Belleza e intensidad dram¨¢tica
Lou Reed y Laurie Anderson emocionan en su primera gira juntos
No pod¨ªa compararse con el paso del Tour, pero la expectaci¨®n reinante en las cercan¨ªas de Sant Feliu de Gu¨ªxols en la noche de ayer escapaba tambi¨¦n a la despertada por un t¨ªpico concierto veraniego. Los alrededores del puerto sufrieron la consabida aglomeraci¨®n de tr¨¢fico pero nadie parec¨ªa enojado, al contrario: la ocasi¨®n se lo merec¨ªa. Laurie Anderson y Lou Reed iniciaban en el festival de la Porta Ferrada su primera gira conjunta.
Lo hicieron con 15 minutos de retraso, cosa que los m¨¢s tardones agradecieron, y pareci¨® como si su sola salida fuese una se?al del m¨¢s all¨¢. El alboroto se convirti¨® en el m¨¢s devoto de los silencios y as¨ª sigui¨® a lo largo de todo el concierto, hasta daba miedo aplaudir para no interferir en aquel estado casi m¨ªstico en el que la palabra y la electr¨®nica se entremezclaban con apabullante naturalidad. Pasaron tres temas antes de que sonase el primer aplauso y realmente pareci¨® sobrar al romper la magia creada sobre el escenario.
Un escenario totalmente negro, sin nada superfluo, rodeaba a la pareja neoyorquina acompa?ada por un tercer teclista. Uno a cada lado, vestidos de negro con sus respectivos sintetizadores, Anderson con su viol¨ªn, Reed con su guitarra. Tras ellos una pantalla proyectaba las traducciones al catal¨¢n de los temas interpretados, una traducci¨®n que se agradec¨ªa porque los textos ten¨ªan esa noche tanta o m¨¢s importancia que los paisajes electr¨®nicos que los envolv¨ªan. M¨¢s r¨ªtmico, m¨¢s cantante a pesar de su voz granulosa, Reed. M¨¢s contadora de historias (con su voz manipulada por los sintetizadores) Anderson. Ambos emotivos y mostr¨¢ndose con una sencillez encomiable.
En 2002 Reed y Anderson ya actuaron conjuntamente en Barcelona. Aquella fue una velada de poes¨ªa pura y dura, bastante dura. Nada que ver con este Yellow Pony estrenado ayer en el que, a pesar de la alternancia de dos personalidades aparentemente tan dispares (son pareja en la vida real pero art¨ªsticamente nadie lo dir¨ªa), todo manten¨ªa una unidad estremecedora. Dram¨¢tico por momentos, como cuando Reed recuper¨® su cl¨¢sico Romeo had Juliette con el viol¨ªn de su compa?era convertido en un penetrante quejido. Puro compromiso social con Anderson recitando el aguerrido Beginning o el Story about a story. Ac¨²sticamente experimental en muchos momentos, del minimalismo de Anderson al hard core sonoro de Reed. Bello e intenso de principio a final.
Un espect¨¢culo moldeado al detalle que exig¨ªa tambi¨¦n mucho al p¨²blico. Imposible bajar la guardia ni siquiera en los temas m¨¢s r¨ªtmicos porque las palabras estaban all¨ª, afiladas y lacerantes. Tal vez por esa demanda de complicidad activa, casi activista, una parte del p¨²blico fue desertando paulatinamente. No fueron muchos pero las ruidosas gradas met¨¢licas convirtieron el goteo constante de huidas en una irritante molestia. Tras noventa minutos exactos, y cuando la brisa del cercano mar comenzaba ya a ser demasiado refrescante, Anderson y Reed concluyeron su recital sin excesos finales. De repente, el silencio se convirti¨® en una calurosa ovaci¨®n. La pareja se hizo rogar casi cinco minutos antes de ofrecer un ¨²nico y corto bis.
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