El modelo sanitario federal es el m¨¢s eficaz
Durante las dos ¨²ltimas d¨¦cadas, el sistema sanitario ha vivido profundas transformaciones que han permitido alcanzar unos magn¨ªficos resultados que se sit¨²an entre los mejores de los pa¨ªses desarrollados. La evidencia demuestra que nuestro modelo descentralizado ha evolucionado positivamente. Por ejemplo, la esperanza de vida es de 77,5 a?os para los hombres y 83,5 a?os para las mujeres y no var¨ªa pr¨¢cticamente entre las comunidades, que han seguido un camino de convergencia en el gasto per c¨¢pita, y no al contrario. A menudo, la bondad del sistema es cuestionada aunque la realidad indica que el federalismo sanitario es garant¨ªa de equidad, calidad y eficiencia, estimula mejoras en la prestaci¨®n de servicios, asegura una mejor distribuci¨®n de los recursos, implica a la comunidad en las decisiones sobre prioridades y reduce las desigualdades.
Nuestro sistema de salud necesita m¨¢s coordinaci¨®n, no volver al centralismo
Sin embargo, este modelo federal y descentralizado no est¨¢ exento de riesgos, por lo que se deben reforzar responsabilidades centralizadas en valores b¨¢sicos como la toma de decisiones estrat¨¦gicas sobre los recursos -infraestructuras y profesionales-, la coordinaci¨®n en la salud p¨²blica o la evaluaci¨®n y difusi¨®n de mejores pr¨¢cticas. Pero no debemos confundir los problemas que afectan a todos los sistemas -envejecimiento, incremento de poblaci¨®n, aumento de expectativas ciudadanas y profesionales, innovaci¨®n, o globalizaci¨®n- con un diagn¨®stico err¨®neo del papel de las comunidades aut¨®nomas planteando como alternativa una recentralizaci¨®n.
Al contrario, ante los retos globales, soluciones locales. Frente a riesgos de sostenibilidad, mejoras en coordinaci¨®n. Ante la posible inseguridad, cultura de transparencia y evaluaci¨®n. Desde Catalu?a apostamos por un acuerdo para la sostenibilidad, la calidad y la equidad del sistema. No porque funcione mal el actual, ni mucho menos, sino porque debemos consolidar lo conseguido y adaptarnos a las nuevas exigencias. En este contexto, es necesario identificar una serie de aspectos clave para su reajuste.
La gobernabilidad del sistema es el primero. La implicaci¨®n de diferentes niveles en la toma de decisiones -desde los mundiales a los locales pasando por los europeos, estatales y auton¨®micos- y la existencia de competencias compartidas, hacen imprescindible plantearse c¨®mo debe gobernarse el Sistema Nacional de Salud. Por ello, es m¨¢s que conveniente solventar las disfunciones del que ha sido un ¨®rgano pionero de coordinaci¨®n y colaboraci¨®n: el Consejo Interterritorial.
En segundo lugar, debe afrontarse sin apriorismos, y con consenso entre las comunidades, el futuro de los profesionales dise?ando cu¨¢l debe ser su perfil y su n¨²mero. Desde Catalu?a apostamos por potenciar su intervenci¨®n, a trav¨¦s de ¨®rganos de participaci¨®n, en la organizaci¨®n y en la gesti¨®n de los centros, as¨ª como por la definici¨®n de un nuevo modelo de reconocimiento y retribuci¨®n.
En tercer lugar, debemos favorecer que la ciudadan¨ªa participe activamente en estilos de vida saludables o en la educaci¨®n para gestionar mejor su propia salud. Una de las claves es dar una mayor orientaci¨®n comunitaria a la asistencia a trav¨¦s de la atenci¨®n primaria, el barrio, la escuela, el trabajo y la familia. La ciudadan¨ªa debe sentirse propietaria del sistema y asumir su corresponsabilidad.
La sostenibilidad financiera es otro aspecto b¨¢sico. Es el momento de hablar de la sostenibilidad alrededor de elementos de fiscalidad general, impuestos sobre tabaco y alcohol, imposici¨®n indirecta, la responsabilidad de las mutuas de accidentes laborales, el rol de los seguros privados, escolares, deportivos, laborales o accidentes, la corresponsabilidad de la ciudadan¨ªa o el papel del sector privado como asegurador o proveedor de servicios p¨²blicos.
Algunos pueden pensar que la actual situaci¨®n econ¨®mica no es el marco id¨®neo para esta discusi¨®n. No pueden estar m¨¢s equivocados. La crisis nos obliga a reforzar el sistema sanitario p¨²blico y privado para que pueda seguir siendo un instrumento garante de equidad y cohesi¨®n social. Adem¨¢s, el sistema de salud no es s¨®lo un sector de gasto, es tambi¨¦n un sector econ¨®mico de primera magnitud. Por cada euro adicional invertido se genera un efecto sobre la producci¨®n global de la econom¨ªa de 1,31. Representa el 6% de la ocupaci¨®n directa y el 10% de la indirecta. Alrededor del 9% del PIB procede de la incentivaci¨®n de una actividad de alto valor a?adido, intensiva en trabajo y que fomenta la investigaci¨®n y la innovaci¨®n. O sea, la sanidad es productiva y competitiva, combina desarrollo local y global, implica al sector primario, secundario y terciario, y fomenta la innovaci¨®n.
Nos encontramos ante un momento crucial. Si no introducimos los ajustes necesarios corremos el peligro de no garantizar su calidad y equidad. Pensar en la recentralizaci¨®n de competencias o no confiar en la gesti¨®n pr¨®xima y eficiente que ha demostrado el modelo auton¨®mico, es confundir el foco del debate sobre su sostenibilidad. La evoluci¨®n del modelo sanitario ha superado el modelo auton¨®mico acerc¨¢ndolo cada vez m¨¢s a un sistema federal. La pregunta debe ser c¨®mo hacemos para que sea un sistema gobernable y sostenible.
Marina Geli i F¨¤brega es consejera de Salud de la Generalitat de Catalu?a.
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