La plusval¨ªa est¨¢ en su mente
Controlar el miedo o la euforia es clave para que las inversiones tengan ¨¦xito
Mientras usted lee este art¨ªculo es probable que alguna compa?¨ªa especializada en el rastreo de datos est¨¦ filtrando cientos de informes burs¨¢tiles para cuantificar el n¨²mero de veces que aparecen conceptos antag¨®nicos como crash o burbuja; miedo o euforia. El resultado de estas pesquisas se lo transmitir¨¢n a sus clientes: gestoras de fondos, brokers o bancos de inversi¨®n. Se trata de convertir las pulsiones humanas en un arma financiera.
La globalizaci¨®n eleva la correlaci¨®n en los mercados. Adem¨¢s, el desarrollo tecnol¨®gico permite invertir en tiempo real desde casi cualquier parte y tener acceso a m¨²ltiples fuentes de informaci¨®n. Estamos ante una revoluci¨®n en toda regla y su principal consecuencia es que apenas existen ineficiencias (rendijas a trav¨¦s de las cuales pescar plusval¨ªas) entre Bolsas, ni entre activos, ni incluso entre estilos de gesti¨®n. Este caldo de cultivo alimenta la idea de que el principal lastre o catalizador para el rendimiento de nuestro dinero somos nosotros, nuestra habilidad para mantener a raya la mente, las emociones. Por eso gana cada vez m¨¢s peso en el mercado una teor¨ªa social conocida como Behavioural Finance.
En una fase bajista se tiende a doblar la apuesta para luego venderlo todo
"Nos pasamos la vida entre ratios y conceptos sofisticados mientras ignoramos que t¨¦rminos como expectativas, confianza, p¨¢nico o euforia aparecen con m¨¢s frecuencia en valoraciones de activos e informes de gesti¨®n. Nos guste o no, hemos de ser conscientes de que nuestras decisiones se pueden ver afectadas por comportamientos financieramente irracionales", seg¨²n Juan Ram¨®n Caridad, socio de
Atlas Capital.
El Behavioural Finance no es una ciencia exacta, pero ayuda a detectar d¨®nde hay mayores opciones de que las decisiones sean irracionales. Esta informaci¨®n puede utilizarse en un doble sentido: para evitar seguir a la manada y no caer en sus errores, o para aprovechar las oportunidades que ofrece el mercado cuando se invierte con las v¨ªsceras.
Los valores no se desploman porque s¨ª, pero nuestra mente nos impide reconocer la ca¨ªda a tiempo y actuar en consecuencia. El riesgo suele ser m¨¢ximo cuando los inversores no lo tienen en cuenta. Tras unos a?os positivos de la Bolsa, solemos olvidar el riesgo de la renta variable, la inversi¨®n deviene en especulaci¨®n y, al igual que en un sistema piramidal, tarde o temprano no quedan inversores dispuestos a comprar a un precio m¨¢s alto. Se rompe la burbuja y llega la crisis. Entonces los nervios y el miedo llevan a vender (o no comprar) determinadas acciones a precio de ganga.
"Nuestra tolerancia al riesgo depende mucho de si hemos logrado beneficios o sufrido p¨¦rdidas en un pasado reciente", explica Thorsten Hens, profesor de econom¨ªa financiera en la Universidad de Z¨²rich, en Global Investor, publicado por Credit Suisse. En su opini¨®n, las ganancias aumentan la tolerancia al riesgo, ya que son como un coj¨ªn virtual contra futuras p¨¦rdidas. Somos valientes siempre que el coj¨ªn siga intacto; pero cuando se desgasta, nos ponemos nerviosos y reaccionamos de forma impetuosa y contradictoria ante las p¨¦rdidas.
"En las fases alcistas, el comportamiento t¨ªpico muestra una propensi¨®n a seguir la tendencia. Hay buenas estrategias de este tipo, pero requieren de pericia econom¨¦trica que el inversor privado no posee. Por eso, suele invertir demasiado tarde y el baj¨®n le pilla desprevenido. Lo interesante es su conducta contradictoria durante las fases bajistas, cuando sufre p¨¦rdidas: tiende a doblar su apuesta, despu¨¦s cambia de estrategia y lo vende todo", resume Hens.
