Impunidad en Rusia
Mosc¨² debe explicar el asesinato en Chechenia de otra relevante cr¨ªtica de los desmanes de Kad¨ªrov
Pocas cosas tienen menos consecuencias en Rusia que el asesinato de quienes airean documentadamente el desprecio imperante por los derechos humanos. Sucedi¨® hace tres a?os con la periodista Anna Politk¨®vskaya, que no fue la primera pero s¨ª la m¨¢s prominente, y viene ocurriendo con activistas, periodistas y abogados, sin que nadie haya sido condenado por ello. Le ha tocado ahora a Natalia Estem¨ªrova, contumaz investigadora de los abusos de la dictadura chechena, secuestrada en Grozni y asesinada a tiros. Con ella desaparece una crucial fuente informativa independiente sobre el r¨¦gimen de terror que ha impuesto Ramz¨¢n Kad¨ªrov, el hombre del Kremlin en Chechenia.
En Rusia y sus rep¨²blicas t¨ªtere, sobre todo en las m¨¢s inestables del C¨¢ucaso norte, se ha instalado la cultura de la impunidad criminal. Como su amiga Politk¨®vskaya, Estem¨ªrova denunciaba alto y claro, para la organizaci¨®n pro-derechos humanos Memorial, la m¨¢s antigua de Rusia, los desmanes contra civiles del r¨¦gimen en Chechenia, una regi¨®n que Mosc¨² ha declarado pacificada, pero en la que impera la violencia y se suceden los ataques de los insurgentes islamistas, al igual que en las lim¨ªtrofes Ingushetia o Dagest¨¢n. La activista asesinada hab¨ªa sido amenazada por el presidente Kad¨ªrov, ex rebelde ahora al servicio del Kremlin, que ayer lament¨® su muerte y prometi¨® justicia. Otros cr¨ªticos menos notorios del l¨ªder checheno, al que recientemente Mosc¨² ha dado plenos poderes antiterroristas en Ingushetia, han sido liquidados recientemente en lugares tan dispares como Viena, Estambul o Dubai. Estem¨ªrova era tambi¨¦n amiga y colega de un abogado y una joven periodista conectados con Chechenia, muertos a tiros en enero en Mosc¨², a la luz del d¨ªa, por un pistolero tampoco hallado por la polic¨ªa.
El asesinato de Natalia Estem¨ªrova pone de nuevo el foco en la urgente necesidad de que Europa y Estados Unidos, que ayer mostraban su indignaci¨®n, sit¨²en el tema de los derechos humanos en el centro de cualquier di¨¢logo con Mosc¨². Rusia sigue siendo, con Vlad¨ªmir Putin convertido en primer ministro y Dmitri Medv¨¦dev elevado nominalmente a la presidencia, el mismo pa¨ªs que hace un a?o, donde las televisiones est¨¢n bajo el f¨¦rreo control del Gobierno, las elecciones son cualquier cosa menos fiables, la actividad pol¨ªtica cr¨ªtica es peligrosa y el poder judicial -como muestra el caso Jodorkovsky- escribe al dictado del Ejecutivo. Un lugar donde, a la vista de los hechos, las reiteradas promesas de Medv¨¦dev de instaurar el imperio de la ley son papel mojado.
Tanto para la Uni¨®n Europea como para EE UU -donde Barack Obama juega estos d¨ªas con la medi¨¢tica idea de poner el contador a cero en las espesas relaciones entre Washington y Mosc¨²-, una Rusia democr¨¢tica representar¨ªa un socio mucho m¨¢s fiable, estable y predecible que la autoritaria actual. Se trate de gas natural o de misiles.
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