Los 'brotes verdes' del 59
El Plan de Estabilizaci¨®n, que cumple 50 a?os, signific¨® el fin de la autarqu¨ªa y el comienzo de la modernizaci¨®n de la econom¨ªa espa?ola
El 21 de julio de 1959, cuando el Seat 600 se adue?aba de las maltrechas carreteras espa?olas, la incipiente televisi¨®n se colaba en los teleclubes y Franco segu¨ªa preocupado por inaugurar pantanos, el Gobierno aprobaba el Decreto Ley de Ordenaci¨®n Econ¨®mica, m¨¢s conocido como el Plan de Estabilizaci¨®n (PE). El 28 del mismo mes lo refrendar¨ªan las Cortes. Fue la mayor operaci¨®n econ¨®mica abordada en el franquismo, que, adem¨¢s, significaba el fin de la autarqu¨ªa y el principio de la modernizaci¨®n del pa¨ªs. De golpe, y gracias a aquel programa dinamizador, en el ¨¢rido campo hispano florecieron miles de brotes verdes que dieron lugar al llamado milagro econ¨®mico espa?ol.
El plan era un conjunto de medidas monetarias, financieras, fiscales y de comercio exterior cuyo objetivo era introducir una nueva pol¨ªtica econ¨®mica, contener la inflaci¨®n, mejorar el control monetario, liberalizar la importaci¨®n de mercanc¨ªas y capitales y evitar la suspensi¨®n de pagos a la que se abocaba el pa¨ªs. Se hab¨ªa iniciado en 1957, a partir de un cambio de Gobierno en el que Franco incorpor¨® a ministros ligados al Opus Dei, y cont¨® para su promulgaci¨®n con la bendici¨®n de los organismos internacionales, con los que hubo que negociar durante los dos a?os de gestaci¨®n.
Sard¨¢ fue el padre del plan, alentado por los ministros Ullastres y Navarro
Los Pactos de La Moncloa y la entrada en la UE completan el proceso
Varela: "Pod¨ªa haberse ido m¨¢s deprisa o m¨¢s despacio, o simplemente no haber ido"
En aquellas fechas, Espa?a estaba pr¨¢cticamente en la ruina. Las cartillas de racionamiento, que se hab¨ªan suprimido en julio de 1952, todav¨ªa mellaban en el recuerdo de los espa?oles como un espanto. La suma de intervencionismo, proteccionismo, aislamiento internacional y la alta burocracia imperante desde el final de la guerra hac¨ªan del pa¨ªs un territorio inh¨®spito. Seg¨²n un trabajo de la Oficina de Coordinaci¨®n y Programaci¨®n Econ¨®mica (OCPE), exist¨ªan hasta 999 organismos de intervenci¨®n. Nada m¨¢s y nada menos.
En 1956, la inflaci¨®n, como consecuencia del exceso de oferta monetaria y el dinero barato, se hab¨ªa disparado m¨¢s del 15% y las heladas hab¨ªan estropeado la exportaci¨®n de naranjas. El alza de precios pon¨ªa el r¨¦gimen contra las cuerdas. Para m¨¢s inri, aquel a?o el pa¨ªs se hab¨ªa incendiado por varios frentes, con huelgas en la cuenca minera asturiana y las industrias del Pa¨ªs Vasco y Catalu?a. A ello se unieron las primeras protestas estudiantiles en Madrid, que acabaron con la muerte de un falangista llamado Miguel ?lvarez en extra?as circunstancias tras una contramanifestaci¨®n de sus correligionarios.
Para frenar las protestas, al ministro de Trabajo, Jos¨¦ Antonio Gir¨®n de Velasco, se le ocurri¨® un alza salarial entre un 40% y un 60% que provoc¨® un inevitable aumento de la inflaci¨®n. Adem¨¢s, la balanza de pagos se hund¨ªa por la continua depreciaci¨®n de la peseta y las arcas p¨²blicas se vaciaban de forma dram¨¢tica. Mientras, en el entorno exterior llov¨ªa el man¨¢ del Plan Marshall, del que Espa?a qued¨® excluida.
