Rescates y reestructuraci¨®n bancaria en Espa?a
Con evidente retraso respecto del resto de principales pa¨ªses de nuestro entorno, mediante la reciente creaci¨®n del denominado Fondo de Reestructuraci¨®n Ordenada Bancaria (FROB) el Gobierno desarrolla el marco jur¨ªdico y de actuaci¨®n que se aprob¨® en octubre, dentro del Plan de Acci¨®n concertado en el seno de la Eurozona, para recapitalizar entidades financieras. Es cierto, que el caso espa?ol constituye una excepci¨®n entre las mayores econom¨ªas por la fortaleza relativa mostrada por sus entidades financieras en la primera fase de la crisis. Aun cuando, como en la mayor¨ªa de los pa¨ªses, bancos y cajas espa?olas han gozado del apoyo del sector p¨²blico en forma de financiaci¨®n directa o avales para la emisi¨®n de t¨ªtulos en los mercados, no han requerido a¨²n dicho apoyo p¨²blico para el reforzamiento de sus recursos propios.
La capacidad instalada del sector financiero espa?ol deber¨ªa disminuir en m¨¢s de un 25%
No queda demasiado expedito el camino que facilite la consolidaci¨®n interterritorial entre cajas
No es menos cierto, sin embargo, que la primera fase de la crisis del sector financiero, determinada por las cuantiosas p¨¦rdidas generadas en las principales entidades internacionales debido al hundimiento de los precios del "cr¨¦dito estructurado" (activos t¨®xicos) y al estrangulamiento de los mercados mayoristas, est¨¢ dando paso a una severa correcci¨®n de la actividad econ¨®mica en una segunda fase en todo el mundo y, por ende, al aumento de la morosidad y el deterioro de los balances y resultados del sector que el FMI en su ¨²ltimo Informe de Estabilidad Financiera cuantifica en dos billones de d¨®lares en el sistema financiero mundial. Dado el modelo de negocio de las entidades espa?olas y la especificidad de la crisis en nuestro pa¨ªs, a diferencia del mucho m¨¢s limitado impacto que tuvo la primera fase en Espa?a, los efectos de segunda ronda se prolongar¨¢n en el tiempo con especial intensidad.
En esta crisis, los rescates bancarios que han exigido la inyecci¨®n p¨²blica de capital, tanto convencional (acciones) como mediante instrumentos h¨ªbridos aceptables en la regulaci¨®n actual como recursos propios regulatorios (participaciones preferentes), presentan dos elementos diferenciales respecto a los rasgos que potencialmente pueden definir el caso espa?ol. El primero es que la citada inyecci¨®n de capital p¨²blico ha sido sobrevenida, sin gozar apenas los gobiernos y supervisores correspondientes de margen de maniobra para poner en marcha mecanismos alternativos de ordenaci¨®n y/o racionalizaci¨®n del sector. El segundo es que el grueso de las entidades afectadas han sido principalmente, por las propias caracter¨ªsticas de la g¨¦nesis de la crisis, de gran tama?o y muy activas internacionalmente; en otras palabras, entidades "sist¨¦micas": Citigroup, Bank of America, AIG, RBS, Commerzbank, BNP, UBS o ING, por citar algunas.
Dichos rasgos son expresamente subrayados en la exposici¨®n de motivos del FROB en lo que parece un claro deseo de que se visualice que los grupos bancarios espa?oles de car¨¢cter sist¨¦mico no son a priori destinatarios del mismo, as¨ª como que el salvamento aislado de entidades medianas o peque?as ser¨ªa en su caso una excepci¨®n, en el marco de un evidente deseo y objetivo de las autoridades porque se produzca un proceso de concentraci¨®n de este segmento de entidades, mucho m¨¢s vulnerables en la actual coyuntura. A ello hay que a?adir adem¨¢s, que el grueso de dicho segmento est¨¢ constituido por el subsector de cajas, 40% de los activos bancarios espa?oles frente al poco m¨¢s del 10% de la banca mediana y peque?a, siendo a su vez aqu¨¦llas las principales canalizadoras de cr¨¦dito a las familias y pymes. La especial y m¨¢s compleja naturaleza jur¨ªdica e institucional de las cajas constituye un rasgo diferencial adicional de la crisis bancaria en Espa?a, que probablemente explica, pero no justifica, el retraso con el que se ha puesto en marcha este mecanismo, comparativamente con otros pa¨ªses.
