pero incapaces de motivar a quien en definitiva se pretende ayudar.
La tercera y ¨²ltima transformaci¨®n es una revoluci¨®n universal. El proyecto contin¨²a como lo ha venido haciendo durante estos ¨²ltimos a?os con su mujer Ann, su hijo Moncho y todos los colaboradores que desde la Fundaci¨®n, en India y aqu¨ª, siguen trabajando con el convencimiento del primer d¨ªa, siguiendo las huellas de un camino trazado a base de esfuerzo. Pero en el momento en que millones de pa?uelos le rinden el ¨²ltimo adi¨®s, tal vez sea hora de pensar que el legado de esta revoluci¨®n, como todas, tiene ambici¨®n universal.
M¨¢s all¨¢ de esta regi¨®n que ha transformado, Vicente nos env¨ªa el mensaje de que alcanzar el fin de la pobreza extrema, la m¨¢xima enfermedad de nuestros d¨ªas, no es un sue?o. Si es usted creyente, tal vez considere que la obra de Vicente es un milagro. Pero no hace falta creer en la existencia de un dios mayor: sus huellas nos han dejado un legado vivo, una sociedad resucitada. El libro de la revoluci¨®n silenciosa sigue abierto, s¨®lo hace falta escuchar c¨®mo ha devuelto la voz a millones de personas que no ten¨ªan, para entender que su legado nos invita a todos a trabajar por una sociedad m¨¢s justa.
Rafael Vilasanjuan es gerente del Centre de Cultura Contempor¨¤nia de Barcelona (CCCB) y ex director de M¨¦dicos sin Fronteras-Espa?a.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.