Las secuelas del racismo en Estados Unidos
Hasta principios del siglo XX, los nueve magistrados del Tribunal Supremo estadounidense, al igual que la inmensa mayor¨ªa de los altos cargos de la Administraci¨®n y del mundo empresarial, fueron siempre varones blancos, por lo general de origen europeo y preferiblemente de religi¨®n protestante. Con el nombramiento de tres magistrados jud¨ªos en la primera mitad del siglo, y de dos negros y una mujer en la segunda, el Tribunal Supremo estadounidense participaba de un movimiento general de ampliaci¨®n de ciertas oportunidades vitales y profesionales que dejaban de estar restringidas a los varones de raza blanca para abrirse a todos los seres humanos, independientemente de su raza y de su sexo. Asimismo, gracias a una importante legislaci¨®n social, respaldada principalmente por los presidentes Theodore Roosevelt, Franklin Roosevelt y Lyndon B. Johnson, el Tribunal Supremo estadounidense tendi¨® a lo largo del siglo XX a mantener un equilibrio entre los magistrados pol¨ªticamente conservadores y los progresistas. Desde los a?os treinta, siempre que se produce una vacante en la magistratura no son s¨®lo los m¨¦ritos profesionales de los candidatos o candidatas a ocupar el cargo, sino tambi¨¦n sus simpat¨ªas pol¨ªticas, en especial con respecto a la justicia social y racial, lo que interesa a la opini¨®n p¨²blica.
S¨®lo una minor¨ªa cavern¨ªcola objeta el nombramiento al Supremo de la latina Sonia Sotomayor
Sotomayor siempre ha sentenciado con arreglo a las leyes y a los hechos
Hace unas semanas, el primer presidente negro de Estados Unidos propuso a una puertorrique?a, Sonia Sotomayor, juez de uno de los 13 Tribunales de Apelaci¨®n Federales, para ocupar la vacante que deja en el Tribunal Supremo el magistrado progresista David Souter. Como mujer y como latina, la juez Sotomayor ha tenido que hacer frente a una doble discriminaci¨®n y es un producto estelar del movimiento pro derechos civiles y del acceso de las minor¨ªas raciales y de las mujeres a la educaci¨®n superior y a las oportunidades profesionales. Su madre, una enfermera entregada al trabajo que se qued¨® viuda cuando Sonia ten¨ªa nueve a?os, la envi¨® a un colegio cat¨®lico, m¨¢s por razones de disciplina intelectual y moral que por una convicci¨®n estrictamente religiosa. Tras terminar los estudios secundarios, Sonia form¨® parte de la primera generaci¨®n de chicas y de estudiantes no blancos que fueron admitidos en la Universidad de Princeton, donde se licenci¨® en Derecho con excelentes calificaciones. Sigui¨® sus estudios de doctorado en Yale, universidad en la que adem¨¢s fue editora de la Yale Law Review.
La mayor¨ªa de los estadounidenses que creen en la importancia de la igualdad sexual y racial acogi¨® favorablemente el nombramiento del presidente. Pero este nombramiento tambi¨¦n provoc¨® opiniones hostiles con respecto a ciertos posiciona-mientos personales atribuidos a la juez Sotomayor y acusaciones de que algunas de sus declaraciones p¨²blicas se pod¨ªan interpretar como un "racismo a la inversa". El declive del sexismo y del racismo en la sociedad americana no significa que est¨¦n resueltas todas las reivindicaciones leg¨ªtimas (ni que hayan desaparecido los comentarios o los infundios racistas). Pero en un art¨ªculo tan breve me parece m¨¢s importante examinar las cuestiones reales que los comentarios racistas de siempre. En realidad, aparte de una minor¨ªa cavern¨ªcola del Partido Republicano y de la prensa amarilla, pr¨¢cticamente todos los comentaristas han admirado su val¨ªa profesional y no han puesto en duda su capacidad para el cargo.
