Sopa de letras
Dos a?os despu¨¦s del inicio de la crisis, con las hipotecas subprime en EE UU, sabemos que no ha habido aterrizaje suave de la econom¨ªa, ni habr¨¢ una salida en forma de "V" (ca¨ªda y r¨¢pida recuperaci¨®n). Los pa¨ªses aplican planes de rescate financieros y planes de est¨ªmulos fiscales para que la recuperaci¨®n se parezca a una "U" (la parte baja del ciclo dura un poco y luego se inicia un r¨¢pido crecimiento) y no se concrete la pesadilla de una evoluci¨®n en forma de "L" (ca¨ªda muy prolongada en el tiempo), como en el Jap¨®n de los a?os noventa.
La tormenta perfecta alcanz¨® su punto m¨¢ximo entre finales de 2008 y principios de 2009; en unos pa¨ªses, el trimestre del infierno fue el cuarto del a?o pasado, y en otros, como Espa?a, fueron los tres primeros meses del ejercicio en curso. Parece haber coincidencia, pese a la volatilidad de los indicadores, que lo peor ha pasado y que se observan s¨ªntomas de mejora. En realidad, lo que esos indicadores dicen es que todav¨ªa no hay signos netos de recuperaci¨®n, pero que se ha ralentizado la velocidad con la que se deteriora la econom¨ªa.
Muchos pa¨ªses temen que se reviertan las conquistas sociales de la etapa del crecimiento econ¨®mico
De ah¨ª surge la teor¨ªa de los brotes verdes, que es m¨¢s cierta en algunas zonas que en otras. Los m¨¢s pesimistas entienden que el rebote r¨¢pido de la econom¨ªa no es totalmente cierto sino que est¨¢ basado m¨¢s en la voluntad de generar un ambiente de confianza y optimismo (expectativas positivas) que en la certeza de un cambio sustancial en la tendencia recesiva.
Ya es tiempo de comenzar a hacer balance de las secuelas de la crisis, no s¨®lo en t¨¦rminos estrictamente econ¨®micos (por ejemplo, el gigantesco endeudamiento p¨²blico y la multiplicaci¨®n de los d¨¦ficits por encima de los dos d¨ªgitos), sino en sus consecuencias sociales, que son las que afectan al ciudadano en primera instancia. En la mayor parte de las zonas geogr¨¢ficas se teme la reversi¨®n de las ganancias sociales obtenidas despu¨¦s del periodo de crecimiento m¨¢s largo de la historia contempor¨¢nea (en Espa?a, 14 a?os seguidos de crecimiento). Incremento del desempleo (seg¨²n la Organizaci¨®n Internacional del Trabajo este a?o se puede llegar a los 50 millones de desempleados), empobrecimiento de las clases medias o aumento de la incidencia de la econom¨ªa sumergida, a la que va a parar buena parte de la inmigraci¨®n que trabajaba en el sector de la construcci¨®n, antes del estallido de la burbuja inmobiliaria. Por ejemplo, obs¨¦rvense los siguientes datos correspondientes a Am¨¦rica Latina, una de las zonas en donde esos riesgos de reversi¨®n social son m¨¢s evidentes: 7 de cada 10 empleos creados en la regi¨®n desde 1990 corresponden a la econom¨ªa sumergida; s¨®lo 6 de cada 10 nuevos empleados en ese periodo en el sector formal tienen acceso a alg¨²n tipo de cobertura social. Ello indicar¨ªa que muchos ciudadanos, adem¨¢s de las carencias que sufren ahora, estar¨¢n afectados por la desprotecci¨®n al llegar a la edad de retiro. El Estado del bienestar s¨®lo protege al 8% de la humanidad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.