El bazar p¨®stumo de Jacko
La casa natal del Michael Jackson, en Indiana, se convierte en todo un santuario para sus seguidores, con tenderetes, ositos de peluche y negocio a raudales
El lunes, mientras el resto de Estados Unidos celebraba el 40? aniversario de la llegada de tres de sus muchachos a la Luna, otro pu?ado de incondicionales decid¨ªa conmemorar otro momento hist¨®rico. Si esta naci¨®n honra a todos aquellos que triunfaron saliendo de la nada, la historia de los Jackson merece un cap¨ªtulo de oro. Y su inicio lo marca una casa blanca desvencijada, de tejado negro y paredes de madera, de una ¨²nica planta, en uno de los peores barrios de una de las ciudades venidas a menos de los alrededores de Chicago. Cerca del final de la calle 23, justo cuando se cruza con la conclusi¨®n de la calle Jackson -pura casualidad-, una valla de madera cortando el tr¨¢fico anuncia la cercan¨ªa de la casa natal de Michael Jackson.
En el peque?o inmueble vivi¨® el m¨²sico con sus ocho hermanos
Los admiradores sacian sus ansias con compactos piratas y camisetas
El c¨¦sped se ha convertido en paja por las pisadas y la falta de cuidado
All¨ª, en ese sorprendente peque?o edificio vivieron el cantante, sus ocho hermanos y sus padres antes de que el dinero llamara a su puerta. Cinco tenderetes al otro lado de la calzada, en el que los seguidores sacian sus ansias con compactos piratas y camisetas a 10 d¨®lares, marcan el inicio del negocio. La casa a¨²n pertenece a los Jackson, aunque visto el estado hace a?os que no pasan por aqu¨ª. Lo mismo le ocurre al pueblo. Gary (Indiana) fue fundado en 1906 por US Steel, los aceros estadounidenses, que al edificar aqu¨ª unos altos hornos, decidieron poner a la localidad el nombre de su presidente. En su momento lleg¨® a ser la segunda ciudad m¨¢s grande de Indiana, aunque el cierre de la factor¨ªa hundi¨® la econom¨ªa de un pueblo que sobrevive por su cercan¨ªa a Chicago, a media hora de distancia de autov¨ªa y cruzando la frontera del estado de Illinois.
Al inicio de la calle Broadway, la avenida principal, una estatua recuerda al opulento Elbert H. Gary, "benefactor de la localidad e industrial", junto al ayuntamiento. Seg¨²n el viajero avanza Broadway abajo, la pobreza aumenta para sus 100.000 habitantes. Su cruce con la calle 23 est¨¢ marcado con un inmenso cartel que recuerda a Jacko con su verso We never can say goodbye. Y al fondo, la casa desolada. El vecindario asusta.
Una veintena de fans se fotograf¨ªan frente a ella. No son muchos, aunque el goteo es constante. Casi todos afroamericanos que se acercan por curiosidad. El c¨¦sped ya es paja por las pisadas y el poco cuidado. En el ¨²nico arbusto, justo en la puerta, unos 60 peluches, un pu?ado de velas, un ¨¢ngel de cristal y una cartulina, firmada por "los ?vila", con varias fotos pegadas de Michael, reflejan sus sentimientos. Por detr¨¢s, la casa da a las verjas de un estadio abierto de un instituto y al parking de una f¨¢brica. El domingo, en CNN, Myron Hawkins, su primo, record¨® que s¨ª, que el t¨ªo Joe usaba el cintur¨®n con Michael y con ¨¦l, pero que eran muchos, "y eso nos ense?¨® disciplina, jam¨¢s fue abuso".
La verdad es que el barrio se las trae. Una placa en la esquina asegura que la manzana se llama Jackson Boulevard en honor, esta vez s¨ª, de la familia. Los puestos de memorabilia ilegal llevan all¨ª desde el mismo d¨ªa 25 de junio, el de su muerte. "Hemos despachado centenares de camisetas. Yo empec¨¦ a vender esa misma tarde", cuenta Alyssa ("no, mi apellido no te lo digo"), que calla en cuanto su jefe aparece con la comida y otro pu?ado de CDS piratas en un Mercedes.
Otra mujer, que fotograf¨ªa un cartel de homenaje de un Dj rebosante de firmas de visitantes, se acerca al periodista mientras ¨¦ste da la vuelta a la casa, vallada con la t¨ªpica cinta amarilla policial de no pasar. "?Eres periodista?". "S¨ª, espa?ol". "?De alg¨²n peri¨®dico hispano de Chicago?". "No, espa?ol de Espa?a". "?C¨®mo? ?Puedo hacerte una foto? Nunca he visto un periodista europeo". La mujer se presenta. "Soy Connie Blair. Mi marido y yo tenemos una empresa de reparaciones de casa aqu¨ª cerca, en Merrillville. Nos dedicamos a restauraciones y obras en el hogar". Al lado del patio trasero, vallado, con m¨¢s secarral y cinco tochos de cemento junto a un cubo de basura, est¨¢ la furgoneta de la empresa de Connie, ACT Investments. Su marido, Tony Blair (otra coincidencia), le espera en el asiento del copiloto. "?Ves la casa? Yo les reform¨¦ la cocina y el ba?o. A¨²n me deben parte". Tony es bastante mayor que Connie, y su cara de cansancio refleja a?os de trabajo. A ellos les da un poco igual todo este zoo. Y al ni?o que vende compactos en una mesa plegable. Pero el negocio es el negocio.
Las mansiones de Santa M¨®nica quedan a miles de millas y a millones de d¨®lares de distancia de Gary, Indiana...
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.