Lo que m¨¢s ha inquietado a muchos estadounidenses fervientes defensores de los derechos civiles y de la igualdad racial es una declaraci¨®n -profusamente citada en los medios- hecha en el transcurso de una larga conferencia, pronunciada en el a?o 2001, en la que se abordaban cuestiones raciales y se llamaba a la acci¨®n positiva. Era una conferencia m¨¢s o menos informal en la que el p¨²blico pod¨ªa interrumpir ocasionalmente a la oradora con sus preguntas, y en un momento determinado, Sotomayor declar¨® lo siguiente: "Una latina inteligente, capaz de utilizar toda su rica experiencia vital, tendr¨¢, por lo general, una visi¨®n m¨¢s completa a la hora de dictaminar que un var¨®n blanco que no ha tenido el mismo tipo de vida. O eso es lo que yo esperar¨ªa". Es evidente que lo que quer¨ªa decir Sotomayor es que las personas que han sido v¨ªctimas de los prejuicios racistas o sexistas podr¨ªan ser m¨¢s conscientes que el var¨®n blanco medio de la injusticia que tales prejuicios implican. Pero tambi¨¦n es evidente que si un blanco (o una blanca) hubiera hecho una declaraci¨®n parecida en una charla sobre las actitudes y aptitudes raciales, el p¨²blico, al menos en los ¨²ltimos a?os, habr¨ªa tenido una reacci¨®n muy negativa, por excelente que fuera su discurso en otros aspectos.
En mi opini¨®n, lo que significa esta declaraci¨®n, en boca de la juez Sotomayor, es que, aunque el pueblo estadounidense en su conjunto ha progresado mucho en las ¨²ltimas d¨¦cadas en el camino hacia una igualdad real de ambos sexos y de todas las razas, en ciertos momentos sigue siendo muy dif¨ªcil no pensar en el largo trecho que nos queda todav¨ªa para alcanzar la igualdad completa. En el contexto de una prolongada charla y, probablemente, en un estado de cansancio f¨ªsico, Sotomayor hizo una declaraci¨®n que entra?aba la posibilidad de que en aquellos casos en los que se juzga a personas de una minor¨ªa determinada, s¨®lo un miembro de la misma minor¨ªa cuente con la experiencia personal necesaria para emitir un juicio justo y certero.
En el caso de la juez Sotomayor, no es esta declaraci¨®n lo que hay que llevar a examen, sino sus aproximadamente 400 resoluciones y fallos judiciales. La mayor¨ªa de los expertos que las han examinado afirma que en los 18 a?os que lleva en la carrera judicial siempre ha dictaminado con arreglo a las leyes relevantes y a los hechos espec¨ªficos, y no en funci¨®n de sus sentimientos personales o de su defensa, fuera del estrado, de las organizaciones y movimientos sociales que abogan por la creaci¨®n de mayores oportunidades para la minor¨ªa latina.
La declaraci¨®n de Sotomayor citada m¨¢s arriba, al igual que todas las referencias a su apoyo a las organizaciones pro latinas, no supone, en mi opini¨®n, menoscabo alguno de sus m¨¦ritos profesionales. Sencillamente, ilustra el hecho de que los sentimientos raciales y sexistas siguen teniendo un papel en la vida emocional de la mayor parte de los seres humanos. Pero dado que sus pronunciamientos profesionales son la prueba fehaciente de que Sotomayor no permite que esos sentimientos penetren en sus considerandos judiciales, s¨®lo alguien decidido a impedirle la entrada en el Tribunal Supremo, en raz¨®n de sus simpat¨ªas pol¨ªticas progresistas, la acusar¨ªa de "racismo".
Todav¨ªa m¨¢s importante en estas circunstancias concretas es que el ultraconservador presidente del Tribunal Supremo actual fue mayoritariamente aceptado sin que nadie censurara los numerosos comentarios sarc¨¢sticos, con respecto a las mujeres y las minor¨ªas, que hizo -y no s¨®lo de palabra, sino tambi¨¦n por escrito- cuando trabajaba en el Ministerio de Justicia durante el mandato del presidente Reagan.
Pero lo m¨¢s importante de todo es que los seres humanos de todas las razas y orientaciones sexuales aprendan a pensar en s¨ª mismos, y en los dem¨¢s, en primer lugar, como seres humanos, y en segundo lugar, o incluso m¨¢s abajo en la lista de rasgos definitorios, como miembros de un grupo ¨¦tnico.
Gabriel Jackson es historiador estadounidense. Traducci¨®n de Pilar V¨¢zquez.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.