El FROB contempla tanto en su configuraci¨®n como incluso en su nombre, un marcado car¨¢cter "estructural", que responde a la situaci¨®n del sistema bancario espa?ol. En efecto, mas all¨¢ de las tensiones e impactos que pueda generar la crisis en las cuentas de resultados y ratios de capital de las entidades en los pr¨®ximos dos a?os, lo cierto es que nos encontramos ante un cambio estructural hist¨®rico, que tendr¨¢ repercusiones muy notables en la configuraci¨®n del modelo bancario. La combinaci¨®n del inevitable proceso de desapalancamiento de la econom¨ªa espa?ola, con el incremento de las primas de riesgo y el menor crecimiento potencial de las econom¨ªas desarrolladas, configuran un entorno complejo a medio plazo y define un marco de actuaci¨®n para las entidades muy distinto del vivido durante las ¨²ltimas d¨¦cadas.
Pi¨¦nsese al respecto que el modelo productivo de la empresa bancaria se podr¨ªa aproximar a partir de una funci¨®n en la que el Valor A?adido Bruto (VAB) generado -suma del margen de activo, margen de pasivo, comisiones y otros ingresos financieros-, debe ser igual a la suma de los siguientes cuatro factores: p¨¦rdida esperada en funci¨®n del riesgo asumido; remuneraci¨®n del factor trabajo; gastos de explotaci¨®n y administraci¨®n; y beneficio neto generado, o remuneraci¨®n del capital.
Durante los ¨²ltimos 15 a?os, el VAB generado por el sector con respecto al volumen de activos gestionados ha ido disminuyendo de forma considerable. Si en 1992 la rentabilidad media era superior al 3,5%, en 2008 apenas superaba el 2%; diferencia de la que se han beneficiado los clientes v¨ªa abaratamiento del cr¨¦dito o mayor remuneraci¨®n del ahorro. Sin embargo, a pesar de la ca¨ªda de la rentabilidad obtenida por los activos gestionados, ¨¦sta se produjo sin merma de la retribuci¨®n del capital, gracias a una considerable disminuci¨®n de los costes de transformaci¨®n con respecto al volumen de activos gestionados. As¨ª, las ganancias de eficiencia del sector -merced a las econom¨ªas de escala- permitieron absorber la menor rentabilidad unitaria.
Sin embargo, en el entorno que cabe esperar para los pr¨®ximos a?os, caracterizado por la reducci¨®n del crecimiento del negocio, la lentitud con la que previsiblemente se va a recomponer el margen de activo, junto a la presi¨®n que van a soportar los m¨¢rgenes de pasivo, determinar¨¢ la disminuci¨®n del VAB del sector con el consiguiente impacto en la rentabilidad del capital, a menos que se lleven a cabo los ajustes necesarios para disminuir la capacidad instalada. Si asumimos que la rentabilidad tendencial del capital del sector financiero debe mantenerse en un umbral m¨ªnimo del 8-10%, la capacidad instalada en nuestro pa¨ªs deber¨ªa disminuir, seg¨²n nuestras estimaciones, en m¨¢s de un 25%.
Aceptando la necesidad de disminuir la capacidad instalada del sector en una de las econom¨ªas m¨¢s bancarizadas del mundo, como es la espa?ola, es un acierto que el FROB contemple tambi¨¦n la posibilidad de que la reordenaci¨®n no implique necesariamente procesos de fusi¨®n y permita que dicha transformaci¨®n -con los apoyos pertinentes si fuera necesario- se produzca bien mediante modelos de integraci¨®n "menos traum¨¢ticos" o bien mediante procesos de adelgazamiento que no impliquen necesariamente una operaci¨®n de integraci¨®n.
Sin embargo, en el contexto de una reestructuraci¨®n del calado se?alado, no queda suficientemente expedito el camino que facilite los procesos de consolidaci¨®n interterritorial dentro del subsector de cajas; lo que hubiera sido muy deseable para que la optimizaci¨®n del mapa bancario espa?ol se lleve a cabo de acuerdo con criterios de mayor racionalidad econ¨®mica.
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