La orquesta de Do?a Helga
El conjunto sinf¨®nico valenciano consolida su primac¨ªa con Mehta
"Lo que diga Do?a Helga". Es la frase m¨¢s repetida en el Palau de las Arts Reina Sof¨ªa. Helga Schmidt (Viena, 1941), intendente y directora art¨ªstica, es el epicentro del gran se¨ªsmo que busca convertir a Valencia en una ciudad l¨ªrica de primera referencia. Curiosamente, en el departamento de prensa no tienen una biograf¨ªa suya. Se la han pedido muchas veces, pero Do?a Helga, como la llaman los cerca de 300 empleados que trabajan en la casa, siempre tiene alguna urgencia que atender antes de decidirse a redactarla.
Estos d¨ªas tienen lugar las ¨²ltimas representaciones de El anillo del nibelungo, de Richard Wagner, que se ha programado en dos ciclos, dirigidos por Zubin Mehta con la producci¨®n de La Fura dels Baus, secci¨®n Carlus Padrissa. Un tour de force con el que Do?a Helga ha visto culminado el "sue?o" que tuvo nueve a?os atr¨¢s, cuando le fue ofrecido ponerse al frente del nuevo auditorio. Ya entonces puso como condici¨®n formar una orquesta de primer nivel. Para ella, ¨¦se fue siempre el pilar principal en que deb¨ªa sustentarse todo el contenido art¨ªstico del futurista edificio de Santiago Calatrava, clavado en el antiguo lecho del Turia. Pero para ello necesitaba dinero. De lo contrario no iba a haber trato.
"Percib¨ª que la ciudad ten¨ªa hambre de m¨²sica", afirma el director
La tetralog¨ªa wagneriana es una apuesta de riesgo para un teatro joven
El dinero se lo dio la Presidencia de la Generalitat valenciana. Abundante, para lo que son los par¨¢metros espa?oles: 32 millones de euros para montar la primera temporada (2006-2007), que se redujeron a 29 en la segunda y a 24 en esta tercera. Era la condici¨®n sine qua non para fichar a primeras batutas que simbolizaran medi¨¢ticamente la apuesta valenciana por la l¨ªrica de calidad. El resto lo pondr¨ªan la agenda y la capacidad de seducci¨®n de Do?a Helga.
?De d¨®nde ven¨ªa esa agenda maravillosa? Por supuesto de cuando fue directora art¨ªstica del Covent Garden de Londres, por donde pasaron todos los grandes, Carlos Kleiber incluido, de quien conserva recuerdos entra?ables, como el abrigo de Alban Berg que su viuda le regal¨® con motivo del estreno de Wozzeck. En realidad, esa agenda la llevaba en el bolsillo desde ni?a, sin ser consciente de su utilidad futura. Su padre, director de orquesta y pianista, hab¨ªa sido asistente de F¨¹rtwangler en La flauta m¨¢gica que mont¨® en Salzburgo, con decorados de Oskar Kokoschka, a mitad de la d¨¦cada de los cincuenta. La casa de verano de los Schmidt en la ciudad natal de Mozart era frecuentada, entre otros, por Bruno Walter, Otto Klemperer y Karl B?hm ("sol¨ªa jugar a cartas con mi padre, yo le llamaba Onkel [t¨ªo] Karl. M¨¢s tarde propici¨¦ su debut en Covent Garden"). No sorprende que con semejantes antecedentes, Do?a Helga, con apenas 22 a?os, fuera asistente de Der Gott (Dios), el mism¨ªsimo Karajan. De manera que cuando Do?a Helga llam¨® a Lorin Maazel para proponerle que fuera titular de una orquesta que no exist¨ªa en un auditorio por inaugurar, se puso al tel¨¦fono. "Le convenc¨ª con el argumento de que, desde ni?o, lo hab¨ªa hecho pr¨¢cticamente todo en m¨²sica
[violinista, director, compositor], salvo formar una orquesta. Me contest¨® que eso exig¨ªa tiempo, pero que lo har¨ªa si le aseguraba el respaldo econ¨®mico".
El respaldo econ¨®mico lo tuvo; tiempo, no mucho. Las audiciones para seleccionar a los m¨²sicos dieron comienzo en Valencia en octubre de 2005, siguieron en Mil¨¢n, Helsinki, Nueva York y Par¨ªs. En total se presentaron 5.230 m¨²sicos, de entre los que fueron seleccionados los 91 de la actual plantilla. El debut oficial de la Orquestra de la Comunitat Valenciana tuvo lugar tres a?os despu¨¦s, el 8 de octubre de 2006, y el debut oper¨ªstico unos d¨ªas despu¨¦s, el 25, cuando estren¨® Fidelio. Pero el podio no lo ocup¨® Maazel, sino otra perla de la agenda de Do?a Helga, tambi¨¦n fichada para la causa: Zubin Mehta (con contrato hasta 2014; Maazel acaba de renovar por dos a?os, hasta 2011). Se trata pues de una orquesta con dos padres. Madre es sabido que no puede haber m¨¢s que una.