Este experto advierte que el inversor "es el peor enemigo de s¨ª mismo" y propone, para esquivar los errores, aplicar a rajatabla una gesti¨®n del riesgo que nos permita no desviarnos de nuestra estrategia, sople el viento por donde sople. En este sentido, un m¨¦todo de ¨¦xito contrastado es la diversificaci¨®n de la cartera con diferentes clases de activos. Una cr¨ªtica que se hace a esta estrategia es que implica un coste en cuanto a la rentabilidad a largo plazo. Por ejemplo, si en 1871 se hubiera confeccionado una cartera mixta (la mitad en Bonos del Tesoro de EE UU y la otra mitad en el S&P 500), su rentabilidad acumulada en 2008 ser¨ªa s¨®lo el 58% de la cantidad que se habr¨ªa acumulado con una cartera s¨®lo de acciones. "Pero para lograr este r¨¦dito, el inversor habr¨ªa tenido que ce?irse por completo a una estrategia basada exclusivamente en renta variable. Si, por ejemplo, tras ca¨ªdas de la Bolsa del 20%, hubiese abandonado los valores durante dos a?os, los rendimientos de la estrategia de renta variable habr¨ªan sido s¨®lo la mitad de la estrategia que combinaba acciones con bonos".
El ¨²ltimo estudio de Barclays Wealth, la divisi¨®n de grandes patrimonios del banco brit¨¢nico, en colaboraci¨®n con The Economist Intelligence Unit, titulado Nuevo horizonte, nuevos h¨¢bitos de inversi¨®n, tambi¨¦n aborda de forma extensa el comportamiento emocional. Este trabajo destaca que la velocidad y severidad de la actual crisis financiera ha tenido un "profundo efecto" en la psique de los inversores, como demuestra el hecho de que, a pesar de que el 90% de los clientes encuestados reconoce que el contexto actual ofrece activos a precios atractivos para su compra, el 68% explica que todav¨ªa es demasiado pronto para considerar estas oportunidades, puesto que el riesgo de que se produzcan ca¨ªdas adicionales en los precios es a¨²n demasiado alto.
"Es bastante habitual que la gente crea que el futuro le va a traer lo mismo que en el pasado m¨¢s reciente", se?ala Brad Barber, profesor de finanzas de la Davis Graduate School of Management, citado en este informe.
Una de las caracter¨ªsticas de los mercados alcistas es el conocido como efecto dinero de la banca. Es decir, al igual que los jugadores en un casino, tras disfrutar de una buena racha en la ruleta, tienden a pensar que est¨¢n apostando con dinero de la banca m¨¢s que con su propio dinero e incrementan sus niveles de riesgo, los inversores, cuando la Bolsa sube, suelen elevar tambi¨¦n su grado de tolerancia al riesgo porque no consideran que los beneficios que se han acumulado sean de su propiedad. "Es bastante f¨¢cil adquirir riesgos cuando se est¨¢ ganando. La gente suele especular cuando le van bien las cosas", comenta Daniel Kahneman, profesor de psicolog¨ªa de la Universidad de Princeton. En cambio, cuando la burbuja estalla, los inversores huyen del riesgo y s¨®lo se gu¨ªan por la cautela, aunque en el mercado haya grandes oportunidades. "Cuando el cliente pierde dinero, necesita tiempo para tener nuevas referencias, para ponerse al d¨ªa con su nueva medida de la riqueza", seg¨²n Grez Davies, responsable de Behavioural Finance en Barclays Wealth.
Mucha gente se ha arruinado en la actual crisis, pero otros se han hecho de oro gracias al control de sus emociones. Por eso, el ¨ªndice VIX, que recoge el nivel de volatilidad en el precio de un activo, se ha convertido en los ¨²ltimos meses en una referencia tan o m¨¢s importante que el Dow Jones o el precio del brent. Y es que el VIX refleja algo tan antiguo, tan humano, como el miedo.
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