La baronesa del suspense
La encantadora anciana que recibe en el universo apacible y ajardinado de Holland Park -su residencia en el oeste de Londres-, se dirige a las visitas con la educada calidez del "my dear" y no aparenta tener mayor preocupaci¨®n que los caprichos de la climatolog¨ªa inglesa, es tambi¨¦n una de las mentes criminales m¨¢s reputadas del Reino Unido. A punto de cumplir los 89 a?os, la imagen de Phyllis Dorothy James se ajustar¨ªa a la de esas damas inglesas de aspecto tan inofensivo como capaces de concebir los asesinatos m¨¢s horrendos y grotescos, en la estela de Agatha Christie o Dorothy L. Sayers. Aunque su particular pluma no s¨®lo se distinga por unas descripciones que rayan la minuciosidad del experto forense. Una veintena de libros, el grueso protagonizado por su criatura m¨¢s famosa, el inspector de Scotland Yard Adam Dalgliesh, han erigido a su alias de PD James en la reina de la cl¨¢sica novela policiaca de las islas, pero ante todo en art¨ªfice de la renovaci¨®n de un g¨¦nero al que ha conseguido imprimir nuevos sesgos.
"Desde ni?a era consciente del hecho de la muerte y de que mis mayores no siempre dec¨ªan la verdad"
Sus personajes, complejos e introspectivos, exploran los rincones m¨¢s oscuros del comportamiento humano, sus tramas se tornan a menudo en ¨¢cidas reflexiones sobre la sociedad brit¨¢nica y la presentaci¨®n de sus escenarios viene arropada por una prosa detallista, sosegada y elegante. PD James es la voz m¨¢s literaria entre los escritores brit¨¢nicos del policiaco y su figura se empecina en desmentir a quienes relegan autom¨¢ticamente ese territorio a un plano menor. "No espere que me ponga a la defensiva porque nunca, absolutamente nunca, se me ha sugerido que trabajara de una forma literaria inferior. Creo que algunos de sus autores encarnan la mejor ficci¨®n que tenemos en este pa¨ªs", zanja sobre una trayectoria avalada por el prestigio de innumerables galardones de la cr¨ªtica internacional. El pasado abril acud¨ªa ilusionada a Barcelona para recoger el m¨¢s reciente de esos reconocimientos, el Premio Terenci Moix, desafiando los achaques de salud que forzaran a ingresarla meses antes.
Lejos de amedrentar su esp¨ªritu activo, aquella experiencia hospitalaria le ayud¨® a perge?ar su ¨²ltima novela, Muerte en la cl¨ªnica privada (Ediciones B), que toma como escenario una cl¨ªnica privada ubicada en el campo ingl¨¦s. "El 21 de noviembre, el d¨ªa en que cumpl¨ªa 47 a?os, 3 semanas y 2 d¨ªas antes de ser asesinada, Rhoda Gradwyn fue a Harley Street a una primera cita con su cirujano pl¨¢stico...", es el arranque, puro PD James, que nos introduce a la v¨ªctima de la funci¨®n. Una conocida periodista de investigaci¨®n decide pasar por el quir¨®fano para desprenderse de la inquietante cicatriz que marca su rostro. Acabar¨¢ estrangulada en el lecho de la habitaci¨®n. El decimocuarto caso de Dalgliesh traslada al detective londinense a la campi?a de Dorset, donde tiene su sede una magn¨ªfica mansi¨®n Tudor reciclada en cl¨ªnica, que permite a la autora recrearse en su gusto por el detalle. Ese entorno supuestamente id¨ªlico aflora como un escenario opresivo, poblado por una galer¨ªa de sospechosos cargados de secretos y dobleces. La ambig¨¹edad moral define a los personajes de James, incluidos los verdugos y sus v¨ªctimas. "Mis libros reflexionan sobre la complejidad de la condici¨®n humana, no existen los buenos o malos de una pieza, hay muchos grises en todos nosotros", subraya. Por eso su Rhoda, amargada e inmutable a la hora de destrozar las vidas de otros con sus art¨ªculos en la prensa sensacionalista, es retratada tambi¨¦n como una profesional impecable. "Hubiera sido barato dibujarla como una mala periodista, porque la vida no es tan sencilla: hace muy bien su trabajo, pero con ¨¦l tambi¨¦n da?a a los dem¨¢s". El desenlace de la novela nos conducir¨¢ a otra de las constantes de la escritora brit¨¢nica, su cuestionamiento de las nociones de justicia, de inocencia o culpabilidad, como conceptos absolutos.
"No creo que ning¨²n escritor sepa de d¨®nde viene la inspiraci¨®n, ese conocimiento de la naturaleza humana. Desde ni?a era consciente del hecho de la muerte, y tambi¨¦n de que mis mayores no siempre dec¨ªan la verdad, de que eran m¨¢s complejos de lo que mostraba la superficie. No puedes aprender ese instinto, ni desarrollarlo si no lo tienes ya, y supongo que es una bendici¨®n a una maldici¨®n, dependiendo de c¨®mo lo utilices", afirma sobre su reconocida habilidad para el retrato psicol¨®gico.
