La redenci¨®n de Wynton Marsalis
El trompetista clausura con ¨¦xito la 33 edici¨®n del Festival de Jazz de Vitoria
Hace unos a?os, en 2006, escuchamos la Vitoria Suite en este mismo lugar -el pabell¨®n de Mendizorrotza- y por estos mismos m¨²sicos -Wynton Marsalis & the Jazz at Lincoln Center Orchestra-. A este cronista, as¨ª consta, aquella primera interpretaci¨®n le pareci¨® un tost¨®n de padre y muy se?or m¨ªo. "Pero esta Vitoria Suite de 2009 es distinta", le dec¨ªan a uno, "Wynton la ha reescrito totalmente". Lo dec¨ªan todos, menos su autor: "B¨¢sicamente, es la misma pieza con algunos retoques puntuales". ?En qu¨¦ quedamos?
La memoria de uno no alcanza a recordar la anterior entrega de la obra m¨¢s all¨¢ de la sensaci¨®n de profundo sopor que le produjo. Si ello sirve como medida, en su reencarnaci¨®n al cabo de los a?os se ha pasado del abatimiento y el estupor a la ovaci¨®n y vuelta al ruedo y, si no hubo bis, fue porque los artistas se negaron a ello. Definitivamente, la pieza que escuchamos el s¨¢bado en la sesi¨®n de clausura del 33 Festival de Jazz de Vitoria-Gasteiz es otra, y es una suerte que sus protagonistas hayan quedado en la ciudad para dejar plasmado el asunto en CD, que editar¨¢ la disquera Universal, con la producci¨®n de Javier Lim¨®n y la participaci¨®n de Paco de Luc¨ªa.
Esta Vitoria Suite deconstruida consta de 13 movimientos con t¨ªtulos todos ellos en castellano y, eventualmente, en euskera: I?aki?s decission (dedicada al director del festival), Jason and Yasone (¨ªdem a la hija del susodicho), La llamada de la sangre (sic)... en su conjunto, la cosa tiene el inconfundible tufillo a Ellington (Duke) que impregna una mayor¨ªa de cuanto Marsalis escribe y ha terminado por convertirse en su marca de la casa. Luego est¨¢ que el ritmo en cuesti¨®n sea una seguidilla o una buler¨ªa, pero, salvo en ocasiones (El amor a la libertad), prevalece la impronta ellingtoniana y el sonido a?ejo de la ¨²ltima big band en ejercicio.
La escritura de la pieza tanto como su interpretaci¨®n a cargo de los distintos solistas resulta brillante, con momentos que quedan en el recuerdo, tambi¨¦n algunos que, acaso, alargan en demas¨ªa la duraci¨®n del asunto, o puede que sea uno, que ya no tiene el cuerpo para demasiadas alegr¨ªas tras una semana consumiendo jazz a discreci¨®n. Quienes s¨ª lo ten¨ªan fueron Tomasito y Jared Grimes, bailarines de flamenco y tap, respectivamente. Fue salir ellos y venirse el pabell¨®n abajo. Chano Dom¨ªnguez y Dan Nimmer, pianista titular de la orquesta, protagonizaron el otro momento memorable de la velada, con ambos sucedi¨¦ndose sobre el instrumento, "un coro t¨², uno yo"; que si lo que el uno interpretaba nos dejaba en estado de estupefacci¨®n, lo que ven¨ªa a continuaci¨®n no le iba a la zaga. Ambos volvieron a verse las caras poco despu¨¦s en la sesi¨®n de Jazz de Medianoche del hotel Canciller Ayala, un evento memorable en la medida que permiti¨® escuchar al gaditano vestido de sport, con camiseta de colores y pantal¨®n vaquero. Algo que uno, en su ya larga relaci¨®n con el extraordinario pero austero int¨¦rprete, nunca hab¨ªa visto.
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