Darle tiempo al tiempo
Dec¨ªa Jos¨¦ Luis Borges que el tiempo es la materia de la que hemos sido creados. Dios sabe en qu¨¦ dimensiones existimos cuando habitamos en el para¨ªso, pero al materializarnos, al venir a este mundo, entramos forzosamente en dos grandes dimensiones que no abandonaremos hasta nuestra finitud material: el tiempo y el espacio.
No todos los tiempos son iguales. Al menos existen tres grandes mitos por los que transitamos los humanos, seg¨²n sean nuestra cultura, estilos de vida y estaciones del a?o. Como cuenta el fil¨®sofo Jes¨²s de la Pienda, existe el tiempo "lineal", muy propio de nuestras latitudes occidentales, o sea, la idea de que todo empieza y todo acaba, es como una l¨ªnea sin principio ni fin en la que se sit¨²an todas las cosas que tienen duraci¨®n. Los calendarios, por ejemplo, son lineales. Un d¨ªa nacimos y otro moriremos. No hay m¨¢s.
"No nos damos cuenta de que somos tiempo. Cada vez que decimos que no tenemos tiempo es como decir que no existimos"
"Cuando llegan las vacaciones, para la mayor¨ªa mandan las necesidades del momento y nada m¨¢s"
Vivir en tiempos diferentes
"Afortunado es el hombre que?tiene tiempo para esperar" (Calder¨®n de la Barca)
El segundo mito es el tiempo circular, muy propio de las culturas orientales. Se basa en la creencia de que el tiempo del universo entero, con todas sus criaturas, gira en un c¨ªrculo, una rueda c¨®smica, de creaciones y destrucciones sin fin, volviendo una y otra vez a sus or¨ªgenes. El tiempo c¨ªclico es el de las reencarnaciones propiamente dichas del alma humana, sometidas a la ley del karma, o sea, el principio de la causalidad universal o de la consecuencia de la conducta humana. Nada empieza y acaba, sino que todo est¨¢ en movimiento continuo, en una danza inacabable donde lo que no se resuelve hoy tal vez se aclare en otra vida.
El tercer y ¨²ltimo mito es el del tiempo simult¨¢neo. Es el que domina la mente de los pueblos negroafricanos de cultura bant¨². El tiempo lo constituyen los acontecimientos. Sus calendarios son hist¨®rico-biogr¨¢ficos y se confeccionan seg¨²n lo que le ocurre a la tribu, al clan o a la familia. El d¨ªa no se divide en horas, sino en momentos marcados principalmente por el Sol, la Luna, y en funci¨®n del cuidado del ganado. El reloj-m¨¢quina no existe, ni, por tanto, la enfermedad del estr¨¦s ni tantas otras que la vida occidental acarrea.
Cuando llegan las deseadas vacaciones, la mayor¨ªa solemos instalarnos en el tiempo simult¨¢neo. Mandan las necesidades del momento y nada m¨¢s. Se come cuando hay hambre, y no cuando es su hora. Se vuelve de la playa cuando los ni?os est¨¢n cansados, y no porque toca. Se hace de menos o de m¨¢s seg¨²n las necesidades del momento. Es un vivir muy cercano al ritmo de la naturaleza o?al ritmo de los acontecimientos.
Recuerdo a un amigo que en un viaje por esas tierras bant¨²es tuvo que hacer un traslado en autob¨²s. Al preguntar por la hora de salida le dijeron: "Cuando el bus est¨¦ lleno". Eran las 12 del mediod¨ªa y, efectivamente, el autob¨²s no sali¨® hasta las seis de la tarde, o sea, cuando por fin se llen¨®. Esto en nuestra cultura es impensable. Por lo visto, aqu¨ª pecamos por el otro extremo, ya ponemos mala cara cuando pasa un minuto de la hora de salida de cualquier transporte.
Un tiempo con sentido
"El hombre que conf¨ªa en el tiempo como medio para conseguir su felicidad, vive en la ignorancia y, por tanto, en el conflicto" (Jiddu Krishnamurti)
La mayor¨ªa de nosotros llena su cotidianidad de los tres tiempos. Por un lado, tenemos una perspectiva de vida personal y laboral m¨¢s o menos planificada. Nos sometemos a un presente continuo, pero con la mirada puesta casi siempre en el ma?ana, en el futuro pr¨®ximo. Vivimos linealmente. Pero a su vez celebramos onom¨¢sticas, aniversarios, fiestas populares, celebraciones de todo tipo que se repiten a?o tras a?o. Son siempre lo mismo, son un eterno retorno, como dir¨ªa Mircea Eliade. Y tambi¨¦n nuestra existencia es simult¨¢nea cuando lo dejamos todo para asistir a un acto familiar o para atender infortunios, o para gozar de un instante amoroso que quisi¨¦ramos infinito.
