"El r¨¦gimen aplasta la dignidad humana"
Natalia Estem¨ªrova recibi¨® una andanada de insultos por parte de un funcionario del r¨¦gimen de Ramz¨¢n Kad¨ªrov. Su ¨²nico pecado era haberme ido a buscar frente a un teatro de Grozni el pasado diciembre. Cuando el responsable checheno se enter¨® de la cita, carg¨® contra la l¨ªder de la organizaci¨®n de derechos humanos Memorial, asesinada el mi¨¦rcoles: "Esa mujer, que s¨®lo cuenta mentiras sobre nosotros, es una basura". Natalia aguant¨® la retah¨ªla y me dijo: "Kad¨ªrov ha establecido una dictadura. Esto es como la URSS en 1937".
De camino a la sede de Memorial, Estem¨ªrova explic¨® cu¨¢nto sufrimiento ocultaban las fachadas restauradas y lujosas de Grozni. Le preocupaban los secuestros, las intimidaciones a las familias de los adolescentes que se hab¨ªan echado al monte por falta de perspectivas, las operaciones policiales "que no buscan la captura sino el exterminio del perseguido". "Este r¨¦gimen aplasta la dignidad humana, y esto no acabar¨¢ bien. La parte m¨¢s activa de la poblaci¨®n no quiere vivir as¨ª y emigra al extranjero. Europa est¨¢ llena de chechenos. Nadie se atreve a contradecir a Kad¨ªrov".
En la cocina de Memorial, junto a una taza de t¨¦, Natalia hablaba de las mujeres asesinadas y consideraba que los cr¨ªmenes eran "muy extra?os", con un "car¨¢cter demostrativo" y no "tradicional". "Seg¨²n las costumbres, si una chica deshonraba a su familia y ¨¦sta decid¨ªa matarla, eso ocurr¨ªa de forma muy cerrada para que los extra?os no se enteraran de la deshonra. Y aqu¨ª las echaron en la cuneta de forma demostrativa". Natalia, efectivamente, hab¨ªa suministrado informaci¨®n sobre aquellas muertes que apuntaban hacia los ¨®rganos policiales. Fue publicada sin su firma en N¨®vaya Gazeta, el peri¨®dico donde trabaj¨® Anna Politk¨®vskaya.
Estem¨ªrova sab¨ªa lo que arriesgaba y lo asum¨ªa como quien asume un destino inevitable que le supera. Aceptaba lo imprevisto, estaba dispuesta en cualquier momento a acudir all¨ª donde la necesitaban y de interceder por los que ped¨ªan auxilio, y lo hac¨ªa de forma sencilla, cotidiana, arm¨®nica. Nada que ver con el sentido de misi¨®n grandiosa y la conciencia de la propia importancia que otros exhiben. Sus ademanes eran suaves; su aspecto, fr¨¢gil; sus ojos, penetrantes y siempre en alerta.
Hablamos de la poligamia, una costumbre en auge, tanto que, seg¨²n dijo, algunas mujeres de funcionarios se hab¨ªan dirigido al primer ministro Vlad¨ªmir Putin para que prohibiera el segundo matrimonio. "Kad¨ªrov por lo menos tiene dos mujeres. Una de ellas vive aqu¨ª cerca. Qued¨® clasificada en segundo lugar en un concurso de belleza", afirmaba. Natalia, hija de padre checheno y madre rusa, se mostraba tolerante con la poligamia, "una forma de legalizar el estatus de la amante y de dar seguridad a los hijos". "Despu¨¦s de la guerra", dec¨ªa, "es algo comprensible, porque hay menos hombres que mujeres, pero lo que est¨¢ mal es que las obliguen", afirmaba.
Su aspecto fr¨¢gil era enga?oso. Cuando Kad¨ªrov intent¨® que se cubriera la cabeza, Estem¨ªrova se plant¨®. "Dije que el pa?uelo me lo pondr¨ªa cuando me diera la gana y que nadie me obligar¨ªa a llevarlo. Lo dije en televisi¨®n y lo dije en una conversaci¨®n confidencial con Kad¨ªrov y otros funcionarios, en la que no nos pusimos de acuerdo en nada. Despu¨¦s me expulsaron del consejo asesor del presidente".
Varias llamadas de m¨®vil interrumpieron la conversaci¨®n. El funcionario de Prensa se pon¨ªa nervioso. A la salida de Memorial, dos agentes del Servicio Federal de Seguridad local nos pararon y nos amenazaron con un expediente por habernos apartado del grupo de corresponsales extranjeros que visitaban Grozni, lo que, seg¨²n ellos, era una violaci¨®n del r¨¦gimen contraterrorista entonces vigente. Natalia sali¨® a hablar con los agentes, y ¨¦stos acabaron por llevarnos en coche a la mezquita, donde el presidente Kad¨ªrov, a la intemperie a varios grados bajo cero, contest¨® a nuestras preguntas.
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