Adivina qu¨¦ crisis viene esta noche
En una crisis financiera de las dimensiones de la actual sorprende que a¨²n no se haya producido algo que suele ir inevitablemente asociado a esta clase de situaciones: las convulsiones en los mercados de divisas.
Efectivamente, haciendo un repaso de los momentos m¨¢s delicados por los que pas¨® la econom¨ªa mundial a lo largo del siglo XX, siempre la crisis de una moneda m¨¢s importantes (o de todo el sistema de relaciones entre ellas) aparece como uno de los elementos m¨¢s destacados.
As¨ª, los a?os setenta, tan problem¨¢ticos, antes que con sus dos crisis energ¨¦ticas se inauguraron con la decisi¨®n del presidente de EE UU Richard Nixon de declarar el d¨®lar no convertible en oro a partir del 15 de agosto de 1971 (hasta entonces tal conversi¨®n era posible y, de hecho, el General De Gaulle amenaz¨® a los EE UU con exigirla para los d¨®lares en poder del Banco de Francia). Despu¨¦s vendr¨ªan las dos crisis energ¨¦ticas, la inflaci¨®n y el estancamiento.
M¨¢s reciente est¨¢ en el recuerdo de los europeos en general y de los espa?oles en particular el que la recesi¨®n econ¨®mica de los primeros a?os noventa coincidiera con un fuerte deterioro de la relaci¨®n entre las monedas que formaban el Sistema Monetario Europeo; tan fuerte, que la libra esterlina y la lira se vieron obligadas a abandonarlo, mientras que la peseta pasaba por el calvario de sufrir tres devaluaciones diferentes entre 1992 y 1993.
A pesar de las enormes diferencias, la tendencia a comparar la crisis actual con la Gran Depresi¨®n de los a?os treinta ya casi ha adquirido carta de naturaleza. Uno de los elementos distintivos de aquella crisis, que no han tenido su correlato en ¨¦sta, es el desmoronamiento primero y la desaparici¨®n despu¨¦s de lo que entonces era la base de las pol¨ªticas monetarias y de las relaciones de cambio internacionales, el patr¨®n oro. Desde comienzos de la d¨¦cada de los treinta y a pesar de haber sido restaurado tras la I Guerra Mundial, todos fueron abandon¨¢ndolo paulatinamente. Nada comparable ha sucedidoen esta ocasi¨®n.
Es decir, en cada una de esas tres grandes crisis, las dudas sobre la conveniencia de mantener el patr¨®n oro, sobre la capacidad del d¨®lar de continuar siendo el pivote del nuevo orden monetario internacional nacido de Bretton Woods, o sobre la estabilidad del Sistema Monetario Europeo acompa?aron a los problemas econ¨®micos del momento. ?Va a ser diferente esta vez?
- A?oranza de una crisis
Parece, pues, sorprendente el que esta vez los problemas no se hayan trasladado al mercado de divisas. De hecho, solo han apuntado en esa direcci¨®n los comentarios de algunos responsables pol¨ªticos o monetarios que, so capa de expresar alguno de sus deseos o temores, parecen estar convocando unos cambios que, cuando lleguen, no se producir¨¢n sin traumas.
En efecto, durante los tres ¨²ltimos meses, desde el gobernador del Banco de China (Zhou Xiaochuan) hasta el Presidente ruso (Dmitry Medvedev) pasando por el gobernador del Banco de Inglaterra (Mervyn King) todos han apuntado, abiertamente o no, a un problema, imaginario por ahora, que un buen d¨ªa podr¨ªa hacerse realidad: la crisis del d¨®lar. La inquietud proviene de que sus respectivos bancos centrales mantienen, como todos, una enorme porci¨®n de sus reservas de divisas en d¨®lares, buena parte de las cuales est¨¢n invertidas en deuda p¨²blica norteamericana (las de China, que ascienden a un contravalor en d¨®lares de dos billones, son las m¨¢s importantes del mundo).
?Por qu¨¦ una crisis del d¨®lar? Es verdad que tras la experiencia de las d¨¦cadas de los setenta y ochenta la crisis en los mercados de divisas se identificaba con las crisis del d¨®lar. Incluso cuando ¨¦ste mostraba su mayor fortaleza, a mediados de la era Reagan, esa misma fuerza se consideraba un problema que necesitaba correcci¨®n y se hac¨ªan cumbres internacionales para alcanzar acuerdos (entonces del G-5) para acordar la manera de debilitarlo.
Sin embargo, desde hace casi 25 a?os, el d¨®lar ha evolucionado de manera natural, fortaleci¨¦ndose o debilit¨¢ndose en ciclos m¨¢s o menos largos y sin que en los mercados de divisas se produjeran sustos inesperados. Es m¨¢s, el principal argumento para justificar una crisis del d¨®lar, el desmesurado gasto del gobierno USA, podr¨ªa aplicarse tambi¨¦n a las dem¨¢s monedas importantes.
