Los m¨¢s ricos del pante¨®n
Cada ma?ana sol¨ªa ver a una mujer mayor caminar hacia el mercado con su canastilla bajo el brazo. Llevaba una permanente congoja en el rostro. Las brev¨ªsimas conversaciones que entablaba con alg¨²n vecino resultaban su ¨²nica distracci¨®n dentro de aquella vida colmada de privaciones, rindiendo cuentas al marido, quien le contabilizaba cada c¨¦ntimo que gastaba. Un d¨ªa muri¨®, y a los pocos meses tambi¨¦n su esposo. Despu¨¦s se supo que la pareja de viejecitos hab¨ªa dejado una gran fortuna. La cara de sorpresa me dur¨® d¨ªas, porque nunca imagin¨¦ que esa vida tan austera que llevaban era por mera voluntad, y eso me hizo recordar las historias que cuenta mi amigo Francesc sobre su familia, re?ida desde hace d¨¦cadas por las tierras y el caser¨®n que dej¨® en el Pirineo la abuela, una mujer a quien s¨®lo recuerda contando billetes y gestionando los negocios textiles de la familia, valores heredados por las siguientes generaciones, pues ahora que Francesc se encuentra en apuros econ¨®micos, los hermanos -por cierto, funcionarios de izquierdas- no le dan un duro porque "no vaya a ser que se acabe el dinero". Lo mismo deben de pensar tantas empresas que al poco tiempo de declararse esta crisis recortaron sus presupuestos de mecenazgo, aunque para muchas significaba quitarle un pelo al gato.
La acumulaci¨®n de riqueza genera la cultura de la desvinculaci¨®n
La necesidad que existe en los pa¨ªses desarrollados de acumular riqueza para prevenir un futuro incierto, a costa del presente, es algo que me inquieta, quiz¨¢ porque mexicana soy y no puedo evitar recordar las muchas veces que llegu¨¦ como viajera a diferentes comunidades de M¨¦xico, donde la gente, que vive en pobreza extrema, comparte los alimentos y lo poco que posee, no s¨®lo entre los suyos, sino con el extra?o, precisamente porque no existe la noci¨®n de extra?o y porque la vida se entiende en comunidad, y encuentran un particular goce en el acto de ofrendar u ofrecer, en lengua n¨¢huatl tlamana.
La acumulaci¨®n de riqueza, enquistada a ra¨ªz del colonialismo, se mira como un desequilibrio y causa de muchos males, entre ellos la cultura de la desvinculaci¨®n, cultura que impera en los pa¨ªses de primermundistas, que reprochan a los bancos las miserias contempor¨¢neas, pero que en el n¨²cleo familiar persiste como modus operandi.
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