"Dalila no pod¨ªa ni caminar"

Dalila observa a su familia desde una fotograf¨ªa colgada en la pared. Bajo el velo blanco destacan los ojos delineados de negro que parecen verlo todo. Y su sonrisa. Esa risa dulce que todos, a pesar del duelo que reina en la casa del barrio de Moratalaz, recuerdan. Dalila Mimouni cumpl¨ªa 20 a?os pocas horas antes de fallecer. Ese mismo d¨ªa de su cumplea?os naci¨®, por ces¨¢rea y de 28 semanas, su hijo Ryan. Fue el ¨²ltimo intento de los m¨¦dicos por salvar a la madre y al beb¨¦. No lo lograron con la joven marroqu¨ª que, tras 15 d¨ªas ingresada en el Gregorio Mara?¨®n de Madrid, se ha convertido en la primera v¨ªctima mortal de la nueva gripe en Espa?a.

Mohamed, su esposo, no se explica qu¨¦ ha sucedido. C¨®mo despu¨¦s de tres visitas a urgencias y 15 d¨ªas en la UCI las cosas han terminado as¨ª. Solloza sentado en una de las sillas del cuarto que compart¨ªan. Moreno, delgado y muy triste, tiembla cuando recuerda que ella ya no est¨¢. S¨®lo tiene 21 a?os y no se imagina la vida sin Dalila. Se le ilumina el rostro cuando habla de su esposa. A la joven le encantaba correr. Compet¨ªa en 1.500 metros vallas y particip¨® en campeonatos internacionales.

La mujer s¨®lo llevaba 18 meses en Espa?a y apenas hablaba castellano

Le recetaron paracetamol y un antibi¨®tico para la tos

"Cada vez estaba peor. No sab¨ªamos qu¨¦ hacer", dice el marido

El peque?o Ryan s¨®lo pes¨® 1.200 gramos al nacer

As¨ª se descubrieron por primera vez, corriendo. Mohamed, espa?ol, pasaba las vacaciones en el pueblo de su familia, Mdiq (que los espa?oles siguen llamando Rinc¨®n), donde tambi¨¦n viv¨ªa Dalila. Un d¨ªa, en una carrera con amigos, la vio. "Me gust¨®, me fij¨¦ porque era muy guapa. Habl¨¦ con un amigo para que le hablase a ella de m¨ª", cuenta Mohamed bajando la vista. El amigo no hizo s¨®lo eso. Tambi¨¦n le envi¨® a la chica flores dici¨¦ndole que eran de Mohamed. El verano siguiente ambos ansiaban conocerse.

"Desde ese momento siempre pensamos en casarnos", asegura el joven. Recorre con la vista la habitaci¨®n en la que dorm¨ªan. Las estanter¨ªas con cuadritos de versos del Cor¨¢n, varios ejemplares del libro sagrado de los musulmanes, el cochecito de beb¨¦ apoyado en la pared que una amiga hab¨ªa dejado a la pareja para su futuro hijo... La ¨²ltima vez que Dalila pis¨® esa habitaci¨®n fue el 15 de junio. Esa vez, la cuarta que acudi¨® urgencias, los m¨¦dicos la ingresaron. Lleg¨® al Hospital Gregorio Mara?¨®n con 38,5 de fiebre y tanta tos que apenas pod¨ªa tenerse en pie. Tres d¨ªas antes Mohamed la hab¨ªa llevado a urgencias de ese mismo hospital porque la chica se quejaba de dolor en la espalda y dificultades para respirar. Le recetaron paracetamol y antibi¨®tico. Le dijeron que ten¨ªa una infecci¨®n de las v¨ªas respiratorias altas y la derivaron al servicio de ginecolog¨ªa, seg¨²n se desprende de los informes m¨¦dicos. De all¨ª a casa. Pero Dalila no se encontraba mejor. M¨¢s bien todo lo contrario.

A¨²n as¨ª, como todos los fines de semana, el del 13 y 14 de junio, se fue a pasarlo en Fuenlabrada con el t¨ªo de Mohamed y su esposa. Las dos mujeres eran muy amigas. ?se era uno de los pocos sitios a los que iba la joven, que llevaba s¨®lo 18 meses en Espa?a y apenas hablaba castellano. All¨ª sigui¨® empeorando. Tanto que decidieron llevarla al hospital local. En el centro le mantienen el tratamiento anterior y calmantes para el dolor. Pasa all¨ª la noche y vuelven a enviarla a casa. "Alta a domicilio y seguimiento en su ¨¢rea de salud", dice el informe m¨¦dico. "Cada vez estaba peor, ya no sab¨ªamos qu¨¦ hacer. No entiendo porqu¨¦ no le hicieron m¨¢s pruebas", dice afligido Mohamed.