El cambio era obligatorio, pese a que Franco y los ministros m¨¢s ac¨®litos se opon¨ªan a cualquier viraje. Entre ellos, el secretario general del Movimiento, Jos¨¦ Luis Arrese, que propugnaba una vuelta de tuerca a los principios aut¨¢rquicos. Pero la presi¨®n internacional y esa situaci¨®n de colapso pudieron m¨¢s y Franco dio el brazo a torcer. A instancias de Carrero Blanco, asesorado por su secretario general t¨¦cnico, Laureano L¨®pez Rod¨®, el dictador elev¨® al Gobierno a j¨®venes ligados al Opus Dei, como Alberto Ullastres y Mariano Navarro Rubio. "Franco entendi¨® que lo c¨®modo era meter al Opus en el Gobierno, ni falangistas ni mon¨¢rquicos, que se estaban pegando por la hegemon¨ªa", cuenta el catedr¨¢tico de Historia de la Econom¨ªa Gabriel Tortella, uno de aquellos estudiantes contestatarios.
La llegada de Ullastres y Navarro a los ministerios de Comercio y Hacienda cambi¨® la forma de ver las cosas. "Cre¨ªan en la econom¨ªa de mercado, y eso significaba mirar al exterior por primera vez con voluntad de integraci¨®n mundial", a?ade Tortella. Espa?a se hab¨ªa perdido el Plan Marshall, pero el bloqueo internacional se hab¨ªa relajado por los tratados especiales de 1951 con Estados Unidos y la entrada en la ONU en 1953. La nueva orientaci¨®n econ¨®mica, adem¨¢s, supuso el comienzo del acercamiento a otros organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y la Organizaci¨®n de Cooperaci¨®n y Desarrollo Econ¨®mico (OCDE).
"La ¨²nica manera de salir del marasmo era un plan de estabilizaci¨®n", apunta Luis Perdices, decano de la Facultad de Econ¨®micas de la Universidad Complutense. Navarro y Ullastres se las arreglaron para convencer a Franco de la necesidad de ponerlo en marcha. Seg¨²n los historiadores, el Caudillo insist¨ªa en que hab¨ªa que apretarse el cintur¨®n; pero, ante la tenacidad de los ministros, acab¨® aceptando y despidi¨¦ndose a la gallega con un "hagan ustedes lo que les d¨¦ la gana". Los hombres del Opus recibieron el apoyo de otros ministros, como Jos¨¦ Sol¨ªs, que desde Sindicatos empezaba a convertirse en la sonrisa del r¨¦gimen. M¨¢s tarde lo har¨ªa el de Exteriores, Antonio Mar¨ªa Castiella.
Ullastres y Navarro tuvieron el acierto de nombrar a Manuel Varela Parache y a Juan Antonio Ortiz como secretarios generales t¨¦cnicos de sus departamentos. "Los dos jugaron un papel clave en el proceso de modernizaci¨®n que llevar¨ªa el PE", subraya Luis ?ngel Rojo, que fue uno de los t¨¦cnicos comerciales del Estado reci¨¦n salidos de la facultad que aglutin¨® Varela a su alrededor. Adem¨¢s de Rojo, estaban su hermano F¨¦lix Varela, Jos¨¦ Luis Ugarte, Fernando Fern¨¢ndez de C¨®rdoba y ?ngel Madro?ero , entre otros, "que quer¨ªan hacer algo distinto de repartir licencias de exportaci¨®n", apunta Manuel Varela, que ahora cuenta con 83 a?os.
Enrique Fuentes Quintana, que no hab¨ªa aceptado ser secretario general t¨¦cnico para hacerse cargo del Servicio de Estudios de Comercio particip¨® desde la revista Informaci¨®n Comercial Espa?ola (ICE), que fue un soporte crucial para difundir las ideas liberalizadoras del PE. "Se dio la circunstancia de que se juntaron muy buenos economistas", apunta Perdices.
