El Papa clama contra la avaricia y pide una autoridad pol¨ªtica mundial
La nueva enc¨ªclica propone una revisi¨®n ¨¦tica y cristiana de la globalizaci¨®n
El texto llega con meses de retraso por la escasez de traductores al lat¨ªn en el Vaticano y por las sacudidas de la crisis financiera. La tercera enc¨ªclica de Benedicto XVI, Caritas in veritate (Caridad en la verdad), 137 p¨¢ginas, fue dada a conocer ayer en el Vaticano, en la v¨ªspera de la reuni¨®n del G-8 en Italia. El Papa alza la voz contra el capitalismo salvaje, condena la avaricia financiera, el ego¨ªsmo y el paternalismo neocolonialista, y reclama una globalizaci¨®n solidaria, un nuevo orden econ¨®mico basado en los valores cristianos, fusi¨®n de "fe y raz¨®n, caridad y verdad".
La globalizaci¨®n no es s¨®lo un proceso "socioecon¨®mico", sino "una oportunidad para redistribuir la riqueza con honestidad", se?ala el Papa. Una de las palabras clave del documento es "redistribuci¨®n". Otra es transparencia. Hace falta un mercado m¨¢s social y m¨¢s humano, en el que el Estado tenga un papel activo y las empresas se gu¨ªen por la ¨¦tica y la responsabilidad, dice Benedicto XVI.
Ratzinger critica a los organismos internacionales por su "burocracia"
Partiendo de las ideas del Concilio Vaticano II recogidas en la enc¨ªclica Populorum Progressio, publicada por Pablo VI en 1967, el Papa afirma la vigencia de los principios cl¨¢sicos de la Ilustraci¨®n (igualdad, libertad), y se?ala que es preciso corregir las carencias del tercero, la fraternidad.
Ratzinger asume, no sin autocr¨ªtica, la dificultad cultural de la Iglesia para conocer y manejar las diversas verdades que forman "la verdad". Pero su idea es propositiva: la injusticia existe y es preciso intervenir, crear un sistema nuevo, m¨¢s transparente y justo, con reglas que integren al Tercer Mundo, a los pobres y los hambrientos, en la econom¨ªa y el comercio mundiales.
Las finanzas, escribe, "despu¨¦s de su mal uso que ha da?ado la econom¨ªa real, deben volver a ser un instrumento dedicado al desarrollo". Hace falta una reglamentaci¨®n del sector que d¨¦ garant¨ªas a los m¨¢s d¨¦biles. Y una autoridad mundial que ejecute esas reglas.
"Para gobernar la econom¨ªa mundial, para sanear las econom¨ªas afectadas por la crisis, prevenir su empeoramiento y mayores desequilibrios, para lograr un oportuno desarme integral, la seguridad alimentaria y la paz, para garantizar la salvaguardia del ambiente y regular los flujos migratorios urge la presencia de una verdadera Autoridad Pol¨ªtica Mundial, que debe atenerse de manera concreta a los principios de subsidiaridad y solidaridad", escribe.
El Papa pide humanizar la relaci¨®n de los pa¨ªses ricos con el Tercer Mundo. Las ayudas internacionales, dice, "pueden a veces mantener a los pueblos en estado de dependencia", y es necesario "implicar a los sujetos de la sociedad civil y no s¨®lo a los Gobiernos". "La crisis nace de un d¨¦ficit de ¨¦tica en las estructuras econ¨®micas", dice el Papa. Sin ¨¦tica, la econom¨ªa puede destruir al hombre. Transparencia y reformas, "trabajo decente para todos", justicia social... y tambi¨¦n cr¨ªticas a los sindicatos, a los que reclama "m¨¢s sinergias con el Tercer Mundo". Y a las Naciones Unidas. El Papa reprocha la "excesiva burocracia" a los organismos internacionales, "a menudo demasiado costosos". Parecer¨ªa, denuncia, "que los pobres sirvan para mantener viva la vida dispendiosa de los aparatos burocr¨¢ticos".
En lo que parece una cr¨ªtica al Gobierno de Silvio Berlusconi, que no ha mantenido sus compromisos de ayuda al desarrollo, el Papa pide m¨¢s dinero para cooperaci¨®n y respeto de los acuerdos. Sobre inmigraci¨®n, Ratzinger la define como un fen¨®meno "hist¨®rico, muy complejo, que ning¨²n pa¨ªs puede resolver solo", y que requiere la "estrecha colaboraci¨®n" entre los pa¨ªses emisores y receptores. Los inmigrantes, recuerda, ayudan al desarrollo y "no pueden ser considerados una mercanc¨ªa".
La enc¨ªclica recuerda que Rat-zinger es un te¨®logo que no subestima la econom¨ªa ni la pol¨ªtica. Mezcla ideas de Marx y a Gramsci, de Kant y San Agust¨ªn, pero sus interlocutores son los anteriores papas. La enc¨ªclica actualiza la doctrina social de la Iglesia y trata a la vez -un cl¨¢sico en Ratzinger- de reivindicar el papel de la religi¨®n, potenciando el peso de los valores cristianos en la sociedad, y atacando de paso al laicismo y el ate¨ªsmo.
En las conclusiones, Ratzinger se acerca a Juan Pablo II, se pone teocr¨¢tico y recuerda que el gran enemigo es el ate¨ªsmo. "La cerraz¨®n ideol¨®gica a Dios y el indiferentismo ateo, que olvida al Creador y corre el peligro de olvidar tambi¨¦n los valores humanos, se presentan hoy como uno de los mayores obst¨¢culos para el desarrollo", escribe. "El humanismo que excluye a Dios es un humanismo inhumano".
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