Negociaci¨®n an¨¦mica
El Gobierno se esfuerza en mantener el di¨¢logo social, pero la probabilidad de acuerdos es baja
La negociaci¨®n entre el Gobierno, los sindicatos y los empresarios que com¨²nmente se conoce como di¨¢logo social ha sufrido ya alguna amenaza de ruptura definitiva y, aunque las conversaciones todav¨ªa se mantienen abiertas, parece que pocos acuerdos de gran trascendencia saldr¨¢n de ellas. El Gobierno ha lanzado a los sindicatos la propuesta de ampliar en seis meses la prestaci¨®n a los parados que no encuentran trabajo y han agotado ya la prestaci¨®n establecida; esta pr¨®rroga, sumada a los seis meses de ampliaci¨®n que hab¨ªa concedido con anterioridad, sumar¨ªa un a?o de prestaciones extraordinarias. Y a los empresarios les ha propuesto un recorte en las cotizaciones sociales de dos puntos, cuando la patronal CEOE hab¨ªa solicitado una rebaja de cinco puntos.
Ambas propuestas implican un esfuerzo notable para mantener en pie la negociaci¨®n. A d¨ªa de hoy las conversaciones se encuentran muy condicionadas por las graves consecuencias de la recesi¨®n econ¨®mica. Tanto la pr¨®rroga del subsidio como el recorte de las cotizaciones sociales parecen medidas encaminadas a corregir las consecuencias de la desaceleraci¨®n econ¨®mica. Como tales, son perfectamente aceptables. Porque por una parte es necesario prevenir, en la medida que se pueda, la pauperizaci¨®n de la sociedad y, por otra, se sabe que la imposici¨®n espa?ola sobre el trabajo est¨¢ entre las m¨¢s elevadas de Europa. Conviene reducir esa presi¨®n si se quiere crear empleo. Siempre y cuando se compense el descenso en la recaudaci¨®n con un aumento en los ingresos procedentes de otros impuestos.
Para que el di¨¢logo social tenga alguna probabilidad de ¨¦xito, es decir, contribuya a que el mercado de trabajo supere la recesi¨®n con la m¨ªnima destrucci¨®n de empleo posible, tendr¨ªa que partir de diagn¨®sticos claros y de prop¨®sitos convenidos. Hoy no existe ese grado de complicidad. Empresarios y sindicatos han de ser conscientes de que la reducci¨®n de la dualidad del mercado de trabajo y la simplificaci¨®n de contratos son convenientes a unos y otros. Por ello, constituye un grave error estrat¨¦gico encastillarse en posiciones fundamentalistas -como la suposici¨®n de que el abaratamiento del despido es condici¨®n prioritaria para salir de la recesi¨®n- o en un recorte de las cotizaciones de cinco puntos como punto de partida irreductible. Cuando la concertaci¨®n se ha impuesto a la confrontaci¨®n, la rentabilidad para todos ha sido evidente.
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