"Desde aquel Fidelio percib¨ª que Valencia ten¨ªa hambre de m¨²sica", cuenta Mehta en un descanso de ensayo. "Empezamos sin llenar el aforo, pero ahora para los dos ciclos del anillo se han agotado las localidades. Ha empezado a captarse p¨²blico internacional. Adem¨¢s, contamos con la colaboraci¨®n de Pl¨¢cido Domingo, que desarrolla un trabajo enorme por la m¨²sica en este pa¨ªs". M¨¢s que interrumpirle durante la pausa, a Mehta conviene observarle durante un ensayo con la orquesta. Hablando todas las lenguas -los 91 profesores proceden de 28 pa¨ªses, 23 de ellos son espa?oles-, se le escucha pedir contenci¨®n al conjunto porque "al crescendo le queda todav¨ªa un largo camino por recorrer", o a los metales que bajen el volumen ("?It's still too loud!") y "oscurezcan" el sonido, o a los violines que saquen un pasaje "espressivo, ma non vibrato". La excelencia exige un trabajo minucioso. Luego todo eso se reflejar¨¢ en La valquiria: en la calidad de los violonchelos en pianissimo creando la sofocante atm¨®sfera de los welsungos, en el estallido t¨ªmbrico de la primavera de Sigmund (?gran Pl¨¢cido!) o en el brillo de los metales anunciando el Walhalla.
Pero a Do?a Helga le quedaba a¨²n una pata por resolver: poner ese presupuesto y su no menos maravillosa agenda al servicio del "evento ¨²nico". La tetralog¨ªa wagneriana es una apuesta de riesgo para un teatro con s¨®lo tres temporadas a cuestas, pero, de salir bien, es garant¨ªa de hito. "Desde 2000 le daba vueltas a una producci¨®n con el Maggio
[el festival al que est¨¢ vinculado Mehta] dirigida esc¨¦nicamente por La Fura dels Baus. Se lo propuse a Padrissa y viajamos a Florencia, donde Mehta se mostr¨® entusiasmado".
Padrissa ha confesado que por la ¨¦poca conoc¨ªa muy poco la summa wagneriana. Se tir¨® de cabeza a estudiarla, utilizando varias versiones, entre ellas la de Ch¨¦rau / Boulez que subrepticiamente Do?a Helga le hab¨ªa hecho llegar, cabe concluir que no tanto para que tomara de ella alguna referencia est¨¦tica, sino justamente por su car¨¢cter de hito del Bayreuth de los a?os 70. "Lo ¨²nico que suger¨ª a Padrissa es que dejara mucho espacio libre en escena, en este espacio extraordinario dise?ado por Calatrava". En cierto modo, Do?a Helga le estaba pidiendo al director esc¨¦nico un regreso a la dramaturgia de la luz de Wieland Wagner. Pero Padrissa calar¨ªa el simbolismo en su particular mundo tecnol¨®gico, ayudado por las cuidadas filmaciones de Franc Aleu.
Se podr¨¢n poner a esta operaci¨®n las objeciones que se quieran. Hay, desde luego, en todo esto un cierto tufo de florentinismo, de manejo alegre del talonario cuando los tiempos demandan m¨¢s bien contenci¨®n del gasto, de b¨²squeda sin descanso del gran titular. El presidente valenciano, Francisco Camps, no enga?¨® cuando dijo que el Palau de les Arts iba a incluir a Valencia en el escenario de las grandes producciones. Para eso llam¨® a Do?a Helga: para que all¨ª se hiciera lo que ella dijera. Nadie discute lo que dice Do?a Helga. Acaso ah¨ª est¨¦ su l¨ªmite.
![Helga Schmidt, directora art¨ªstica de la orquesta valenciana.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/IVILYY3BVUNEA6CMNWL2RN2GTA.jpg?auth=c0603213a567efc4cd7f14536c8bcb9fb8fbbea9c4ae1bff1bd6e8bb4de6bf93&width=414)
![Un ensayo de la Orquesta Sinf¨®nica de la Comunidad Valenciana.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/VVXJRWCENWB5YQBIQXOY5FTNCI.jpg?auth=a362e41b9b1185604e3b5513c946a403d4b1da8ca7799662576d0558baab49eb&width=414)
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