En el centenario de Jos¨¦ Luis Aranguren
Al rev¨¦s que la mayor¨ªa de los intelectuales, el c¨¦lebre profesor fue haci¨¦ndose m¨¢s inconformista y progresista conforme avanzaba en edad. Termin¨® siendo un referente de la izquierda, muy cr¨ªtico con sus renuncias
Se conmemoran 100 a?os del nacimiento de Jos¨¦ Luis Aranguren y con tal motivo se han comenzado a producir distintos eventos para recordar a uno de los intelectuales m¨¢s significativos de la Espa?a del siglo XX. Entre los actos en marcha sobresale la exposici¨®n sobre su vida y su obra, organizada por el Instituto de Filosof¨ªa del CSIC, con el apoyo de la Sociedad de Conmemoraciones Culturales, que se puede visitar en la Residencia de Estudiantes de Madrid. En la exposici¨®n, y en el cat¨¢logo que acompa?a la muestra, se pueden ver los distintos momentos de la vida de Aranguren: desde sus inicios como intelectual cat¨®lico hasta su final como figura emblem¨¢tica de la transici¨®n pol¨ªtica espa?ola, pasando por su ¨¦poca como catedr¨¢tico de la Facultad de Filosof¨ªa de la Universidad Complutense hasta su estancia en Estados Unidos una vez expulsado de la misma.
Nunca dej¨® de ser un cristiano heterodoxo, ni de reivindicar las causas de Mayo del 68
Se negaba a aceptar que las cosas son como son y que por tanto hay que rendirse al m¨¢s fuerte
Al repasar las salas de la exposici¨®n y al estudiar las colaboraciones del cat¨¢logo he vuelto a llegar a la conclusi¨®n de que existen varios Aranguren. Tenemos, en primer lugar, al Aranguren que conecta con su generaci¨®n y que observamos en las fotos con La¨ªn, con Mar¨ªas, con Cela, con Dionisio Ridruejo. En segundo lugar, aparece el Aranguren catedr¨¢tico de ?tica que es recordado en el cat¨¢logo por las colaboraciones de Javier Muguerza, de Pedro Cerezo y de Adela Cortina. Podemos contemplar tambi¨¦n, en tercer lugar, al Aranguren religioso del que se ocupa Manuel Fraij¨®; figura, en cuarto lugar, un Aranguren pol¨ªtico sobre el que versan las colaboraciones de Ignacio Sotelo, de El¨ªas D¨ªaz y de Reyes Mate, y aparece finalmente el ¨²ltimo Aranguren, del que me he ocupado en otras ocasiones, al recopilar sus art¨ªculos pol¨ªticos en la obra La izquierda, el poder y otros ensayos. Es sobre este Aranguren sobre el que me gustar¨ªa reflexionar en este momento.
Tenemos siempre la tentaci¨®n de pensar que aquello que hemos vivido en un lugar y en un momento determinado es lo que marca para siempre una instituci¨®n, como si el tiempo se detuviera con nuestra marcha, como si al volver a la vieja casa ella siguiera guardando el recuerdo de nuestro paso por la misma como el momento esencial de su historia. Algo de esto ha ocurrido con Aranguren. Fue tal el impacto que caus¨® en los a?os cincuenta y sesenta en sus disc¨ªpulos que muchos de ellos siguen fijando la mirada en el Aranguren de aquellos a?os. Se remontan siempre a sus libros de entonces, que han sido por lo dem¨¢s los m¨¢s reeditados, como es el caso de su ?tica y de ?tica y Pol¨ªtica.
No cabe duda que estas obras marcan una inflexi¨®n en su obra: del Aranguren intelectual cat¨®lico al profesor de ?tica que est¨¢ atento a las demandas de sus alumnos y es capaz de introducirles en el mundo de la ¨¦tica anglosajona, de la teor¨ªa sociol¨®gica, de la cr¨ªtica literaria o del estructuralismo. Es ese Aranguren que El¨ªas D¨ªaz ha sabido recordar con maestr¨ªa en un libro reciente: De la Instituci¨®n a la Constituci¨®n.
Para mi generaci¨®n, sin embargo, el Aranguren que comenzamos a leer ya estaba en otra cosa. Es el Aranguren de obras como Marxismo como moral, La crisis del catolicismo y Entre Espa?a y Am¨¦rica. Es el Aranguren que sabe conectar con las reivindicaciones de los estudiantes norteamericanos y sabe vislumbrar una nueva forma de entender las relaciones entre la pol¨ªtica, la cultura y la religi¨®n. Es ¨¦ste el Aranguren que me parece m¨¢s interesante y que creo tendr¨¢ m¨¢s repercusi¨®n en el futuro.
Es sabido que son muchas las personas que conforme avanzan en edad van dejando atr¨¢s los sue?os juveniles y van aceptando con resignaci¨®n los l¨ªmites de lo existente. Aranguren rompe la regla. Conservador en su juventud, proveniente del bando de los vencedores en la guerra civil, espectador cuasi-silente del drama que desgarra la historia de Espa?a, refugiado en la intimidad religiosa y familiar, es a la vejez uno de los referentes m¨¢s apreciados de la izquierda intelectual de los a?os ochenta.
