"Me quita el sue?o muchas noches"
"Hubiera preferido que toda la presi¨®n recayera sobre m¨ª, directamente sobre m¨ª". El comisario Manuel Piedrabuena habr¨ªa querido acaparar el ambiente electrificado y las chispas que rodearon al caso de la joven desaparecida Marta del Castillo. Pero a menudo la alarma social y las llamadas de periodistas y mandos pol¨ªticos generan una bola de nieve imparable. Ese ruido implic¨® un estr¨¦s a?adido para los polic¨ªas que detuvieron en Sevilla a los presuntos autores de una desaparici¨®n que moviliz¨® a miles de personas la pasada primavera. "Una investigaci¨®n debe ser algo lento, met¨®dico, que lleva su tiempo. Y no lo conseguimos por la presi¨®n generalizada", admite.
La espina sigue clavada. Han pasado meses, y las mentiras de los implicados a¨²n sepultan el hallazgo del cad¨¢ver de la chica, que ayer hubiera cumplido 18 a?os, a pesar de las numerosas certezas. Desde su despacho austero con un gran crucifijo, Piedrabuena dirige la Brigada de Polic¨ªa Judicial de Sevilla y el equipo de 40 agentes que todav¨ªa mantienen vivo el caso. Una madeja enrevesada por tres amigos de la joven, c¨®mplices de un crimen con tintes de pel¨ªcula de terror juvenil.
A¨²n tiene fe en el r¨ªo Guadalquivir. "A veces tarda un a?o en devolver cuerpos"
S¨®lo 10 d¨ªas despu¨¦s de que desapareciera Marta, el comisario ascendi¨® para dirigir a los 200 polic¨ªas de la brigada m¨¢s peliaguda en cualquier jefatura. Y entonces llegaron las jornadas dobles, las horas extras y los fines de semana sin descanso. "La polic¨ªa se ha volcado, y creo que muchas personas no lo han valorado. Me indigno porque, incluso, se ha puesto en tela de juicio el trabajo policial". El regusto amargo s¨®lo se esfumar¨¢ cuando aparezca el cuerpo.
Despu¨¦s de la detenci¨®n de los acusados tres semanas m¨¢s tarde del crimen, los j¨®venes comenzaron a mezclar sus f¨¢bulas con la oscura verdad. Primero relataron que tiraron el cuerpo al r¨ªo Guadalquivir, luego negaron a coro haber tenido nada que ver, pese a las muestras de ADN que les implicaba. Finalmente, el asesino confeso y ex novio de la joven, Miguel Carca?o, narr¨® c¨®mo arrojaron a Marta a un contenedor de basura.
Mientras, Piedrabuena ejecutaba las ¨®rdenes del juez para agotar todas las pistas. "El r¨ªo fue lo m¨¢s duro. Unos 220 militares, polic¨ªas, guardias civiles, perros adiestrados embarrados y buzos que s¨®lo pod¨ªan sumergirse cuando las mareas lo permit¨ªan". Despu¨¦s de un mes, lleg¨® el tercer viraje de Carca?o y la b¨²squeda en el vertedero. Desde entonces, una quincena de agentes pein¨® una inmensa monta?a de basura de 11 metros de altura. Cada d¨ªa esparc¨ªan los desechos con m¨¢scaras de ox¨ªgeno para soportar el hedor. Y nada. De nuevo, sin resultados. Vuelta a empezar.
?Rabia? "Al final de cada b¨²squeda se puede sentir fracaso por no haber cumplido el objetivo, pero las ganas lo superan porque fuimos una pi?a. La sensaci¨®n que permanece es la del trabajo bien hecho". Piedrabuena es un sabueso serio y herm¨¦tico. Cada vez que bordea detalles de la investigaci¨®n en marcha, se frena en seco.
Ha estado en el ojo del hurac¨¢n hasta que la instrucci¨®n se ha acercado a su fin y el temporal ha amainado. La trascendencia del caso provoc¨® incluso su politizaci¨®n. "La polic¨ªa detuvo a los presuntos autores cuando se tuvo indicios para poderlos detener. Criticar que deber¨ªamos haber detenido a los j¨®venes al d¨ªa siguiente me parece un poco ligero". A pesar del drama vivido, el comisario defiende los derechos de los implicados a cambiar de versi¨®n y rechaza comentar el debate abierto por en¨¦sima vez sobre la implantaci¨®n de la cadena perpetua. "No me sorprendi¨® nada el viraje de los acusados. Despu¨¦s de 39 a?os en el cuerpo se puede imaginar lo que he visto en mi vida profesional. Pero nosotros sospechamos que las primeras manifestaciones fueron las ciertas". De ser as¨ª, el cad¨¢ver de la chica saldr¨¢ a flote antes o despu¨¦s, para de un plumazo lograr que acabe la tortura de la familia y descartar mil hip¨®tesis. Ha habido casos en los que el Guadalquivir ha devuelto cuerpos tras un a?o de espera.
"Me ha quitado el sue?o muchas noches. Se ha hecho una buena investigaci¨®n, pero a veces pasan esas cosas. Estamos acostumbrados a estos malos tragos". Lo dice resignado pero con aplomo. Con la esperanza de que la pesadilla acabe pronto.
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