Ahora que llegan las vacaciones podemos hacernos la siguiente pregunta: ?para qu¨¦ voy a utilizar el tiempo? Obs¨¦rvese que pregunto ?para qu¨¦?, y no ?en qu¨¦? Somos muy dados a llenar el tiempo, a querer amortizarlo, a pretender manipularlo a nuestro favor, estir¨¢ndolo para que encaje todo lo que queremos vivir. Entonces somos esclavos del tiempo, dependemos de su paso inexorable y de su cronometr¨ªa perfecta.
?Qu¨¦ ocurrir¨ªa si simplemente nos regal¨¢ramos tiempo? Eso es, regalarse el no hacer nada. Es como darle tiempo al tiempo, como dejar que las cosas ocurran, sin intervenir, sin voluntades, sin forzar nada, sin obligarse a nada, sin expectativas de nada. Dicho de otro modo: si aprovech¨¢ramos el tiempo para vaciar, en lugar de seguir llenando, ?no ser¨ªa hermoso sentirse que uno es tiempo y no que corre tras ¨¦l?
Ser tiempo presente
"El tiempo es el horizonte
dentro del cual toda realidad adquiere sentido" (M. Heidegger)
Cabe observar que no hacer nada no es lo mismo que 'hacer el vago'. No hacer nada tampoco significa apalancarse ante un televisor o dormitar d¨ªas enteros, aunque a algunos les har¨ªa mucha falta. No hacer nada no significa estar desactivado, sino todo lo contrario. Vivimos en el tiempo cuando estamos conectados con nosotros mismos, sin actividades ni distracciones que nos descentren. Estoy conmigo y estoy con los dem¨¢s abiertamente, atentamente, pero sin esfuerzo. Como dir¨ªa un tao¨ªsta: no hacer nada, pero sin dejar nada por hacer.
Todo lo contrario les ocurre a esas personas que van a pasar las vacaciones cambiando unas obligaciones por otras. A aquellas que en nombre de las vacaciones van a agotarse a¨²n m¨¢s. A aquellas que no se dar¨¢n tregua alguna y seguir¨¢n viviendo contando las horas, proyectando lo que har¨¢n los pr¨®ximos 60 minutos. No se trata de cambiar unas rutinas por otras, sino de dejar de ser quien somos cada d¨ªa, para no ser nada ni nadie. Ser s¨®lo eso, tiempo presente vivido con toda intensidad, sin expectativas ni obligaciones.
Creo que no nos damos cuenta de que somos tiempo, de que no lo podemos separar de nosotros. Cada vez que decimos que no tenemos tiempo es tanto como decir que no existimos. A ver qu¨¦ va a ocurrir ahora, que se supone que vamos a tener, al menos, unos cuantos d¨ªas para recuperar nuestra naturaleza temporal. Aprov¨¦chelos para reflexionar sobre su relaci¨®n con el tiempo, c¨®mo desea vivirlo, como se relaciona con ¨¦l. Es muy duro creer que todo lo que somos se rige por unas simples manecillas del reloj.
Tengo la sensaci¨®n que estructuramos demasiado la vida. En lugar de permitirnos abrazarla, parece que preferimos construir compartimentos estanco. Que nuestras vidas transitan entre marcos referenciales, llevando al extremo aquello de un tiempo para cada cosa y cada cosa a su tiempo. La vida no funciona as¨ª, y por eso creo que andamos a contracorriente. La vida se expresa de forma discontinua; no atiende a horarios, no es homog¨¦nea, ni equilibrada. La vida, ni corre demasiado ni se entretiene. Simplemente, fluye. P
Mitos, ser y sentido
1. Libros:
'Los mitos del gran tiempo y el sentido de la vida', de Jes¨²s Avelino de la Pienda. Biblioteca Nueva, 2006.
'El ser y el tiempo', de Martin Heidegger. Fondo de Cultura Econ¨®mica.
2. Pel?culas:
'Atrapado en el tiempo', de Harold Ramis. Columbia Pictures.
'12 Monos', de Terry Gilliam.
Universal Pictures.
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