El Gobierno exige al general V¨¢squez que acuartele las tropas
El presidente Zelaya mide sus fuerzas con el jefe de las Fuerzas Armadas
El presidente destituye al general insurrecto pero no nombra a su sustituto. El general saca a sus soldados a la calle pero los vuelve a acuartelar un d¨ªa despu¨¦s. Tanto el presidente de Honduras, Manuel Zelaya, como el jefe de las Fuerzas Armadas, el general Romeo V¨¢squez, se amagan sin darse, intentando uno y otro apagar un fuego que ellos mismos avivaron el pasado jueves y que ya ha prendido en toda la poblaci¨®n.
La piedra de toque ser¨¢ hoy. Si el presidente del Gobierno consigue que los ciudadanos vayan a votar a favor de la reelecci¨®n presidencial sin que el Ej¨¦rcito intente evitar una consulta que considera ilegal, habr¨¢ ganado. Si, por el contrario, los militares salen a las calles, nadie sabe qu¨¦ podr¨¢ suceder en Honduras.
Uno y otro, presidente y general, parecen prisioneros de sus propios partidarios. Manuel Zelaya ya no puede dar marcha atr¨¢s en su pretensi¨®n de que el pueblo se pronuncie sobre la reforma de la Constituci¨®n. No se lo perdonar¨ªan ni sus partidarios -las organizaciones obreras, campesinas e ind¨ªgenas- ni sus aliados en la regi¨®n -encabezados por el presidente venezolano Hugo Ch¨¢vez-, pero adem¨¢s ser¨ªa interpretado como un gesto inequ¨ªvoco de debilidad.
En el otro lado del cuadril¨¢tero, el general Romeo V¨¢squez. Los obispos, los empresarios, los jueces, los militares en la reserva y los pol¨ªticos -hasta los del mismo partido que el presidente- piden que la consulta no se lleve a cabo. Pero Romeo no termina de decidirse. Incluso uno y otro intercalan en sus discursos de guerra un gui?o de aproximaci¨®n. Dice el presidente: "V¨¢squez ha sido un buen general". Dice el general: "El presidente Zelaya es un patriota que ha brindado excelentes servicios al pa¨ªs".
El jefe de Gobierno va m¨¢s all¨¢. En declaraciones a este peri¨®dico, admiti¨® estar buscando una salida a la situaci¨®n. "Yo creo que la burgues¨ªa de este pa¨ªs est¨¢ extorsionando al general V¨¢squez. Para ellos, es s¨®lo una herramienta y espero que ¨¦l se d¨¦ cuenta. Yo deseo que el general y yo nos entrevistemos en las pr¨®ximas horas. No s¨®lo lo voy a llamar como jefe, sino tambi¨¦n como amigo. Ha hecho cosas que no deb¨ªa haber hecho, pero somos cristianos, y sabemos distinguir entre el pecado y el pecador". ?Usted espera todav¨ªa alg¨²n gesto por parte del general? "S¨ª, todav¨ªa es posible que lleguemos a alg¨²n acuerdo. Si hay alg¨²n mecanismo por el que pudi¨¦ramos enmendar su imagen, yo lo har¨ªa. Si no existe, pues mala suerte".
Las calles de Tegucigalpa volvieron ayer a una tranquilidad que no se ve¨ªa desde el mi¨¦rcoles. Con un cicl¨®n tropical asomando por el Atl¨¢ntico, nuevos casos de gripe A, la alerta por terremotos activada, las maras (bandas) matando todos los d¨ªas y la pobreza instalada en el c¨®digo gen¨¦tico del pa¨ªs, lo que menos necesita Honduras ahora es que los gobernantes se dise?en leyes a su medida y los militares, espoleados por la Iglesia y la derecha m¨¢s rancia, empiecen a sentir nostalgia de sus m¨¢s antiguas querencias.
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