Pasan las horas y Dalila sigue con fiebre. Con tos. Su esposo cuenta que su fortaleza de atleta le ayudaba a resistir. "Antes de que se pusiera enferma era una chica sana", cuenta. La joven, seg¨²n la familia, no padec¨ªa asma, tal y como apuntaron fuentes de sanidad como una explicaci¨®n a la posible complicaci¨®n de su enfermedad. As¨ª, el 15 de madrugada la pareja vuelve al Gregorio Mara?¨®n con los mismos s¨ªntomas. A las horas le dan el alta con el diagn¨®stico de "crisis asm¨¢tica e infecci¨®n respiratoria".

La casa de Mohamed y Dalila est¨¢ llena de gente. Todos vienen a dar el p¨¦same. La madre de la joven, Aziza, lleg¨® hace un par de d¨ªas a Espa?a. Nada m¨¢s llegar naci¨® su nieto y falleci¨® su hija. La mujer, auxiliar de enfermer¨ªa en Mdiq, est¨¢ palid¨ªsima. Nadie en la casa comprende por qu¨¦ tantas visitas a urgencias sin respuesta. "La ¨²ltima vez que fuimos casi la tuve que llevar en brazos. No pod¨ªa ni caminar. Estaba muy d¨¦bil", cuenta Mohamed. Dalila volvi¨® al hospital la noche del 15 de junio. Esa vez s¨ª la ingresaron en la UCI. Ya ten¨ªa neumon¨ªa. Al d¨ªa siguiente, el 16, se le diagnostica una infecci¨®n por el virus H1N1.

La joven bella y alegre ya no est¨¢. Mohamed no sabe qu¨¦ har¨¢ ahora. Su hijo lucha por salir adelante en la UCI de neonatos del Gregorio Mara?¨®n. Lo tiene dif¨ªcil. Pes¨® s¨®lo 1.200 gramos al nacer. El joven se prepara para viajar a Marruecos. All¨ª, en su pueblo, donde la pareja celebr¨® una fiesta por su boda este enero, sera enterrada Dalila. Mohamed dice que no puede pensar en nada. "Me han quitado la vida. Una parte important¨ªsima de la vida. Todo lo que ten¨ªa es ella", dice entre sollozos. Hafida, su madre, y Aziza, su suegra, recorren un ¨¢lbum con las fotos del festejo.

Dalila ya no ver¨¢ a Ryan. El hijo que tanto deseaba. Tanto que se re¨ªa sola al sentir el cosquilleo de sus pataditas en la tripa. "Est¨¢bamos muy ilusionados". La joven, hab¨ªa dejado de estudiar para instalarse en Espa?a con su marido. Ya no corr¨ªa. "Cuando nos casamos la quit¨¦ de las carreras", dice Mohamed. ?l ha perdido la ilusi¨®n por todo. Est¨¢ en paro y estudiaba para sacarse la oposici¨®n de polic¨ªa local, pero dice que va a dejar de ir a la academia. Cuenta que uno de los d¨ªas en los que Dalila estaba ingresada acudi¨® a rezar a la mezquita de la M30 y, al salir, tuvo un encontronazo con dos municipales. "Pensaba que mi mujer se mor¨ªa. Estaba tan nervioso que se me calaba el coche. Me pararon. Les expliqu¨¦ todo y no me creyeron. Cuando me soltaron me dijeron 'Adi¨®s t¨² y tu gripe'. Me sent¨ª fatal", cuenta.

Mohamed sonr¨ªe cuando recuerda que tiene la voz de Dalila grabada en el m¨®vil. Ella le¨ªa en voz alta el temario de la oposici¨®n y bromeaban. Su habitaci¨®n est¨¢ llena de recuerdos. Un folio pegado tras la puerta da cuenta, con exquisita caligraf¨ªa en castellano y ¨¢rabe, de las visitas al ginec¨®logo y las citas pr¨®ximas. Dalila ya no acudir¨¢.