En medio est¨¢ naturalmente su experiencia en la Universidad, su expulsi¨®n por la dictadura, su vivencia norteamericana y la forma de afrontar los a?os de la transici¨®n pol¨ªtica espa?ola y la llegada de los socialistas al Gobierno. Es aqu¨ª donde est¨¢ la novedad de su aportaci¨®n frente a los compa?eros de generaci¨®n y a muchos de sus disc¨ªpulos.
A lo largo de la transici¨®n fue imponi¨¦ndose una cultura pol¨ªtica basada en la necesidad del consenso, del acuerdo, del entendimiento entre las grandes fuerzas pol¨ªticas. Hab¨ªa que evitar la confrontaci¨®n, la polarizaci¨®n, la politizaci¨®n de los a?os treinta. Ese esfuerzo de entendimiento y de reconciliaci¨®n hizo que muchas, demasiadas cosas, se echaran al olvido. En el socialismo espa?ol se impuso la tesis de que hab¨ªa que enterrar la acumulaci¨®n ideol¨®gica de la clandestinidad, abandonar veleidades izquierdistas, jugar el papel de la derecha democr¨¢tica y asumir la funci¨®n de la burgues¨ªa liberal.
El abandono de la acumulaci¨®n ideol¨®gica de la clandestinidad se tradujo en una pol¨ªtica de la izquierda mayoritaria que fue enterrando las energ¨ªas ¨¦tico-ut¨®picas de la generaci¨®n del 68: la posibilidad de un mundo sin bloques militares, la necesidad de acabar con la carrera de armamentos, la apuesta por detener un crecimiento econ¨®mico insostenible, la conveniencia de distinguir entre progreso t¨¦cnico y progreso moral, la lucha por transformar la vida cotidiana.
Estas pol¨ªticas fueron abandonadas por las fuerzas pol¨ªticas mayoritarias. La derecha, porque nunca las comparti¨® y consider¨® que la herencia del 68 deb¨ªa ser combatida sin contemplaciones. La izquierda de gobierno, porque opt¨® por un discurso economicista, por una adoraci¨®n acr¨ªtica de la modernizaci¨®n sin valores y por ser un sost¨¦n de la pol¨ªtica norteamericana de la ¨¦poca de Reagan y Bush. Pensemos en la primera guerra del Golfo que tanto impresion¨® a Aranguren.
Eran muchos los intelectuales que apoyaban estas tesis; eran muchos los que pensaban, y siguen pensando, que hay que saber distinguir entre la cabeza y el coraz¨®n y que por tanto era y es imprescindible saber atenerse a la realidad y olvidarse de los sue?os quim¨¦ricos: las cosas son como son y lo que procede es hacer de la necesidad f¨¢ctica virtud ¨¦tica y doblegarse ante el m¨¢s fuerte.
Aranguren no. Preso de una nostalgia incurable por los a?os sesenta -cuando parec¨ªa que todo era posible- no estaba dispuesto a sucumbir al realismo disut¨®pico de los a?os ochenta. Segu¨ªa, por ello, frente a pol¨ªticos despreocupados de los valores, y a ¨¦ticos sin ning¨²n inter¨¦s por las mediaciones, manteniendo la tensi¨®n entre ¨¦tica y pol¨ªtica.
Frente a una pol¨ªtica basada en transformar los partidos en grandes m¨¢quinas electorales, reducir la democracia a una selecci¨®n de l¨ªderes y la gobernabilidad a una sumisi¨®n a los dictados del pensamiento ¨²nico, Aranguren segu¨ªa manteniendo una resistencia moral admirable ante lo establecido y segu¨ªa abierto a la esperanza en una sociedad alternativa.
Esperanza alimentada por una religiosidad profunda que le acompa?¨® hasta el final. Un grupo de creyentes y agn¨®sticos le ve¨ªamos, a?o tras a?o, presidiendo, en compa?¨ªa de Jos¨¦ G¨®mez Caffarena, el Foro sobre el Hecho Religioso organizado por el Instituto Fe y Secularidad. Su curiosidad era inagotable. De la misma forma que hu¨ªa del intelectual org¨¢nico se hab¨ªa ido alejando paulatinamente del intelectual cat¨®lico, pero reivindicaba siempre su condici¨®n de cristiano, de cristiano heterodoxo.
No confundi¨® nunca lo eclesi¨¢stico con lo eclesial, ni lo cat¨®lico con lo cristiano. Al ser partidario de este cristianismo heterodoxo y de una izquierda ut¨®pica creo que representa muy bien el otro siglo XX: el que se siente herido ante la prepotencia de los vencedores de la guerra fr¨ªa, ante los Reagan, Thatcher y Wojtyla, y se siente a la par frustrado, perplejo e impotente, porque sigue esperando una respuesta distinta de la izquierda. Una respuesta m¨¢s imaginativa, m¨¢s audaz, m¨¢s decidida, una respuesta que Aranguren no lleg¨® a encontrar en su tiempo, por lo que mantuvo hasta el final, como ¨¦l mismo dec¨ªa, una discreta pero firme disidencia.
Antonio Garc¨ªa Santesmases es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa Pol¨ªtica de la UNED y editor de la obra de Jos¨¦ Luis Aranguren La izquierda, el poder y otros ensayos.
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