Lecturas basura
Cuando llegan estas fechas todo el mundo me pide consejo sobre los libros que conviene llevarse para las vacaciones por aquello de que soy de Letras. Es una sensaci¨®n agridulce: por fin alguien que te toma en serio en calidad de especialista, casi como un asesor fiscal o un m¨¦dico, aunque al mismo tiempo sabes que no te har¨¢n ni caso, tal vez porque no tienes placa en la puerta. As¨ª que este a?o he decidido prevenir la habitual frustraci¨®n recomendando lo que no se debe leer. Pero hombre, se estar¨¢n diciendo, c¨®mo se puede aconsejar no leer millones de obras en vez de recetar media docena de t¨ªtulos para leer. Por una raz¨®n muy simple: porque si les diese una lista de recomendados y no les previniese contra el resto, el consejo no servir¨ªa de nada.
Pasa en esto como con la comida basura. A partir de cierto momento y sobre todo por debajo de las generaciones que rondan la cuarentena, la gente se volvi¨® loca y empez¨® a comer porquer¨ªas. Las calles y las playas se poblaron de verdaderos fen¨®menos. Son obesos m¨®rbidos a su pesar. Saben que la comida basura les perjudica; cada comienzo de mes, y no digamos el primero de enero, hacen prop¨®sito de enmienda, pero in¨²tilmente. Porque todo lo que se les ocurre es pasarse a las ensaladas y a las frutas adem¨¢s de zamparse la pizza o las papas, no en lugar de. Pues con las lecturas, lo mismo. Entren en una gran librer¨ªa y cojan aleatoriamente una brazada de libros de las mesas de novedades, esas que se ofertan apiladas en torres y por lo general con tapa dura. A continuaci¨®n, busquen por alg¨²n rinc¨®n un estante de cl¨¢sicos, de los que seleccionar¨¢n dos, digamos un antiguo y un moderno. Mezclen, revuelvan bien y devoren el condumio durante las vacaciones. Es seguro que a la vuelta no recordar¨¢n nada, no habr¨¢ cambiado su visi¨®n del mundo, no ser¨¢n mejores y ni siquiera peores: encefalograma plano.
No hay que ser un materialista dogm¨¢tico para comprender que la salud mental es un problema del cuerpo, de esa parte que se llama cerebro. Si nos alimentamos mal, el h¨ªgado se deteriora. Si respiramos un aire contaminado, los pulmones pagar¨¢n las consecuencias. Pues aqu¨ª, sucede otro tanto: si leemos tonter¨ªas, nuestra inteligencia se ir¨¢ embotando y al final la especie saldr¨¢ perjudicada. Y es que las especies evolucionan, pero evoluci¨®n no es sin¨®nimo de progreso: la moderna sociedad humana obesa tiene una esperanza de vida menor que la de sus progenitores y los consumidores compulsivos de best sellers me temo que ser¨¢n m¨¢s f¨¢ciles de manipular ideol¨®gicamente que sus padres.
Hace poco se cerraban las ferias del libro con declaraciones triunfalistas porque el nivel de ventas hab¨ªa crecido en este a?o de la crisis. Es cierto, pero lo que no se declaraba era a costa de qu¨¦. Se lo soplo al o¨ªdo: cada vez se venden m¨¢s estupideces de gui¨®n predecible, libros de memorias de pol¨ªticos fracasados, que se hacen pasar por ensayo, relatos truculentos, pornogr¨¢ficos o pseudohist¨®ricos, que se venden como novelas, manuales de autoayuda con pretensiones de divulgaci¨®n cient¨ªfica y cosas por el estilo. Obras alienantes que completan, de otra manera, el proceso de desmovilizaci¨®n de la sociedad civil propio de la postmodernidad. Y lo m¨¢s triste es que a este empe?o se ha prestado hasta la Consejer¨ªa de Cultura, reduciendo la dotaci¨®n de las bibliotecas p¨²blicas a la mitad, y por incre¨ªble que parezca, muchas librer¨ªas. Un consejo: cuando est¨¦ sentad@ a la orilla del mar o frente a una monta?a, si no ha podido procurarse un buen libro, d¨¦jese de lecturas basura y mire simplemente el horizonte. Casi todo lo que le interesa est¨¢ escrito en el mismo. Feliz verano.
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