El enigma Berlusconi
?Por qu¨¦ Italia, madre del Renacimiento, gran dama de la cultura y cuna de la civilizaci¨®n occidental, ha elegido y reelegido para la jefatura de Gobierno a alguien como Silvio Berlusconi, a quien no se har¨ªa de menos diciendo que contrasta poderosamente con sus cultivados antecesores? La coyuntura de los a?os noventa, con la autovoladura de la URSS y la implosi¨®n de la Democracia Cristiana, que barajaron de nuevo las cartas de la pol¨ªtica en Europa, tuvieron mucho que ver con el surgimiento del creador de Forza Italia; los desmanes, desfachateces y chanchuller¨ªas de la llamada I Rep¨²blica Italiana indujeron, por a?adidura, una fatiga extrema en el ciudadano, una descreencia radical en la cosa p¨²blica, que le predispon¨ªa a probar algo diferente, sin excluir los m¨¢s audaces experimentos. Aunque la comparaci¨®n no ha de pasar de ah¨ª, no tan alejado es el caso de Hugo Ch¨¢vez en Venezuela.
La juventud no se toca, y ese desfile de jovencitas por sus propiedades tiene que haber molestado en Italia
El l¨ªder del centro-derecha italiano ha sido dos veces derrotado en las urnas en unas elecciones nacionales, lo que prueba que el terremoto Berlusconi se tom¨® su tiempo en cobrar fuerza, y que nada estaba escrito; pero las dos veces resurgi¨® de lo que a¨²n no eran sus cenizas, y al comenzar el siglo parec¨ªa ya una marea incontenible. Esto es, hasta las presentes elecciones municipales. Cierto que las ha ganado de nuevo, pero el declive es m¨¢s que aritm¨¦tico. En primera vuelta baj¨® s¨®lo dos puntos -de 37 a 35- con respecto a los ¨²ltimos comicios locales, pero las encuestas pronosticaban una oleada del 45%, y el votante afecto se ha quedado en casa en el refer¨¦ndum sobre la ley electoral.
Italia es un pa¨ªs antiguo, mediterr¨¢neo, cat¨®lico, famili¨®crata y c¨ªnico; o en versi¨®n m¨¢s generosa, esc¨¦ptico. R¨¦gis Debray afirm¨® en una ocasi¨®n que lo que diferenciaba a italianos de espa?oles era que a los transalpinos les faltaba columna vertebral, lo que tambi¨¦n puede entenderse como exceso de oportunismo. Pero, para carecer de ella, las cosas le hab¨ªan ido formidablemente bien a la Italia de la posguerra hasta los a?os noventa, mientras que con columna o sin ella, a la pol¨ªtica espa?ola le faltaba y le sigue faltando finezza, como dijo el divino Andreotti. Y ese pa¨ªs, hecho a todos los avatares, lleg¨® al hartazgo de aquella I Rep¨²blica con l¨ªderes tan doctos como que uno era especialista en santa Teresa; con su cr¨®nica incapacidad para que duraran los Gobiernos; con la trattativa como forma suprema de la pol¨ªtica. El descubrimiento de la tangentopoli, aquel complejo sistema de peaje para la redistribuci¨®n de la riqueza entre los partidos, que el pa¨ªs sufragaba para que nadie se quedara sin su parte del pastel, fue el golpe de gracia.
Silvio Berlusconi ha eludido, acusando imperturbablemente a sus adversarios de complot, la acci¨®n de la justicia, bien por prescripci¨®n de los delitos o por la aprobaci¨®n de leyes con las que se exculpaba con car¨¢cter retroactivo y futurible. Aunque la fuller¨ªa era obvia, tras haber soportado hasta la extenuaci¨®n la I Rep¨²blica, el ciudadano se dec¨ªa: granuja por granuja, probemos otro; alguien que hab¨ªa demostrado su capacidad como hombre de empresa, fabricante de riqueza. Y por eso le ha perdonado a Il Cavaliere trapisondas, restricciones mentales y tratamiento creativo de la verdad. Pero no hay peor consejero que el ¨¦xito, y el showman al que se le consent¨ªan impertinencias m¨¢s o menos graciosas, salidas de tono nacionales e internacionales, al que The Economist anatematiz¨® hace unos a?os sin que eso pareciera da?arle ante el votante, puede haber transgredido, sin embargo, un principio que los pa¨ªses antiguos, mediterr¨¢neos, cat¨®licos y famili¨®cratas, por muy c¨ªnico-oportunistas que sean, dif¨ªcilmente pasan por alto. La juventud no se toca, y esa procesi¨®n de jovencitas -velinas-, estipendiadas o no, que desfilaban por sus veraniegas propiedades, c¨®mplices plat¨®nicas o saturnales de los afectos de un caballero f¨ªsicamente reconstruido de 72 a?os, son un espect¨¢culo que tiene que haber molestado a muchos. A su lado, el hecho de que con dineros p¨²blicos se fletaran aviones para el traslado de las misses es menos que secundario.
La democracia y, pese al copo televisivo del poder, la libertad de expresi¨®n nunca han estado en peligro, como matizaba en un almuerzo romano Ezio Mauro, director de La Repubblica, el gran diario fundado por Eugenio Scalfari, y nada complaciente con el Il Cavaliere. Pero el berlusconato, que ya rateaba con la crisis econ¨®mica universal, presenta s¨ªntomas de agotamiento. El enigma podr¨ªa haber sido tan s¨®lo un acertijo pasajero.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.