Avisen al taxidermista
Se?or Tesorero Nacional del Partido Popular, don Luis B¨¢rcenas, presente de inmediato su dimisi¨®n porque una vez que Jotapedro le ha puesto en el punto de mira de su rifle de repetici¨®n su situaci¨®n se hace insostenible. Ya est¨¢ dado el encargo de que avisen al taxidermista para que se ocupe de convertirle en nuevo trofeo cineg¨¦tico y sea incorporado a la galer¨ªa instalada en el mundo mundial junto a los de las ¨²ltimas piezas cobradas. As¨ª por ejemplo la de Ram¨®n Calder¨®n, que hubo de abandonar la presidencia del Real Madrid; la de Mariano Bermejo, relevado del Ministerio de Justicia; o la de Alberto Saiz, defenestrado de la direcci¨®n del Centro Nacional de Inteligencia (CNI). A estas alturas y con toda la mili que lleva hecha, m¨¢s de veintiocho a?os en la gerencia y tesorer¨ªa nacional del PP y de su antecesora Alianza Popular, deber¨ªa saber que los mismos hechos adquieren distinta gravedad seg¨²n el diario en que sean publicados.
Los mismos hechos adquieren distinta gravedad seg¨²n qui¨¦n los publique
Las se?ales que anda enviando B¨¢rcenas agravan su situaci¨®n
Porque las referencias que puedan haber aparecido en las p¨¢ginas de EL PA?S sobre irregularidades o imputaciones delictivas de miembros del Partido Popular, incluida Su Se?or¨ªa, resultan por completo inv¨¢lidas para los lectores afines a esas siglas, inconmovibles si son buenos sectarios a cuanto les llega con esa denominaci¨®n de origen.
Pero ?ay! cuando la misma noticia figura inserta en las columnas del diario de la avenida de San Luis. Entonces, el protagonista puede considerarse pol¨ªticamente sacrificado sin remisi¨®n en el altar de G¨¦nova 13. Adem¨¢s, las se?ales que anda enviando B¨¢rcenas agravan su situaci¨®n. Nadie retirar¨ªa durante un fin de semana de un despacho oficial asignado en la sede del partido las nueve cajas con documentaci¨®n, que refiere en su cr¨®nica de EL PA?S Carlos E. Cu¨¦, si su contenido fuera inocuo. Se trata, sin duda, de papeles comprometedores y adem¨¢s el fin de semana, como la nocturnidad, es una circunstancia agravante por mucho que ahora Luis B¨¢rcenas diga poner la mano en la Biblia -mucho m¨¢s templada que el fuego- para asegurar que la financiaci¨®n del PP se ha llevado de libro y que no hay una sola irregularidad.
De manera que usted insiste en que no hay nada, absolutamente nada pero, en flagrante contradicci¨®n con esa negativa, ha preferido llevarse la documentaci¨®n a casa para ponerla a buen recaudo a modo de escudo protector o de acta de acusaci¨®n contra quienes pretendieran quitarle de en medio, como la secretaria general, Mar¨ªa Dolores de Cospedal, o la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, a quien habr¨ªa amenazado con llev¨¢rsela por delante, seg¨²n informaba el domingo el diario en el que la buena gente pepera tiene puestas todas sus complacencias y al que su particular "garganta de seda" viene entregando sus m¨¢s delicadas confidencias en forma de serial codificado. Un proceder, este de las gargantas profundas o de seda, que confirma la vigencia en el ¨¢rea de la informaci¨®n de esa particular adaptaci¨®n del principio de incertidumbre de Heisenberg, seg¨²n la cual las fuentes noticiosas se comportan de manera tanto m¨¢s expl¨ªcita cuanto mejor consideren garantizada la ocultaci¨®n de su identidad y se producen de forma tanto m¨¢s herm¨¦tica cuanto m¨¢s identificadas teman aparecer.
Pero por esa senda del amago no hay salida. Porque a todos aquellos que se sienten amagados, vale decir chantajeados, por hipot¨¦ticas revelaciones suyas sobre financiaciones o chorizadas varias s¨®lo les queda la salida de reaccionar conmin¨¢ndole a usted a que las haga p¨²blicas para no quedar invalidados por la sospecha deshonrosa. Amigo B¨¢rcenas, la disuasi¨®n nuclear era efectiva cuando la doctrina de la Mutua Destrucci¨®n Asegurada (MDA) bajo la condici¨®n silenciosa de no ser exhibida. Porque quien alardea de tener armas de destrucci¨®n masiva capaces de aniquilar la honorabilidad del pr¨®jimo, ser¨¢ incitado de modo irremediable a presentarlas y tanto si lo hace como si se abstiene quedar¨¢ condenado. Deber¨¢ optar por sacrificarse en una escena de las de "?muera Sans¨®n y los filisteos!", propia de los suicidas del fanatismo islamista que esperan ser premiados con las hur¨ªes del Profeta, o tendr¨¢ que aguantar el canturreo ir¨®nico de "?la manga riega, que aqu¨ª no llega!", abochornado por la consiguiente p¨¦rdida de credibilidad.
Un repaso somero, que va de Jos¨¦ Mar¨ªa Ruiz-Mateos, a Javier de la Rosa, pasando por Mario Conde, hubiera podido anticipar a B¨¢rcenas el error de una opci¨®n, que siempre se convierte en atajo para entrar antes en el truyo.
P.D. Del CNI hablaremos el pr¨®ximo d¨ªa.
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