La dictadura de los mul¨¢s
Los acontecimientos de Ir¨¢n pueden verse de dos formas: la primera ata?e a los mismos iran¨ªes; la segunda, a la situaci¨®n estrat¨¦gica mundial.
En el plano interior, cuantos m¨¢s d¨ªas pasan, m¨¢s claro queda que los iran¨ªes han sido v¨ªctimas de una mascarada. Las elecciones no tuvieron de tales sino el nombre. Se dice que en algunos lugares hubo m¨¢s del 100% de votantes. Se trata, muy probablemente, de un enorme fraude con el fin de dar un barniz democr¨¢tico a la dictadura de los mul¨¢s. "Dictadura", ¨¦sa es la palabra, pues todos hemos podido ver c¨®mo las milicias armadas daban caza a los manifestantes. Hay que precisar, por otra parte, que las elecciones presidenciales fueron organizadas -y s¨®lo eran posibles- desde el interior del campo religioso. Aquel que aparece como reformista y, manifiestamente, encarna las aspiraciones de una gran parte del pa¨ªs a un poco de libertad, Mir Hosein Musav¨ª, fue tambi¨¦n primer ministro y uno de los disc¨ªpulos favoritos del gu¨ªa supremo.
Del talante del poder iran¨ª depender¨¢ tambi¨¦n el destino de la regi¨®n
En cada recodo de la vida p¨²blica iran¨ª es posible comprobar que los poderes oficiales a menudo son pura fachada y que, en realidad, las decisiones estrat¨¦gicas y pol¨ªticas siguen siendo patrimonio del gu¨ªa supremo y de su entorno. Desde sus comienzos, la Rep¨²blica Isl¨¢mica reposa sobre una doble legitimidad: la de los mul¨¢s y la de las urnas (su establecimiento se decidi¨® en refer¨¦ndum), y es esta doble legitimidad la que est¨¢ ahora en cuesti¨®n. Evidentemente, hay que desear que quienes se reconocen en esa revoluci¨®n verde puedan ver sus aspiraciones cumplidas y conseguir que prevalezca ese m¨ªnimo de libertad que piden; eso s¨ª, sin hacerse demasiadas ilusiones: desgraciadamente, el sistema est¨¢ bien encorsetado.
En el plano estrat¨¦gico, Ir¨¢n se halla en el centro de la reconstrucci¨®n de los nuevos equilibrios mundiales, en una regi¨®n en la que se enfrentan todas las grandes potencias, tanto las actuales, como las que aspiran a serlo -India y China- o a recuperar ese estatus -Rusia-. De la situaci¨®n en Ir¨¢n pueden depender en parte las relaciones entre Europa y Rusia, al menos en lo que al aprovisionamiento de gas y petr¨®leo se refiere. Del talante del poder iran¨ª depender¨¢ tambi¨¦n el destino de Afganist¨¢n: resulta dif¨ªcil abordar la pacificaci¨®n de al menos un tercio del territorio afgano sin el aval de este poderoso vecino. Pero, sobre todo, de la naturaleza del poder que se instale en Teher¨¢n depender¨¢ en buena medida la actitud de Hezbol¨¢, en L¨ªbano, y la de Ham¨¢s, en Gaza. Eso sin olvidar el futuro de Irak, donde, d¨ªa tras d¨ªa, se va consolidando una rep¨²blica mayoritariamente chi¨ª. Ahora bien, desde la revoluci¨®n de 1979, la capital del chiismo es Teher¨¢n. ?Resistir¨¢n su poder de atracci¨®n los chi¨ªes de Irak?
Finalmente, sabemos que la gran cuesti¨®n es la de la energ¨ªa nuclear destinada al uso militar. Hay dos tesis a este respecto: la primera, la m¨¢s optimista, pretende que un cambio de poder en Teher¨¢n, y el nombramiento de Musav¨ª, facilitar¨ªan las negociaciones y permitir¨ªan llegar a un compromiso basado en un destino civil para la energ¨ªa nuclear.
La segunda, que parece ser la de EE UU, consiste en recordar que Musav¨ª y Ahmadineyad tienen el mismo objetivo: dotar a Ir¨¢n del arma nuclear. Este an¨¢lisis explica la mesura de Barack Obama, que ha expresado su preocupaci¨®n, pero, al menos a ojos de ciertos analistas norteamericanos, se ha mostrado algo tibio.
Para explicar la prudencia estadounidense, hay que tener en cuenta que hace apenas unos d¨ªas, en El Cairo, Obama present¨® sus excusas por las injerencias norteamericanas en Ir¨¢n durante la guerra fr¨ªa. En cierto modo, ahora se encuentra atrapado en una trampa. En efecto, una parte de la opini¨®n p¨²blica, lo mismo que aquellos que luchan por la libertad en Ir¨¢n, desear¨ªan m¨¢s firmeza por parte de EE UU a medida que se endurec¨ªa la represi¨®n. Pero ya est¨¢ claro que el desarrollo de la crisis iran¨ª hace peligrar las tres bases sobre las que Obama quiere reconstruir la diplomacia norteamericana (transformar la imagen de EE UU en el mundo ¨¢rabe, volver a situar el conflicto israelopalestino en el centro y, sobre todo, fomentar la alianza de los moderados ¨¢rabes contra los extremistas).
En este periodo tan delicado, hay que llamar la atenci¨®n sobre la actitud de Rusia y China, que se han apresurado a felicitar a Ahmadineyad. Se dir¨ªa que las dictaduras se reconocen entre s¨ª. Por supuesto, hablando con propiedad, Rusia no es una dictadura, pero se puede considerar que su actitud respecto a Ir¨¢n es un reflejo de su tendencia actual: autoritaria en el interior y propensa a restituir los reflejos antioccidentales en el exterior. Por todas estas razones, hay que seguir los acontecimientos de Teher¨¢n con la mayor atenci¨®n, pues su evoluci¨®n puede determinar el grado de violencia o no violencia, no s¨®lo dentro de Ir¨¢n, sino tambi¨¦n a su alrededor.
TRADUCCI?N DE JOS? LUIS S?NCHEZ-SILVA
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