Paz mediante desarrollo
La pol¨ªtica exterior americana ha fracasado en los ¨²ltimos a?os principalmente porque Estados Unidos ha recurrido a la fuerza para abordar problemas que requieren asistencia para el desarrollo y diplomacia. En lugares como Sud¨¢n, Somalia, Pakist¨¢n y Afganist¨¢n hay j¨®venes que se hacen guerreros porque carecen de un puesto de trabajo remunerado. Las ideolog¨ªas extremas influyen en las personas cuando no pueden alimentar a sus familias y cuando la falta de acceso a la planificaci¨®n familiar propicia una indeseada explosi¨®n demogr¨¢fica. El presidente Barack Obama ha infundido esperanzas sobre una nueva estrategia, pero hasta ahora las fuerzas de la continuidad en la pol¨ªtica de EE UU est¨¢n prevaleciendo sobre las fuerzas del cambio.
En Pakist¨¢n, Afganist¨¢n y Sud¨¢n hay j¨®venes que son guerreros porque carecen de un trabajo remunerado
La primera regla para evaluar la estrategia real de un gobierno es la de seguir el camino del dinero. Estados Unidos dedica un gasto m¨¢s que excesivo al ej¨¦rcito en comparaci¨®n con otros sectores del Estado. Los proyectados presupuestos de Obama no cambian al respecto. Para el pr¨®ximo ejercicio econ¨®mico de 2010, el presupuesto de Obama va a dedicar 755.000 millones de d¨®lares a gasto militar, cantidad que excede el gasto presupuestado de EE UU en todos los dem¨¢s sectores, excepto el llamado gasto "obligatorio" en seguridad social, atenci¨®n de salud, pago de intereses de la deuda nacional y otras pocas partidas.
De hecho, el gasto militar de EE UU excede la suma de desembolsos presupuestarios federales destinados a educaci¨®n, agricultura, cambio clim¨¢tico, protecci¨®n medioambiental, protecci¨®n de los oc¨¦anos, sistemas energ¨¦ticos, seguridad interna, vivienda de protecci¨®n oficial, parques nacionales y ordenaci¨®n del territorio nacional, sistema judicial, desarrollo internacional, operaciones diplom¨¢ticas, carreteras, transporte p¨²blico, asuntos relativos a los veteranos, ciencia y exploraci¨®n del espacio, investigaci¨®n e innovaci¨®n civiles, ingenier¨ªa civil para v¨ªas fluviales, embalses, puentes, alcantarillado y tratamiento de residuos, desarrollo comunitario y muchos otros sectores.
Esa preponderancia del gasto militar es aplicable a los diez a?os de proyecciones a mediano plazo de Obama. En 2019, se prev¨¦ que el gasto militar total ascienda a 8,2 billones de d¨®lares, lo que exceder¨¢ en 2 billones de d¨®lares los desembolsos presupuestarios correspondientes a todo el gasto presupuestario no obligatorio.
El gasto militar de EE UU es igualmente excepcional si lo consideramos desde una perspectiva internacional. Seg¨²n el Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigaci¨®n de la Paz, el gasto militar total en d¨®lares constantes de 2005 ascendi¨® a 1,4 billones de d¨®lares en 2007. Dicho de otro modo, EE UU gasta aproximadamente la misma cantidad que el resto del mundo en conjunto, t¨®nica a la que el Gobierno de Obama no da se?ales de poner fin.
Las decisiones pol¨ªticas adoptadas en los ¨²ltimos meses ofrecen pocas esperanzas m¨¢s de un cambio fundamental en la orientaci¨®n de la pol¨ªtica exterior de EE UU. Si bien EE UU ha firmado un acuerdo con Irak para abandonar el pa¨ªs al final de 2011, en el Pent¨¢gono se habla de que tropas "no combatientes" de EE UU permanecer¨¢n en el pa¨ªs durante a?os o decenios por venir.
Resulta f¨¢cil ver que la persistencia de la inestabilidad en Irak, la influencia iran¨ª y la presencia de Al Qaeda incitar¨¢ a las autoridades americanas a seguir la v¨ªa "segura" de una participaci¨®n militar continua. Algunos oponentes de la guerra de Irak, entre los que me cuento, creen que un objetivo fundamental -y profundamente errado- de la guerra desde el principio ha sido el de crear una base militar (o varias) a largo plazo en Irak, aparentemente para proteger las rutas del petr¨®leo y las concesiones petroleras. Sin embargo, como muestran los ejemplos de Ir¨¢n y de Arabia Saud¨ª, semejante presencia a largo plazo provoca tarde o temprano una reacci¨®n explosiva.
