Un agente doble en la Bienal de Venecia
Existe una relaci¨®n inversa entre el cr¨ªtico y el comisario art¨ªstico. Si al primero, en su retiro creativo, se le exige que sea capaz de expresar con pasi¨®n y vehemencia su capacidad anal¨ªtica, el curador por su parte debe mostrarse arriesgado y voluptuoso, con una ret¨®rica de alta pol¨ªtica y una evidente sociabilidad. Cuando los dos trabajos confluyen en la misma persona, tenemos a un esteta que se deleita m¨¢s en la profesionalizaci¨®n de su rol que en la individuaci¨®n de un discurso, y que irremisiblemente se dejar¨¢ arrastrar hacia la m¨¢s perversa escrupulosidad. El comisario/cr¨ªtico se enfrenta as¨ª a la verdadera y m¨¢s voraz imagen de s¨ª mismo. Para librarse de una de las dos personalidades ha de romper el espejo.
La actual 53? edici¨®n de la bienal ha sido ideada por un cr¨ªtico que prefiere el contexto por encima del texto
El sueco Daniel Birnbaum (1963), fil¨®logo comparatista, excelente cr¨ªtico de arte y ensayista, rector de la Staedelschule de Frankfurt/Main, director de la Kunsthalle Portikus y con una estimable carrera como comisario de exposiciones, se ha inventado una m¨¢scara, la de un agente doble afable y seductor, dotado de una simplicidad popular y con un claro sentido del coup teatral. Si la primera Bienal de Venecia del milenio, dirigida en 2001 por Harald Szeemann, atrajo multiculturalmente el inter¨¦s de cualquier p¨²blico, la de Francesco Bonami en su abrumadora 50? edici¨®n -en la que tambi¨¦n particip¨® Birnbaum como co-comisario- allan¨® el camino hacia la vacuidad cosmol¨®gica del llamado bienalismo, rastreado dos a?os m¨¢s tarde desde la muy cl¨¢sica y poco iluminadora exposici¨®n de Mar¨ªa de Corral y Rosa Mart¨ªnez, para volver al principio de realidad del mercado, en 2007, de la mano de Robert Storr. La actual, que suma su 53? edici¨®n y que se inaugur¨® el pasado 6 de junio, ha sido ideada por un cr¨ªtico que prefiere el contexto por encima del texto, por un comisario que pone en escena a sus artistas con la terquedad de un editor y un toque de astucia y reticencia hacia los excesos que marcaron las d¨¦cadas pasadas. Daniel Birnbaum mantiene hasta el final del recorrido por el Palazzo delle Esposizioni Della Biennale (el hist¨®rico Pabell¨®n Italiano), en Giardini, y en las naves del Arsenale su disfraz de agente doble aun cuando pod¨ªa haberlo desechado mucho antes. Si el texto es el que permite al cr¨ªtico dar un paso adelante para matar, he aqu¨ª, al contrario, una nueva delineaci¨®n del comisario/cr¨ªtico obsesionado con dramatizar la escena -el contexto- en un discurso articulado aunque intrascendente. Fin de la trama. Fin de los mundos posibles.