Phyllis Dorothy James (Oxford, 1920) siempre quiso ser escritora, pero sus tanteos literarios no arrancaron hasta bien entrada en la treintena. El internamiento de su marido a causa de las secuelas de la guerra hab¨ªa forzado a la entonces joven madre de dos ni?as a encargarse del sustento familiar, trabajando en diversas ¨¢reas de la Administraci¨®n brit¨¢nica. "Lleg¨® un punto en que me di cuenta de que no pod¨ªa seguir buscando excusas, de que nunca encontrar¨ªa el momento apropiado para intentar convertirme en una autora seria", relata sobre su decisi¨®n de apuntarse a las clases nocturnas de un taller literario. En su labor de funcionaria acab¨® recalando en el departamento de criminolog¨ªa del Ministerio de Asuntos Exteriores, un ambiente quiz¨¢ id¨®neo para ambientar sus primeras incursiones en la novela policiaca, si bien ella asegura que la elecci¨®n del g¨¦nero obedeci¨® a un pragmatismo muy ingl¨¦s: "Me gustaba mucho leer este tipo de libros y cre¨ªa que, de poder emularlos con ¨¦xito, tendr¨ªa grandes posibilidades de que me publicaran".
Estren¨® la saga de Dalgliesh con Cubrirle el rostro (1962), un primer t¨ªtulo sobre el que hoy admite su "desconcertante" parecido a las obras de Agatha Christie, esos casos de Poirot o Miss Marple en los que ni siquiera el asesinato logra trastocar el orden establecido. Una vez identificado el culpable y sometido a la justicia, la perfecta comunidad inglesa recupera su paz e inocencia. "Eso no ocurre en la vida real, porque el crimen cambia a todo el mundo que entra en contacto con ¨¦l", subraya una autora que se volc¨® en la actualizaci¨®n de esas historias arquet¨ªpicas, en dotarlas de mayor complejidad y en reivindicar su potencial de talla literaria. "En mis inicios consider¨¦ que ser¨ªan un estupendo aprendizaje (ni siquiera esperaba ganar mucho dinero, a pesar de que me ha ido muy bien...), pero acab¨¦ convencida de que, sin apartarme de los c¨¢nones que impone, el g¨¦nero pod¨ªa conducirme a ser una buena escritora". James se declara incondicional de una estructura f¨¦rrea que "aporte el orden en medio del caos", de "una historia s¨®lida, con su planteamiento, nudo y desenlace, servidos por un lenguaje cuidado". En ese sentido destaca como uno de sus referentes literarios a Jane Austen, citada con frecuencia en sus libros. Construir ese armaz¨®n, para luego subvertir algunas de sus convenciones, le permite articular "un relato veraz sobre mis personajes, sobre los hombres y mujeres de la sociedad en que vivimos".
Sus trabajos diseccionan la moderna sociedad brit¨¢nica, escrutan el sistema legal, los privilegios inherentes a una clase, la religi¨®n, la pol¨ªtica o el mundo del arte: "Es cierto que mis personajes abordan cuestiones actuales como el precario estado de la educaci¨®n (Muerte en la cl¨ªnica privada), la instituci¨®n de la Iglesia (Muerte en el seminario, 2001) o el debate sobre la experimentaci¨®n con animales en el laboratorio (El Faro, 2005). El escenario de mis novelas es la Inglaterra de hoy, y por tanto su reflejo, pero yo no pretendo hacer cr¨ªtica social".
Imagin¨® un mundo sin esperanza de futuro en Hijos de los hombres (1992) que nos traslada a una Inglaterra dictatorial y desoladora de 2021, justo cuando acontece la muerte del ¨²ltimo ser humano nacido sobre la faz de la tierra. "A ra¨ªz de la lectura de un art¨ªculo sobre la ca¨ªda de la fertilidad en la sociedad occidental, me pareci¨® interesante plantear qu¨¦ pasar¨ªa si la raza humana perdiera su capacidad de reproducirse", explica sobre su ¨²nica incursi¨®n en la ciencia-ficci¨®n, caracterizada por algunos de f¨¢bula cristiana. "Creo que esa interpretaci¨®n se apoya en el hecho de que el libro incluye algunos problemas que ya est¨¢n ah¨ª, como el descuido de nuestros mayores, el rechazo a desempe?ar trabajos desagradables, para los que importamos a gente de otros lugares, el surgimiento de nuevas religiones... Pero no aporta respuestas, y s¨ª muchas preguntas". Su protagonista, el desencantado Theo Faron, acabar¨¢ erigi¨¦ndose en el protector de la primera mujer que logra concebir en un cuarto de siglo. "?Se comportar¨¢ como un h¨¦roe virtuoso o por el contrario ceder¨¢ a la tentaci¨®n del poder que le concede controlar la nueva vida?", es el gran interrogante que quiso dejar pendiente en el ep¨ªlogo. James elogia profusa y diplom¨¢ticamente la versi¨®n f¨ªlmica de Hijos de los hombres, que dirigiera el mexicano Alfonso Cuar¨®n hace tres a?os, aunque resulta dif¨ªcil discernir si realmente le gust¨® una cinta en la que, admite, no acaba de reconocer su novela.
