Brasil entierra el sue?o de EE UU
La 'canarinha' consigue su tercer t¨ªtulo de la Copa Confederaciones tras remontar dos goles ante la selecci¨®n norteamericana, que roz¨® la haza?a
La Copa Confederaciones de Sur¨¢frica casi acab¨® siendo el mundo del f¨²tbol al rev¨¦s, la constataci¨®n una vez m¨¢s de lo imprevisible que es el deporte m¨¢s popular del planeta. Al final, la l¨®gica se impuso y Brasil venci¨® a Estados Unidos en la final (su tercer t¨ªtulo en esta competici¨®n) tras una ¨¦pica remontada en Johanesburgo. ?Pero qui¨¦n se habr¨ªa imaginado que la selecci¨®n estadounidense, tras perder sus dos primeros partidos, vencer¨ªa a Espa?a en las semifinales y se ir¨ªa al descanso contra Brasil con una ventaja de dos goles? En el estadio Ellis Park se han dado milagros en los ¨²ltimos a?os tanto en el f¨²tbol como en el rugby, en ambos casos atribuidos por los surafricanos a la Mandela magic, la magia Mandela. Durante la mayor parte de la final de anoche parec¨ªa que est¨¢bamos ante un nuevo fen¨®meno, el efecto Obama, trasladado a un deporte que en Estados Unidos, y s¨®lo en Estados Unidos, es minoritario.
ESTADOS UNIDOS 2 - BRASIL 3
Estados Unidos: Howard; Spector, Onyewu, DeMerit, Bocanegra; Dempsey, Clark (Casey, m. 87), Feilhaber (Bornstein, m. 74), Donovan; Altidore (Kljestan, m. 74) y Davies. No utilizados: Guzan, Robles; Pearce, Beasley, Wynne, Adu, Torres, Bradley y Califf.
Brasil: Julio C¨¦sar; Maicon, Lucio, Luis?o, A. Santos (Daniel Alves, m. 66); Gilbero Silva, Felipe Melo; Ramires (Elano, m. 66), Kak¨¢; Robinho y Luis Fabiano. No utilizados: V¨ªctor, Gomes; Kl¨¦ber, Miranda, Josu¨¦, Baptista, Kl¨¦berson, Pato, Nilmar y Juan.
Goles: 1-0. M. Dempsey. 2-0. M. 27. Donovan. 2-1. M. 46. Luis Fabiano. 2-2. M. 73. Luis Fabiano. 2-3. M. 84. Lucio, de cabeza.
?rbitro: Martin Hansson (Suecia). Amonest¨® a Bocangera, Melo, A. Santos y Lucio.
Ellis Park Stadium: 60.000 espectadores. Antes del partido, el hijo de Marc-Vivien Fo¨¦ homenaje¨® a su padre, fallecido en la Copa Confederaciones de 2003.
El alivio y el j¨²bilo de los brasile?os dieron la medida de la haza?a estadounidense
Los primeros diez minutos del partido no dieron ning¨²n motivo para pensar que este torneo volver¨ªa a dar una sorpresa. La selecci¨®n estadounidense parec¨ªa tener los cartuchos quemados tras la heroica defensa que mont¨® contra Espa?a y la brasile?a se paseaba por el campo con confianza y fluidez. Hasta que marc¨® Dempsey en el primer ataque norteamericano y su equipo se lo empez¨® a creer. Brasil chocaba permanentemente contra el mismo muro defensivo que neutraliz¨® los 29 remates de Espa?a el mi¨¦rcoles pasado. Tras esta competici¨®n, el central Onyewu, fr¨ªo y monumental, tiene que haber despertado el inter¨¦s de alguno de los grandes clubes europeos.
Y, entonces, Estados Unidos marc¨® el segundo gol, fruto de un contraataque impecable, de manual, que empez¨® en el borde de su ¨¢rea. Cinco toques y Donovan, otro h¨¦roe contra Espa?a, coloc¨® un zurdazo ante el que el gran portero brasile?o, Julio C¨¦sar, qued¨® indefenso.
Nada m¨¢s arrancar el segundo tiempo, el sue?o de Estados Unidos se empez¨® a esfumar. Luis Fabiano marc¨® un maravilloso gol desde el borde del ¨¢rea. Ten¨ªa que ser un gran tiro, raso y rozando el palo, para superar a Howard, el mejor portero del torneo, candidato (la selecci¨®n espa?ola no lo cuestionar¨ªa) para ser nombrado el mejor jugador.
Brasil se lo crey¨®. La defensa estadounidense segu¨ªa haciendo una buena imitaci¨®n de los espartanos en la batalla de las Term¨®pilas, pero, cuanto m¨¢s pasaba el tiempo, m¨¢s y m¨¢s jugaba a la desesperada, al borde del precipicio. Tuvo incluso un gran golpe de suerte cuando el ¨¢rbitro no vio que un cabezazo de Kak¨¢ hab¨ªa cruzado la l¨ªnea del gol. Fue el nuevo fichaje del Madrid el que cre¨® el gol del empate, un centro al ¨¢rea peque?a, tras dejar al lateral derecho plantado, que Luis Fabiano cabece¨® a la red.
Hubo un par de sustos m¨¢s para Brasil. La suerte se les agot¨® a los estadounidenses, pero un equipo formado por jugadores despreciados por todas las grandes Ligas europeas podr¨ªa haber hecho lo imposible. Hasta que Lucio, el gran capit¨¢n brasile?o, el m¨¢s incansable de su selecci¨®n, salv¨® el honor de su pa¨ªs con un gran gol de cabeza.
El talento y la experiencia se impusieron a la fuerza de la voluntad, al efecto Obama. Pero el alivio y el j¨²bilo en las caras de los jugadores brasile?os cuando son¨® el pitido final dieron la medida de la haza?a estadounidense. El trofeo, otro trofeo, volvi¨® a Brasil. Pero la valent¨ªa y buena parte de la gloria pertenecen a Estados Unidos.
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