Los motivos de preocupaci¨®n son a¨²n mayores en Afganist¨¢n y Pakist¨¢n. La guerra de la OTAN contra los talibanes en Afganist¨¢n no va bien, hasta el punto de que el general en jefe de las tropas de EE UU ha sido destituido este mes. Los talibanes est¨¢n ampliando tambi¨¦n su influencia en el vecino Pakist¨¢n.
Tanto Afganist¨¢n como las provincias vecinas de Pakist¨¢n son regiones empobrecidas, con un desempleo enorme, poblaciones juveniles enormes, sequ¨ªas prolongadas, hambre generalizada y privaci¨®n econ¨®mica omnipresente. A los talibanes y a Al Qaeda les resulta f¨¢cil movilizar a guerreros en semejantes condiciones.
El problema radica en que en semejantes condiciones una reacci¨®n militar de EE UU resulta esencialmente in¨²til y puede inflamar con facilidad la situaci¨®n en lugar de resolverla. Entre otros problemas, EE UU recurre en gran medida a aviones teledirigidos y a bombarderos, que provocan un gran n¨²mero de v¨ªctimas civiles, lo que est¨¢ inflamando las actitudes p¨²blicas contra EE UU. Despu¨¦s de un desastre reciente, en el que murieron m¨¢s de cien civiles, el Pent¨¢gono insisti¨® inmediatamente en que continuar¨ªan esas operaciones de bombardeo. Seg¨²n una encuesta reciente, existe una abrumadora oposici¨®n paquistan¨ª a las incursiones militares de EE UU en su pa¨ªs.
Obama est¨¢ doblando la apuesta en Afganist¨¢n, al aumentar el n¨²mero de soldados de EE UU de 38.000 a 68.000 y m¨¢s, tal vez, m¨¢s adelante. Tambi¨¦n existen riesgos de que EE UU acabe participando mucho m¨¢s intensamente en los combates en Pakist¨¢n. El nuevo general en jefe de EE UU en Afganist¨¢n es, seg¨²n dicen, especialista en "contrainsurgencia", lo que podr¨ªa entra?ar perfectamente una participaci¨®n subrepticia de agentes secretos de EE UU en Pakist¨¢n. De ser as¨ª, los resultados podr¨ªan ser catastr¨®ficos y provocar la extensi¨®n de la guerra en un pa¨ªs inestable de 180 millones de habitantes.
Sin embargo, lo desconcertante es no s¨®lo la implacable financiaci¨®n y extensi¨®n de la guerra, sino tambi¨¦n la falta de una estrategia sustitutiva de EE UU. Obama y sus asesores principales han hablado peri¨®dicamente de la necesidad de abordar las causas subyacentes del conflicto, incluidos el desempleo y la pobreza. Se ha recomendado destinar unos miles de millones de d¨®lares para financiar la ayuda a Afganist¨¢n y a Pakist¨¢n, pero sigue siendo una cantidad peque?a comparada con los desembolsos militares y falta un marco global para apoyar el desarrollo econ¨®mico.
Antes de invertir centenares de miles de millones de d¨®lares m¨¢s en operaciones militares que fracasar¨¢n, el Gobierno de Obama debe replantearse su pol¨ªtica y proponer una estrategia viable a los ciudadanos de EE UU y del mundo. Ya es hora de que se aplique una estrategia de paz mediante el desarrollo sostenible, incluidas inversiones en salud, educaci¨®n, medios de sustento, agua, saneamiento y riego en los lugares conflictivos actuales, empezando por Afganist¨¢n y Pakist¨¢n.
Una estrategia semejante no puede surgir simplemente como un subproducto de las campa?as militares de EE UU, sino que se deber¨¢ formular proactivamente, con car¨¢cter urgente y en estrecha asociaci¨®n con los pa¨ªses afectados y sus comunidades. Un cambio de orientaci¨®n centrado en el desarrollo econ¨®mico salvar¨¢ un n¨²mero enorme de vidas y convertir¨¢ los inconcebiblemente onerosos costes econ¨®micos de la guerra en beneficios econ¨®micos mediante el desarrollo. Obama debe actuar antes de que la crisis actual estalle y llegue a ser un desastre a¨²n mayor.
Jeffrey D. Sachs es profesor de econom¨ªa y director del Instituto de la Tierra en la Universidad de Columbia. Copyright: Project Syndicate, 2009. www.project-syndicate.org Traducido del ingl¨¦s por Carlos Manzano.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.