Hace m¨¢s de veinte a?os, PD James ejerci¨® de presidenta del jurado del Premio Booker Prize, pero su nombre nunca ha figurado entre la lista de finalistas al prestigioso premio de las letras anglosajonas. Intenta orillar la cuesti¨®n -que se le plantea de forma recurrente- declar¨¢ndose colmada por la multitud de reconocimientos que ha recibido a lo largo de su dilatada carrera: doctora honor¨ªfica por seis universidades, receptora de la Orden del Imperio Brit¨¢nico por sus m¨¦ritos literarios y de una baron¨ªa que le ha procurado un esca?o vitalicio en la C¨¢mara de los Lores... No quiere sumarse abiertamente a las cr¨ªticas de otros colegas contra el supuesto esnobismo del establishment literario, si bien acaba reconociendo que, en lo que ata?e al Booker, "no creo que la popularidad ayude". Ni en su caso ni en el de "tantos otros estupendos novelistas como John Le Carr¨¦".
Su enfoque realista acepta que la novela de misterio suscita prejuicios a causa de la desbordante n¨®mina de t¨ªtulos que se publican cada a?o, "en muchos casos sin otra justificaci¨®n que la popularidad del g¨¦nero" (un eufemismo sobre su escasa calidad). Atribuye el ¨¦xito comercial de ese tipo de lectura a sus efectos bals¨¢micos frente a los problemas de la vida cotidiana: "Especialmente en tiempos tan agitados como los actuales, el lector puede sumergirse en un mundo m¨¢s seguro, donde la tragedia es un puzle que al final logra resolver un ser humano con valent¨ªa, perseverancia e inteligencia, un detective que act¨²a cual dios vengador". James tom¨® prestado el apellido de una antigua profesora escocesa para crear a su propio h¨¦roe, Adam Dalgliesh, a quien dot¨® "de las cualidades que personalmente admiro: inteligencia, valor y compasi¨®n, que no debe confundirse con sentimentalismo". Tambi¨¦n quer¨ªa que tuviera un inter¨¦s art¨ªstico y lo convirti¨® en un detective poeta. Su r¨¦plica femenina nac¨ªa una d¨¦cada m¨¢s tarde con el personaje de Cordelia Gray, menos perfecto en su torpeza e inseguridades, aunque por ello resulte tambi¨¦n m¨¢s humano. Los caprichos del azar convertir¨¢n a la protagonista de Un trabajo poco adecuado para una mujer (1972) en una at¨ªpica investigadora privada y a los casos que asume, en una de esas historias de superaci¨®n personal que tanto admira su creadora. Porque, desafiando las convenciones, Cordelia s¨ª ser¨¢ la mujer adecuada para el trabajo.
Autora consagrada, mimada por la cr¨ªtica y el p¨²blico, PD James es hoy una venerable matriarca -dos hijas, cinco nietos y siete bisnietos- que reparte su tranquila existencia a caballo entre Londres y Oxford. Las complejidades y matices definen su producci¨®n literaria, pero las querencias pol¨ªticas de la baronesa James de Holland Park -su t¨ªtulo como par de la C¨¢mara de los Lores- aparecen n¨ªtidas e inamovibles. "No pertenezco a ning¨²n partido pero mis instintos est¨¢n con los tories (conservadores), porque creo principalmente en la libertad del individuo", afirma junto a una fotograf¨ªa del ex presidente Bush (senior) y su esposa Barbara que integra el conjunto de retratos familiares del sal¨®n de su casa. Sigue la actualidad pol¨ªtica con atenci¨®n y, como parte integrante de las instituciones, le preocupa que las recientes revelaciones sobre el abuso de los gastos de los diputados de Westminster ("el mayor esc¨¢ndalo que he visto en mi larga vida") derive "en una erosi¨®n de nuestra democracia". Estas cuestiones y "los peque?os asuntos de la vida cotidiana" acaparan ahora todo su tiempo, "a la espera de que llegue la inspiraci¨®n" para volcarse quiz¨¢ en un nuevo libro. Deja la perspectiva en el aire: "Pronto cumplir¨¦ los 90 a?os y tengo que estar segura de que soy capaz de mantener el nivel, prefiero dejarlo antes de que se diga que ya no escribo tan bien como antes. Algunos escritores siguen adelante cuando han perdido gran parte de su poder y eso me parece un error inmenso".
Muerte en la cl¨ªnica privada. PD James. Traducci¨®n de Juan Soler. Ediciones B. Barcelona, 2009. 465 p¨¢ginas, 20 euros.
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