La explicaci¨®n de la ausencia de una "crisis del d¨®lar" no es demasiado compleja: las grandes crisis en los mercados de divisas se produc¨ªan en los tiempos en que los sistemas que las ligaban eran r¨ªgidos, con lo que la presi¨®n sobre alguna de ellas terminaba produciendo saltos o discontinuidades en las fechas en las que se devaluaban o revaluaban; o en las que una de ellas perd¨ªa su cualidad m¨¢s apreciada (como ser convertible en oro), o en que resultaba imposible mantenerlas dentro de unos l¨ªmites prefijados (caso del Sistema Monetario Europeo).
- Los ciclos del d¨®lar
Desde Desde que, tras la II Guerra Mundial, el d¨®lar se convirtiera en el pivote del sistema financiero internacional, podr¨ªa decirse que inici¨® su declive secular. Probablemente ese declinar hab¨ªa comenzado un poco antes, con la devaluaci¨®n decretada por el Presidente de los EEUU Franklin Delano Roosevelt en 1933 (haci¨¦ndolo pasar de 20,67 a 35 d¨®lares/onza) y fue profundiz¨¢ndose con la aparici¨®n de econom¨ªas potentes que compet¨ªan con la norteamericana, fundamentalmente Alemania y Jap¨®n, y el fortalecimiento de sus monedas respectivas, el marco y el yen.
Ese declive secular del d¨®lar ha continuado durante las ¨²ltimas d¨¦cadas, acentuado por el papel que como moneda de reserva ha ido adquiriendo el Euro y tambi¨¦n por la potencia creciente de las econom¨ªas del Sudeste Asi¨¢tico. Y si bien no es la primera vez que se cuestiona su papel como moneda de reserva para los bancos centrales, hasta ahora ese cuestionamiento parec¨ªa cosa m¨¢s bien propia de servicio de estudios que de declaraciones de responsables de primeras potencias mundiales.
Los ciclos de fortaleza y debilidad del d¨®lar hacen que los argumentos a favor y en contra de estas tesis parezcan exagerados unas veces y timoratos otros.
Desde 1971 el d¨®lar ha tenido tres grandes movimientos: de debilidad hasta 1980; de fortaleza, durante los 22 a?os siguientes, y de debilidad desde 2002 de nuevo. Todo ello compatible con sub-per¨ªodos alternativos de debilidad o fortaleza dentro de cada una de las fases m¨¢s largas.
Ahora, en mitad de la crisis, el d¨®lar parece estarse comportando como lo hizo durante las recesiones econ¨®micas de los a?os setenta y ochenta en las que entr¨® con relativa fuerza, para debilitarse posteriormente y, finalmente, salir de la crisis reforzado. Este patr¨®n de comportamiento es perfectamente compatible con su declive secular o de largo plazo.
- No ser¨¢ una crisis del d¨®lar
Cuando hace unos meses el gobernador del Banco Central chino mostr¨® la desaz¨®n que le provocaba la futura evoluci¨®n del d¨®lar propuso la utilizaci¨®n de los Derechos Especiales de Giro (o SDR, por sus siglas en ingl¨¦s) como alternativa. Los SDR son una cesta de diferentes monedas (d¨®lar, euro, yen y libra en diferentes proporciones) que emite el FMI, se utilizan para el comercio y las finanzas internacionales y hoy por hoy no existen m¨¢s que en cantidades muy limitadas. Es tanto como proponer que el FMI juegue un papel mucho m¨¢s importante en el sistema financiero internacional.
La expresi¨®n de semejante deseo por parte de las autoridades chinas apunta de manera involuntaria a dos hechos que probablemente no desean tanto: la inclusi¨®n del yuan en ese grupo de monedas que forman los Derechos Especiales de Giro (quiz¨¢ tan pronto como el a?o que viene) y la presi¨®n para que el yuan sea declarado convertible. Con una econom¨ªa como la china, en v¨ªas de convertirse en la segunda m¨¢s importante del mundo, y si el yuan quiere jugar el papel que le corresponde en el comercio internacional, todo eso ser¨ªa la evoluci¨®n m¨¢s natural.
Para ello el yuan tendr¨ªa que abandonar antes el cors¨¦ que lo mantiene ligado al d¨®lar y que le impide flotar libremente en los mercados de cambio. Y ese momento, cuando llegue, ser¨¢ la discontinuidad en el mercado de divisas que a¨²n no ha tenido lugar en esta crisis ya que, probablemente cursar¨¢ con una gran apreciaci¨®n del yuan frente al d¨®lar, primero, y una apreciable depreciaci¨®n despu¨¦s (cuando el incremento del consumo interior en China lleve al incremento de las importaciones y a la disminuci¨®n de sus reservas de divisas).
La crisis que a¨²n no se ha producido ser¨¢ pues, si llega, una crisis del yuan (aunque en alg¨²n momento pueda parecer que es una crisis del d¨®lar). Con independencia de que ambos vayan a jugar un papel dominante en el futuro, disput¨¢ndose, si la transici¨®n pol¨ªtica en China no lo desbarata todo, la hegemon¨ªa mundial. -
Juan Ignacio Crespo es director en Thomson Reuters.
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