Apoteosis por Kak¨¢
50.000 aficionados asisten en el estadio Bernab¨¦u a la presentaci¨®n del nuevo jugador del Madrid, que llevar¨¢ el dorsal n¨²mero '8' - S¨®lo ayer se vendieron 3.000 camisetas suyas
Alfredo Di St¨¦fano se acerc¨® a Kak¨¢ cuando la neurosis colectiva empezaba a producir sonidos atronadores. El viejo y el joven parec¨ªan dos camarones en el fondo de un volc¨¢n. Di St¨¦fano le habl¨® al o¨ªdo para superar el ruido: "?Esto parece Maracan¨¢!".
S¨®lo hubo un precedente similar: la presentaci¨®n de Diego Maradona en el estadio San Paolo, de N¨¢poles, en 1984. Aqu¨¦l fue un d¨ªa de luto para el barcelonismo. Ayer se present¨® Kak¨¢ ante 50.000 personas en el Bernab¨¦u. La mayor¨ªa, adolescentes. Iban con banderas, con pancartas, con leyendas, con el pecho pintado: ?Kak¨¢! Eran predominantemente espa?oles. Pero los hab¨ªa de muchas nacionalidades. Fueron a ver algo m¨¢s que un jugador. La gente buscaba comulgar con sentimientos colectivos, perder la cabeza un poco. Algo de eso hubo cuando apareci¨® Florentino P¨¦rez, el presidente del Madrid. Los tres anillos bramaron: "?Que bote Florentino!". El hombre levant¨® la mirada, sonri¨® y salud¨® a la muchedumbre. El viento le sacudi¨® el tup¨¦. Parec¨ªa Kennedy.
"Estar aqu¨ª es una gran responsabilidad, no un peso", dice el brasile?o
Florentino P¨¦rez salt¨® al escenario prefabricado y cogi¨® el micr¨®fono. Le rodeaban cuatro pantallas gigantes. A su derecha, Ra¨²l; a su izquierda, Zidane; al fondo, Juanito; en medio, una pel¨ªcula de corte publicitario. Cine ¨¦pico. Im¨¢genes de los goles de Kak¨¢, de Figo, de Zidane, de Ronaldo, de Ra¨²l... Por los altavoces se empez¨® a escuchar la voz de Pavarotti interpretando Turandot. Para entonces, la gente se apelotonaba en los laterales. La mitad del Bernab¨¦u no fue suficiente para todos los que intentaban ver al nuevo ¨ªdolo.
El presidente se dirigi¨® al p¨²blico: "Este estadio se ha convertido a lo largo de la historia en uno de los centros del f¨²tbol mundial. En este estadio el Madrid ha forjado su leyenda. Hace muchos a?os que Santiago Bernab¨¦u nos mostr¨® el camino. Di St¨¦fano cambi¨® el rumbo. Ahora, al equipo que se est¨¢ formando le corresponder¨¢ estar a su altura".
"Queridos amigos", continu¨®; "hoy, Kak¨¢ est¨¢ con nosotros. D¨¦mosle la bienvenida". Dicho esto, por un pasillo a su espalda, entre las pantallas, como un predicador, apareci¨® Kak¨¢ levantando ambos brazos hacia el cielo. Iba de blanco, de pies a cabeza, y llevaba el dorsal 8 a la espalda. "?Ricardo, Ricardo...!", le gritaba el p¨²blico. La gente recordaba que su verdadero nombre es Ricardo Izecson.
Despu¨¦s de saludar a la hinchada, Kak¨¢ habl¨® en una sala del estadio. Se mostr¨® sereno. Le preguntaron por la presi¨®n que sent¨ªa tras su fichaje, que cost¨® m¨¢s de 65 millones de euros. Le preguntaron por el recibimiento. "Para m¨ª, estar aqu¨ª es un gran orgullo", dijo el brasile?o; "una gran responsabilidad. No es una responsabilidad negativa. Es una responsabilidad positiva. No es un peso. Para m¨ª, es un est¨ªmulo para hacer grandes cosas".
Simult¨¢neamente, a un costado del Bernab¨¦u cristalizaba un fen¨®meno nuevo. Algo que no sucedi¨® en N¨¢poles en 1984. El supermercado de Adidas empotrado en el estadio logr¨® una facturaci¨®n r¨¦cord. S¨®lo ayer se vendieron m¨¢s de 3.000 camisetas en esa tienda. Una cada 15 segundos, seg¨²n los c¨¢lculos de Adidas. La demostraci¨®n m¨¢s clara de c¨®mo transformar el delirio en consumo. Un negocio extraordinario.
Mientras tanto, De la Red recibi¨® la comunicaci¨®n del Madrid de que no le inscribir¨¢ para el pr¨®ximo curso al no haber a¨²n un diagn¨®stico m¨¦dico preciso sobre su enfermedad cardiaca.
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