Hermida y la Luna
Se cumplen 40 a?os desde aquella pl¨¢cida noche de verano en que la Luna, acostumbrada a asomarse en el cielo, sali¨® por televisi¨®n. Se abri¨® la compuerta del m¨®dulo Eagle y asom¨® el rostro del comandante Neil Armstrong. Al frente, un inmenso mar de arena que, acorde con su propio nombre, permanec¨ªa tranquilo. Arriba, la oscuridad dibujaba con puntos de luz el infinito. Abajo, en una esfera azulada, millones de miradas apuntaban hacia el firmamento. Entre ellas, las de los espa?oles, a los que el acontecimiento celeste nos pill¨® sentados ante un televisor Iberia, marca de talla mundial, el 20 de julio de 1969. Una Espa?a modesta que forraba el cubo de los desperdicios con hojas de peri¨®dico porque a¨²n no hab¨ªa descubierto las bolsas de basura, pero, dicho sea de paso, una Espa?a profundamente humana y con una admirable capacidad de so?ar y emocionarse. Sentimiento que conoc¨ªa a la perfecci¨®n el joven Hermida Pineda, hijo de un fogonero gallego y una humilde ama de casa andaluza, y primer corresponsal de RTVE en Estados Unidos.
El entusiasmo narrativo del cronista fue tal que dimos por hecho que formaba parte de la misi¨®n
Cuando el norteamericano descendi¨® por la escalerilla y marc¨® con su bota izquierda la hist¨®rica huella, su peque?o paso se transform¨® de inmediato en un gran salto para el comunicador espa?ol. A las 2 horas y 56 minutos de la madrugada (seg¨²n los est¨¢ndares at¨®micos para medir el tiempo que empezaron entonces a desplazar a Greenwich), todo el planeta acept¨® a tres nuevos h¨¦roes: Armstrong, Aldrin y Collins. Otro tr¨ªo de ases para la historia. Como los Reyes Magos. Como Los Panchos. Como el n¨²mero de ruedas que les funcionan a los carritos del supermercado. Pero nosotros, Spain was different, aupamos a cuatro. El entusiasmo narrativo del cronista de la primera fue de tal magnitud que dimos por hecho que ¨¦l mismo formaba parte de la tripulaci¨®n del Apollo 11. Armstrong, Aldrin, Hermida y Collins. Cuatro h¨¦roes, cuatro. Como The Beatles. Como los 4 Fant¨¢sticos. Como los gatos que asisten al entierro de un vagabundo. Jes¨²s Hermida acababa de ascender a los cielos de la fama para convertirse definitivamente en estrella televisiva. Quienes resten hoy m¨¦rito a su proeza por haber contado entonces en Houston con la lanzadera estelar m¨¢s sofisticada deber¨ªan preguntarse por qu¨¦ los corresponsales de la RAI, de la BBC o de la televisi¨®n alemana no corrieron la misma fortuna. Aquella noche, Hermida subi¨® a la Luna por m¨¦ritos propios.
En el momento de la retransmisi¨®n llevaba ya destinado un a?o en la ciudad de los rascacielos y le hab¨ªa dado tiempo a familiarizarse con los informativos del padre del periodismo televisivo: Walter Cronkite. El t¨ªo Walter se hab¨ªa alzado en representante de las clases medias, y a las siete de la tarde congregaba a 70 millones de norteamericanos frente a la mosca de la CBS. Aparte de la honestidad de hierro que le mantuvo durante d¨¦cadas en la mayor cota de credibilidad de EE UU, Cronkite ten¨ªa un estilo diferente que atra¨ªa hacia s¨ª a las masas, y Hermida se propuso descifrarlo.
Primero le pill¨® el ritmo. El astro de la Columbia Broadcasting System se dirig¨ªa a c¨¢mara a una velocidad de 124 palabras por minuto; muy despacio, si se compara con los 165 vocablos que utilizamos en el transcurso de una conversaci¨®n. El corresponsal aprendi¨® a ralentizar su narraci¨®n hasta conseguir la expresi¨®n pausada que le hizo tan popular en Espa?a. Se trataba de podar el idioma. De entresacar con pinzas palabras de las frases y decir lo mismo con menos letras. C¨®mo quien le narra un cuento a su hija en la cama. Dando la impresi¨®n de que cada cosa que va a contarse viene envuelta en misterio.
Luego le pill¨® la utilizaci¨®n de coletillas. Las frases que repet¨ªa Cronkite en el informativo quedaban flotando en el inconsciente colectivo y, como las tiras amarillas para cazar moscas, atrapaban irremediablemente a la audiencia. El de Misuri, por ejemplo, terminaba siempre con la misma sentencia: "And that's the way it is". Despedida que hizo suya Ernesto S¨¢enz de Buruaga en los informativos de Antena 3 Televisi¨®n, "as¨ª son las cosas y as¨ª se las hemos contado", en la etapa en que, curiosamente, Hermida mandaba en la casa.
Mucho antes, el propio Jes¨²s incorpor¨® a su repertorio el recurso de Cronkite de repetir machaconamente una misma frase. Coletillas que desde aquella noche del 69 se convirtieron en parte de nuestra vida hasta llegar a un punto en el que no necesitaba aparecer en televisi¨®n para cultivar su fama, pues ya se encargaban de ello Martes y Trece. Trucos que fue capaz de descifrar y que resultaron infalibles al mezclarse magistralmente con el desbordante entusiasmo que Hermida pon¨ªa siempre a sus cr¨®nicas. El onubense defend¨ªa la teor¨ªa de que vales tanto como tu ¨²ltima obra, y en cada una de ellas estaba dispuesto a entregarlo todo.
Por eso, en julio del 69 consider¨® que el chaval con boina y gabardina que hab¨ªa llegado a Madrid a buscarse la vida y ahora se encontraba frente a un micr¨®fono televisivo en Houston ten¨ªa obligaci¨®n de contagiar su felicidad al mundo. Y por ello se atrevi¨® a aventurarnos lo que ha de sentir un hombre al alunizar por vez primera. Y con el mismo entusiasmo continu¨® a lo largo de su espacial carrera. Especialmente en los peque?os detalles, porque el ni?o que ha echado en falta alguna vez los zapatos sabe que detr¨¢s de unas chanclas puede aguardar una historia. Como el d¨ªa que Espa?a sell¨® su ingreso en Europa y en la Redacci¨®n le pusimos al tel¨¦fono a Mor¨¢n. Hermida le pregunt¨®: "D¨ªgame, se?or ministro, ?qu¨¦ corbata lleva puesta hoy en Bruselas?". Aqu¨¦l fue un d¨ªa hist¨®rico, de grandes emociones, y hoy lo primero que me viene al recuerdo es aquella pregunta. ?se era el truco de Hermida.
'Los hombres de Paco' arrasan
- La audiencia respald¨® el impactante desenlace de Los hombres de Paco. La serie de Antena 3 despidi¨® ayer su s¨¦ptima temporada con una media de 3.712.000 espectadores (27,2% de cuota de pantalla). La ficci¨®n que produce Globomedia tambi¨¦n protagoniz¨® el momento de m¨¢xima expectaci¨®n (0.14), cuando casi cinco millones (40,9%) estaban pendientes de unos de los instantes m¨¢s emotivos del ¨²ltimo episodio.
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