Las dos voces del Kremlin
Estem¨ªrova, Mark¨¦lov, Politk¨®vskaya: tres combatientes por los derechos humanos, tres v¨ªctimas, tres m¨¢rtires de la libertad. El asesinato de la periodista Natalia Estem¨ªrova es el tercero de una serie que comenz¨® con la ejecuci¨®n de Politk¨®vskaya, con quien ¨¦sta trabajaba, y del abogado Stanislav Mark¨¦lov. Su combate forz¨® el ¨²nico proceso por asesinato instruido contra las autoridades chechenas, que condujo a la igualmente ¨²nica condena de un oficial declarado culpable. En tales circunstancias, resulta dif¨ªcil no volver la mirada hacia el presidente Kad¨ªrov, que gobierna Chechenia por cuenta de Mosc¨² y de Vlad¨ªmir Putin, que lo instal¨® en el poder. Estas tres v¨ªctimas no son las ¨²nicas en la lista de periodistas asesinados en Rusia. Una vez m¨¢s, queda planteada la cuesti¨®n de la naturaleza del r¨¦gimen ruso y de los lazos que mantenemos con ¨¦l.
Nadie sabe si las diferencias de tono entre Medv¨¦dev y Putin son un reparto de papeles
Coincide que en el momento en que se hizo p¨²blico el hallazgo del cad¨¢ver de Natalia Estem¨ªrova en Chechenia, Angela Merkel recib¨ªa en M¨²nich al presidente ruso Medv¨¦dev. Aun bajo los efectos del choque, la canciller exigi¨® que se aclararan las circunstancias de su muerte, coloc¨¢ndose as¨ª en una posici¨®n an¨¢loga a la que inmediatamente difundi¨® la Casa Blanca. El presidente Medv¨¦dev se hizo eco espont¨¢neamente de estas condenas, expres¨® su convicci¨®n de que el crimen estaba "relacionado con la actividad profesional" de la v¨ªctima y prometi¨® por primera vez perseguir y juzgar a sus asesinos, pero suaviz¨® a rengl¨®n seguido sus declaraciones con una defensa del poder y de la persona de Kad¨ªrov en Chechenia.
Nos encontramos pues ante la misma ambig¨¹edad que en otros temas: as¨ª, durante las discusiones estrat¨¦gicas que tuvieron lugar recientemente en Mosc¨² con ocasi¨®n de la visita de Barack Obama, el poder ruso mantuvo dos discursos: el de Medv¨¦dev, si no conciliador al menos constructivo, y el de Putin, estrictamente nacionalista. De la misma forma, cuando se trata de derechos y libertades, Medv¨¦dev habla el lenguaje del derecho, hace referencia "a los valores de los defensores de los derechos" y afirma su legitimidad, mientras que Putin act¨²a.
En este caso, hay que recordar que Putin hizo comentarios despectivos de Politk¨®vskaya despu¨¦s de su asesinato y, a d¨ªa de hoy, sigue sin pronunciarse sobre el de Estem¨ªrova. La investigaci¨®n sobre este nuevo asesinato pol¨ªtico le ha sido confiada a un fiscal apellidado Bastrykin, el mismo que se hizo cargo del caso Politk¨®vskaya, con la parodia de justicia que vino a continuaci¨®n. Bastrykin forma parte del clan de los petersburgueses que Putin se trajo consigo a Mosc¨². La prensa rusa ha ignorado el asunto mayoritariamente. S¨®lo un centenar de manifestantes han podido reunirse en Mosc¨² sin que esta vez los hostigasen o los detuviesen. Para la ONG de la que formaban parte las tres v¨ªctimas, Memorial, lo mismo que para el escritor Marek Halter, resulta dif¨ªcil no ver la mano del poder checheno. El presidente Kad¨ªrov, en efecto, hab¨ªa amenazado reciente y abiertamente a la periodista justificando ante ella los asesinatos selectivos de los "enemigos de la Rep¨²blica".
Pero ?qu¨¦ hacer? Para Marek Halter, que trabaja desde hace mucho tiempo en Rusia, habr¨¢ que esperar a que la opini¨®n p¨²blica rusa reaccione. "Exactamente como ocurri¨® frente al comunismo: no fueron ni Reagan ni Juan Pablo II quienes derribaron el muro, sino la gente", declar¨® al diario La Repubblica. En su opini¨®n, debemos apoyar a los sectores de la sociedad rusa que quieren reaccionar.
A decir verdad, nadie sabe si las diferencias de tono que existen entre Medv¨¦dev y Putin corresponden o no a una posible disociaci¨®n, a un principio de debate en el seno del Ejecutivo ruso; en cuyo caso, en efecto, los europeos y los norteamericanos pueden tener cierto margen de maniobra y ciertas esperanzas de llegar a contemplar el regreso de las libertades. Pero tambi¨¦n puede tratarse de un reparto de papeles: Medv¨¦dev ser¨ªa entonces de alguna forma el escaparate presentable de un r¨¦gimen que Putin sigue manejando con mano de hierro; es sabido que su ambici¨®n es volver a la presidencia al t¨¦rmino del mandato de Medv¨¦dev. En Rusia todo el mundo est¨¢ al tanto de que Putin hizo de Chechenia un asunto personal. Todo el mundo puede observar tambi¨¦n que la rehabilitaci¨®n de Stalin y del sovietismo contin¨²a a iniciativa del mismo Putin. Decididamente, en Rusia la Historia parece ir marcha atr¨¢s.
Traducci¨®n: Jos¨¦ Luis S¨¢nchez-Silva.
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