Con todo, Fare Mondi / Making Worlds es el t¨ªtulo que ilustrar¨¢ las intenciones de Birnbaum como curador a trav¨¦s de 90 artistas cuyos trabajos -ante la descapitalizaci¨®n del evento por la crisis econ¨®mica- han sido producidos por importantes galer¨ªas o auspiciados por fundaciones privadas y entidades p¨²blicas del pa¨ªs que los representan. Imaginar nuevos mundos gracias al potencial de la utop¨ªa y sus intermediarios universales -los artistas- desde la arquitectura -Yona Friedman, Tomas Saraceno, Carsten H?ller, Xu Tan, Gordon Matta-Clark, Tobias Rehberger y Rirkrit Tiravanija-, el exotismo -Lygia Pape, Oyvind Fahlstr?m, Cildo Meireles- o la propia historia de la bienal -Blinky Palermo, Dominique Gonz¨¢lez-Foerster, Andr¨¦ Cader¨¦- ha sido el prop¨®sito de esta edici¨®n cuyo mayor r¨¦dito son una docena de muy buenas instalaciones que en realidad sirven para explorar el argumento de algunas verdades definitivas de la imaginaci¨®n ut¨®pica. Michelangelo Pistoletto, en Seventeen Less One presenta una instalaci¨®n/performance con 17 grandes espejos dispuestos en c¨ªrculos, s¨ªmbolos que exceden todo lo terrenal humano. John Baldessari, premiado este a?o, con Yoko Ono, con el Le¨®n de Oro a la trayectoria art¨ªstica, decora la entrada de la Biennale en Giardini con una fotograf¨ªa panor¨¢mica de un horizonte marino t¨ªpicamente californiano, fondo de escenario de falsa quietud y serenidad. El v¨ªdeo/performance de Joan Jonas, Reading Dante, es sencillamente revelador, como el tr¨¢iler de Philippe Parreno El sue?o de una cosa, filmado en el Polo Norte. La instalaci¨®n de luz e hilos de oro titulada Tt¨¦ia, de Lygia Pape (2002), adopta las formas y sombras del dolor, la muerte y la vida-. Las confesiones de Gonz¨¢lez-Foerster, las estructuras geod¨¦sicas de Tomas Saraceno, el filme bauhausiano de Simon Starling a partir de una cuidad¨ªsima instalaci¨®n, las pinturas posminimalistas de Tony Conrad, el hiperbarroquismo sexual de Natalie Djurberg y las vidrieras y m¨®viles de estructura molecular de Spencer Finch son otras obras a tener en cuenta.
En la invocaci¨®n suprema que los ¨²ltimos comisarios de la Bienal de Venecia han hecho al alma y la naturaleza de algunas figuras relevantes de la segunda mitad del siglo XX (Szeemann hab¨ªa reclamado a Joseph Beuys, Richard Serra y Cy Twombly; Bonami busc¨® recursos en los pilares pict¨®ricos de la modernidad para compensar una bienal polif¨®nica y diletante; el t¨¢ndem De Corral/Mart¨ªnez rastre¨® met¨¢foras tem¨¢ticas en las obras hechas por mujeres; Robert Storr reforz¨® el eurocentrismo y americanismo pict¨®rico), anotamos que Daniel Birnbaum extrae parte de la fuerza de su comisariado de la po¨¦tica y la pol¨ªtica de los iconoclastas de los a?os sesenta y setenta: al grupo japon¨¦s de vanguardia Gutai, se suman las ganancias imaginativas de Matta-Clark, Fahlstr?m, Meireles, Palermo o Yona Friedman. La intenci¨®n de estas obras es servir de preludio a lo contempor¨¢neo ut¨®pico; sin embargo, la infinita energ¨ªa y despreocupaci¨®n de aqu¨¦llos contrasta con las representaciones no del todo logradas de autores actuales: y el espectador, al tiempo que reflexiona sobre ellas con una variedad de emociones, no queda totalmente convencido de que esta bienal sea el lugar donde inventariarlas. La perdurable excelencia de aquellas obras -como la instalaci¨®n Himmelsrichtungen de Blinky Palermo para la Bienal de 1976- tiene hoy que ver con la melancol¨ªa de los payasos de Beckett, condenados a repetir la misma historia una y otra vez.
Ya en los pabellones nacionales, mencionar que el trabajo del ingl¨¦s Liam Gillick para el pabell¨®n alem¨¢n ha sido uno de los m¨¢s valorados -aunque no premiados- y quiz¨¢s es el ¨²nico, junto al brit¨¢nico (Steve McQueen) que busca una reflexi¨®n sobre c¨®mo una sociedad se piensa a s¨ª misma como naci¨®n. Si busc¨¢ramos una respuesta en el pabell¨®n de Espa?a, deber¨ªamos reflejarnos en un fornido gorila -"autorretrato" de Miquel Barcel¨®-, mientras Italia es una gran discoteca posfuturista (Manfredi Beninati, Sandro Chia, Marco Lodola, Nicola Bolla, entre otros) y Francia (Claude L¨¦v¨ºque), una oscura y traumatizante jaula donde ¨²nicamente reina un mundo destruido. H¨¢bilmente, Estados Unidos (Bruce Nauman) consigui¨® el Le¨®n de Oro.
53? Bienal de Venecia. Hasta el 22 de noviembre. www.labiennale.org
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