Las que m¨¢s tienen que perder
Las mujeres iran¨ªes han estado en primera l¨ªnea de la revuelta a favor de las reformas
Las im¨¢genes de Neda desangr¨¢ndose han convertido a su desafortunada protagonista en un s¨ªmbolo de la actual contestaci¨®n contra el r¨¦gimen iran¨ª. No es casual que se trate de una mujer. Desde el primer d¨ªa de las protestas, las iran¨ªes han estado en primera l¨ªnea. Se las ha visto interponerse entre los milicianos basiy¨ªs y los muchachos, increpando a los antidisturbios y se?alando rutas de escape cuando los polic¨ªas cargaban contra los manifestantes. Junto a los j¨®venes, ellas son las que m¨¢s tienen que perder con el actual status quo. "Las mujeres participamos igual que los hombres para protestar por el resultado electoral, pero tambi¨¦n contra la violaci¨®n de nuestros derechos", declara Khadije Moghaddam, activista de los derechos de la mujer y fundadora del Consejo Nacional de la Paz. As¨ª lo recuerdan en sus carteles, en los que puede leerse Musav¨ª, igualdad, tal como se?ala esta mujer, que result¨® herida durante la manifestaci¨®n del s¨¢bado.
Musav¨ª prometi¨® en su campa?a trabajar a favor de la igualdad con los hombres
Los ¨²ltimos cuatro a?os han supuesto el retroceso de los derechos femeninos
La situaci¨®n de las iran¨ªes ha retrocedido en la pr¨¢ctica durante el primer mandato de Mahmud Ahmadineyad. Restricciones que se hab¨ªan relajado durante su predecesor, el reformista Mohamed Jatam¨ª, han vuelto a imponerse y la polic¨ªa de la moral se ha ensa?ado particularmente con ellas.
Miles de mujeres han sido detenidas o intimidadas en los ¨²ltimos cuatro a?os por no ajustarse al estricto c¨®digo de vestimenta impuesto desde la revoluci¨®n isl¨¢mica, y que exige que se cubran la cabeza y escondan las formas de su cuerpo bajo una bata ancha hasta la rodilla. "La mitad de las participantes son mujeres, pero no se puede dividir este movimiento c¨ªvico, las mujeres somos parte de ¨¦l", asegura Syma Sayyah. Esta activista social insiste en que no se trata "ni del velo, ni del divorcio, sino de la propia existencia". "Me llama la atenci¨®n que j¨®venes y mayores est¨¢n juntos en esto. La gente quiere tener una vida normal y aqu¨ª no existen libertades civiles", recuerda.
Sin duda, pero es que, adem¨¢s, muchas de ellas simpatizaron con las promesas del principal candidato de la oposici¨®n, Mir Hosein Musav¨ª, quien durante la campa?a prometi¨® trabajar a favor de su igualdad legal con los hombres. Sus palabras, refrendadas por la presencia en sus m¨ªtines de su mujer, Zahra Rahnavard, lograron que prominentes mujeres iran¨ªes le apoyaran.
La legislaci¨®n iran¨ª, basada en la shar¨ªa (ley isl¨¢mica), convierte a las mujeres en ciudadanas de segunda. Heredan la mitad que sus hermanos varones, no tienen derecho al divorcio ni a la custodia de los hijos mayores de siete a?os y s¨®lo recientemente han conseguido que las aseguradoras tengan que pagarles igual indemnizaci¨®n en caso de accidente. Desde que en el verano de 2006 se lanzara la Campa?a del mill¨®n de firmas para pedir a las autoridades el fin de esa discriminaci¨®n, decenas de activistas han sido encarceladas bajo la grav¨ªsima acusaci¨®n de "atentar contra la seguridad del Estado". No obstante, en opini¨®n de Sayyah, "la mayor¨ªa de las chicas que salen a la calle son distintas de los pocos cientos que participaban en las manifestaciones en pro de los derechos de la mujer". Para ella, ahora se trata de un objetivo m¨¢s amplio y por eso est¨¢ resultando m¨¢s dif¨ªcil de aplastar. "Siempre he apoyado las reivindicaciones feministas, pero me pareci¨® que se equivocaban al trabajar de forma separada del movimiento c¨ªvico", afirma. "Son muy valientes, y me he sentido como una cobarde por limitarme a ver las im¨¢genes en televisi¨®n".
Adem¨¢s del dram¨¢tico v¨ªdeo que capta los ¨²ltimos momentos de vida de Neda, hay otro bastante impresionante en el que una mujer de 45 o 50 a?os abraza a un joven que yace en el suelo y con su cuerpo le protege de los golpes que le propinan varios tipos de civil, con aspecto de basiy¨ªs, la milicia de voluntarios isl¨¢micos. No es la ¨²nica. "En teor¨ªa, los polic¨ªas no pueden tocarlas, pero est¨¢n recibiendo palos igual que los hombres", confirma una persona que ha asistido a la mayor¨ªa de las manifestaciones.
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