La interrupci¨®n del embarazo
Parece inevitable reiterar lo obvio. La humanidad, y sobre todo las mujeres, lleva siglos tratando de desenchufar el placer sexual de la procreaci¨®n. Recuerdo que un amigo de mi ¨¦poca adolescente me dec¨ªa: "Yo creo que a ellas no les gusta". "S¨ª les gusta, le contest¨¦, pero tienen miedo de quedarse embarazadas".
Hoy, en extensas zonas del mundo desarrollado, es posible que las mujeres gocen del placer sexual con la misma inhibici¨®n que los varones gracias a los anticonceptivos, cada d¨ªa m¨¢s accesibles y baratos, incluyendo la ¨²ltima f¨®rmula, la p¨ªldora del d¨ªa despu¨¦s. Pero para que ello sea as¨ª hacen falta unas condiciones, vigentes ya en la mayor¨ªa de los pa¨ªses europeos y que son fundamentalmente tres:
En Espa?a, la cifra de abortos es excesiva y creciente. A ello hay que poner remedio
1.- Informaci¨®n sexual temprana. En cuanto las ni?as tengan la primera menstruaci¨®n, se las debe informar con claridad y sin ambages de esa funci¨®n corporal y explicarles c¨®mo se deben comportar con sus amiguitos que, pronto, a impulsos de la potente dosis de testosterona que se desarrolla en sus cuerpos varoniles, las requerir¨¢n de amores y escarceos.
2.- Anticonceptivos baratos y accesibles. Hay farmac¨¦uticos de todos los pelajes y, algunos, no hace muchos a?os, se negaban a dispensar la p¨ªldora a las mujeres aunque llevaran receta y a vender condones a los hombres. Por eso en algunos pa¨ªses el sistema sanitario dispensa los anticonceptivos gratuitamente y sin condicionantes ideol¨®gicos ni comerciales.
3.- Funcionamiento eficaz y r¨¢pido de dicho sistema sanitario para que detecte y ponga pronto remedio a los embarazos no deseados con arreglo a la ley. Hay m¨¦dicos objetores, algunos son sinverg¨¹enzas que objetan en la sanidad p¨²blica y practican abortos en la privada, pero todos los trabajadores de la sanidad p¨²blica deben cumplir la ley o buscar trabajo en la sanidad privada.
La nueva ley espa?ola de plazos, que perfecciona la legislaci¨®n anterior, introduce el sistema mayoritariamente europeo y contra ella truenan cuantos estaban callados en el largo tiempo en que ha estado funcionando la norma vigente bajo el Gobierno de la derecha
La sustancia de la protesta es la defensa de la sociedad patriarcal y machista, enemiga de los derechos de las mujeres. ?stas deben ser castas, subordinadas al var¨®n y si juegan a los mismos juegos, se les debe amenazar con la maternidad, como castigo a su libertinaje. Son los mismos que est¨¢n contra la informaci¨®n sexual temprana, contra los anticonceptivos y empiezan a estar asustados de que las mujeres, protegidas por los anticonceptivos, muestren su mayor potencia y capacidad de disfrute sexual. Porque como me dec¨ªa un joven pariente: "Por cada orgasmo que tengo, ella tiene tres".
La ley de plazos afronta un conflicto de intereses. A ninguna mujer se la puede obligar a ser madre y el "nasciturus" debe ser protegido desde un cierto momento. ?Desde cu¨¢ndo? Hay opiniones cient¨ªficas, filos¨®ficas y hasta metaf¨ªsicas para todos los gustos, el doctor aquinatense dec¨ªa que Dios infunde el alma a los tres meses de la concepci¨®n pero el mundo eclesi¨¢stico endurece su posici¨®n para tener la influencia pol¨ªtica que socialmente ha perdido. En todo caso la sociedad debe legislar para clarificar, para proteger derechos y libertades. El aborto es una tragedia, que nadie desea. Cuantos m¨¢s anticonceptivos menos abortos. Recientemente, un distrito sanitario holand¨¦s constat¨® que no se hab¨ªa practicado ning¨²n aborto en seis meses. En Espa?a por el contrario, la cifra de abortos es excesiva y creciente. A ello hay que poner remedio.
Y en cuanto a los patriarcalistas, sobre todo a la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica, hay que respetarles su opini¨®n pero nada m¨¢s. Las leyes se hacen en el Parlamento y yo pienso que hasta que no haya mujeres curas, la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica seguir¨¢ siendo patriarcal y machista. ?Para cu¨¢ndo una actitud eclesi¨¢stica igualmente agresiva contra los causantes de la muerte de los millones de ni?os, ya nacidos, que fallecen cada a?o por hambre y enfermedades fruto de la pobreza?
Alberto Moncada es presidente de Soci¨®logos sin Fronteras Internacional.
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