La intermediaci¨®n de Varela fue esencial; pero quiz¨¢ la figura m¨¢s sobresaliente, en la que unos y otros coinciden en se?alar como padre del plan, fue la de Joan Sard¨¢ Dexeus, un liberal catalanista que hab¨ªa asesorado a Josep Tarradellas en 1937 y que hab¨ªa vuelto del exilio en 1956. A ¨¦l recurrieron los dos ministros del Opus sin importarles su adscripci¨®n republicana. Sard¨¢, exiliado despu¨¦s en el Servicio de Estudios del Banco de Espa?a, era de la generaci¨®n de los ministros, "a los que trataba de t¨²", seg¨²n Varela. Sard¨¢ cont¨® en sus memorias que cuando le llamaron para participar, subray¨® su condici¨®n antifranquista, pero que le contestaron que lo que importaba era hacer el plan.
Sard¨¢, que, adem¨¢s, conoc¨ªa a los responsables del FMI por su labor en el Banco de Venezuela, se volc¨® desde su gabinete con un mensaje claro: "Estamos trabajando para el futuro". "Sard¨¢ fue fundamental, le hicieron caso los ministros, cuyo m¨¦rito fue crear un equipo neutral alejado del franquismo. Hac¨ªamos econom¨ªa, lo que se defend¨ªa por s¨ª misma", sostiene Varela.
Y se comenz¨® a ver la luz. Varela resume en tres los pecados capitales de la pol¨ªtica aut¨¢rquica y sus virtudes contrarias: "Contra inflaci¨®n, estabilizaci¨®n; contra protecci¨®n, apertura, y contra intervenci¨®n, liberalizaci¨®n". El diagn¨®stico estaba hecho; la cirug¨ªa, por hacer. El equipo formado para el plan se meti¨® de lleno en el trabajo. El FMI, al que Espa?a se incorporar¨ªa en 1958, sostuvo que Espa?a pod¨ªa ser un pa¨ªs m¨¢s si hac¨ªa bien los deberes. Una vez incorporada Espa?a, Ullastres fue nombrado gobernador de Espa?a ante el FMI, mientras Navarro lo ser¨ªa ante el BM.
Durante la preparaci¨®n del PE ya empezaron a aplicarse medidas correctoras: se suprimi¨® el sistema de cambios m¨²ltiple, se devalu¨® la peseta en 1957 estableciendo un cambio de 42 pesetas por d¨®lar, se bloquearon los sueldos de los funcionarios y se fren¨® la oferta crediticia con la elevaci¨®n de los tipos de inter¨¦s, inici¨¢ndose tambi¨¦n una peque?a reforma tributaria con la ampliaci¨®n de la base imponible.
"?Qu¨¦ pasa para que en 1958 podamos entrar en el FMI; en 1959, en el BM, e iniciar la aproximaci¨®n a la econom¨ªa mundial que ha durado medio siglo nada menos?", se pregunta Varela. "Primero, que se fue dando cuenta m¨¢s gente de que el camino espa?ol no era el aislacionismo, mientras Europa ten¨ªa progresos notables. La cooperaci¨®n da lugar a integraciones como la CECA en 1951 y la CEE en 1957, que Espa?a no viv¨ªa. Todos los movimientos internacionales no inclu¨ªan a Espa?a y los alumnos de Econ¨®micas nos pregunt¨¢bamos por qu¨¦ ¨¦ramos diferentes. Para el turismo est¨¢ bien decir que somos diferentes, pero en el resto conviene no ser tan diferente", se responde.
Los organismos internacionales crearon unas misiones encabezadas por el franc¨¦s Gabriel Ferras, con el que Sard¨¢ manten¨ªa una relaci¨®n muy estrecha desde sus a?os de exilio. Las reuniones se hac¨ªan en el Banco de Espa?a o en los cercanos hoteles Suecia y Palace. Varela recuerda tambi¨¦n al italiano Ugo Sachetti y Rojo destaca a Bertrand Castoriadis, cuyos informes fueron fundamentales para las bases del PE.
