Afrontar unidos el final de la violencia
El balance que puede hacerse actualmente acerca de ETA y su futuro plantea una curiosa paradoja: la organizaci¨®n terrorista inici¨®, tras la ruptura de la tregua, su fase final, lo cual no significa que esto se vaya a acabar pronto.
Lo razonable es partir del supuesto de que no hay a corto y medio plazo ninguna expectativa de que el terrorismo vaya a desaparecer de nuestro horizonte. ETA, a pesar del indudable ¨¦xito policial, tiene a¨²n, desgraciadamente, capacidad de atentar en los pr¨®ximos meses y a?os, mientras que no se divisa ninguna posibilidad de que el terrorismo concluya a la manera como pudimos esperarlo durante la tregua anterior. Todo indica que estamos ante un periodo relativamente largo en el que las cosas no van a experimentar grandes cambios: habr¨¢ atentados, ETA ver¨¢ progresivamente disminuida su capacidad de actuaci¨®n y la sociedad vasca seguir¨¢ expresando su radical rechazo a la violencia.
La propuesta de Urkullu de un nuevo Ajuria Enea es acertada, oportuna y factible
El punto de partida de esta reflexi¨®n es la constataci¨®n de que la experiencia del ¨²ltimo proceso de paz, sobre todo a la vista de la respuesta de ETA, hace imposible que vuelva a producirse algo similar a lo que se plante¨® en dicho proceso y cuyo ¨²ltimo esfuerzo fueron las conversaciones de Loiola en 2006. ETA no est¨¢ en condiciones de poner punto final a la violencia sin una contrapartida pol¨ªtica, que la sociedad por su parte tampoco est¨¢, l¨®gicamente, dispuesta a aceptar.
La cuesti¨®n central acerca de c¨®mo abordar este nuevo escenario podr¨ªa plantearse de la siguiente manera: hasta ahora, los partidos pol¨ªticos pensaron, en mayor o menor medida, que hab¨ªa que hacer algo en el terreno pol¨ªtico para ayudar a que ETA tomara la decisi¨®n de terminar con la violencia. Pens¨¢bamos, con una mezcla de responsabilidad y voluntarismo, que nos correspond¨ªa alg¨²n tipo de iniciativa que acompa?ara a la v¨ªa policial y judicial. Con la experiencia acumulada, el cambio de perspectiva deber¨ªa ser, a mi juicio, el siguiente: no existe el terrorismo porque nosotros hayamos hecho algo mal, sino porque ellos han hecho todo mal. Seguramente todos los dem¨®cratas podr¨ªamos haber hecho las cosas mejor, pero no existe y persiste ETA por ello, sino porque ETA no ha aceptado que su equivocaci¨®n radical consiste en pensar que la imposici¨®n de unos objetivos pol¨ªticos a trav¨¦s de la fuerza es posible y leg¨ªtimo.
Ante este panorama, la unidad de los partidos es m¨¢s necesaria y probablemente m¨¢s f¨¢cil porque el campo de juego se simplifica considerablemente. Por eso creo que deber¨ªa tomarse en serio la propuesta de ??igo Urkullu, presidente del Partido Nacionalista Vasco, de proceder a una lectura conjunta del Pacto de Ajuria Enea y explorar las posibilidades de reeditar un pacto similar.
?Para qu¨¦? De entrada, para explorar las posibilidades de compartir un diagn¨®stico de la situaci¨®n y revisar la posibilidad de trasladar los compromisos de aquel pacto a la actual coyuntura (lo que tampoco excluye, por supuesto, la posibilidad de acordar qu¨¦ aspectos carecen actualmente de validez y responden a viejos debates que han sido superados). Todo ello con el objetivo de conseguir alg¨²n compromiso en torno a una serie de exigencias para acelerar el final de ETA, con el menor n¨²mero de v¨ªctimas y procurando la mayor unidad social posible. El acuerdo es necesario, adem¨¢s, porque una posible tregua u otros movimientos que ETA y su entorno pol¨ªtico puedan hacer en los pr¨®ximos meses no deber¨ªan ni coger por sorpresa a las fuerzas pol¨ªticas y las instituciones ni propiciar a una discusi¨®n que la sociedad no entender¨ªa de ninguna manera. Habr¨ªa que minimizar el impacto, en t¨¦rminos pol¨ªticos y de coste social, de las actuaciones de ETA sobre el liderazgo que corresponde a las instituciones y los partidos pol¨ªticos. Es necesario comprometerse para sustraer la pol¨ªtica antiterrorista de la confrontaci¨®n pol¨ªtica p¨²blica. S¨®lo esa protecci¨®n permitir¨ªa abordar equilibradamente los problemas pol¨ªticos pendientes.
Hay una din¨¢mica en la sociedad vasca, tal vez no muy perceptible en el corto plazo pero evidente si analizamos las cosas con mayor perspectiva hist¨®rica, que impulsa a incrementar el nivel de deslegitimaci¨®n moral y pol¨ªtica de la violencia, lo que al mismo tiempo interpela a todos a actuar en consonancia y de acuerdo con la propia responsabilidad. La sociedad no entender¨ªa que los partidos fracasaran en esta iniciativa, lo que podr¨ªa ocurrir si no hay altura de miras y generosidad hist¨®rica, si alguno aprovechara esta ocasi¨®n para introducir reivindicaciones leg¨ªtimas o poner condiciones que los dem¨¢s no pueden aceptar.
La memoria de las v¨ªctimas se merece este esfuerzo colectivo. Estoy convencido de que la sociedad vasca responder¨¢ con generosidad a quienes sepan liderar con altura de miras el proceso final de la violencia.
Daniel Innerarity es profesor de Filosof¨ªa en la Universidad de Zaragoza. Acaba de publicar El futuro y sus enemigos. Una defensa de la esperanza pol¨ªtica.
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