Para Rojo, los contactos con las misiones fueron la mejor ense?anza de econom¨ªa que pudieron tener. El que posteriormente ser¨ªa gobernador del Banco de Espa?a afirma que lo primero que hizo fue un informe sobre la peseta, "que estaba por los suelos, y con Franco convencido de que era cosa de los masones". Posteriormente, Rojo realiz¨® un informe sobre el funcionamiento de los organismos internacionales a los que se quer¨ªa incorporar Espa?a, y despu¨¦s, otro sobre el comercio liberalizado, para lo que tuvo que trasladarse a Londres. "Era un tost¨®n, pero hab¨ªa que hacerlo", dice. "Se ten¨ªa una visi¨®n oscura de lo que era aquello", a?ade.
A finales de 1958, el plan estaba pr¨¢cticamente terminado. "S¨®lo quedaban dos cosas: negociar con los organismos internacionales y convencer a Franco", coinciden las fuentes consultadas. Para lo primero se traslad¨® a Washington una delegaci¨®n formada por Ullastres, Sard¨¢ y Varela, que resolvi¨® el asunto. Lo segundo fue una tarea m¨¢s complicada, de la que se encargaron los dos ministros. "Ten¨ªan que demostrar a Franco que la liberalizaci¨®n del comercio era lo que el pa¨ªs necesitaba primordialmente, adem¨¢s de otras cosas, claro", apunta Rojo. Con m¨¢s sorna, Sard¨¢ dec¨ªa: "Ahora, lo ¨²nico que hay que hacer es convencer al ¨²nico elector". Sard¨¢ sol¨ªa recordar que como nadie se atrev¨ªa a proponerle a Franco un cambio de 60 pesetas por d¨®lar, se convino que Ullastres le dijera que 59, a lo que Franco replic¨®: "?Por qu¨¦ 59?, pongan 60, que es m¨¢s redondo".
A junio de 1959, un mes antes de firmarse el decreto ley, las reservas exteriores s¨®lo alcanzaban los 208 millones de d¨®lares. Es decir, una situaci¨®n de suspensi¨®n de pagos t¨¦cnica. El PE fue la soluci¨®n. Se adoptaron nuevas medidas antiinflacionistas, como restricciones del cr¨¦dito; se fij¨® el citado cambio de 60 pesetas por d¨®lar, hubo varias devaluaciones de la peseta y se liberaliz¨® el comercio exterior.
Fue un ¨¦xito casi inmediato y mayor de lo esperado. Tanto que los diplom¨¢ticos no tardaron en querer apuntarse a caballo ganador. "Es un periodo crucial, no s¨®lo es bisagra econ¨®mica, sino tambi¨¦n pol¨ªtica", dice Tortella, quien destaca que el comercio exterior no llegaba al 5% de la renta nacional. El pa¨ªs se hab¨ªa puesto a crecer. En 1959, como 50 a?os despu¨¦s, el PIB decreci¨®; pero la balanza de pagos tuvo super¨¢vit, las reservas de divisas se incrementaron, la inflaci¨®n se redujo al 2,4% en 1960, se increment¨® la inversi¨®n exterior en Espa?a y el turismo comenz¨® a dispararse. La eclosi¨®n de la econom¨ªa y la apertura de fronteras supuso tambi¨¦n la salida masiva de emigrantes.
El PE signific¨® el fin de la etapa aut¨¢rquica y el comienzo de la segunda parte del franquismo, aunque, pasados unos a?os, se empez¨® a torcer porque a Franco no le gustaba mucho tanta liberalizaci¨®n, lo que acarre¨® gran enfado de los ministros del Opus que hab¨ªan respaldado la apertura, incide Rojo. Afortunadamente, ya no hab¨ªa tiempo para dar marcha atr¨¢s, entre otras cosas, por el deterioro f¨ªsico del dictador. Algunos cr¨ªticos quitan importancia al hecho de que fuera el comienzo de la modernizaci¨®n y subrayan que la integraci¨®n espa?ola en la econom¨ªa y el comercio mundial se financi¨® mediante las inversiones extranjeras y los flujos tur¨ªsticos y las remesas de los emigrantes.
Visto en perspectiva, los Pactos de la Moncloa y la entrada en la UE y la posterior al euro completaron el proceso de construcci¨®n de un pa¨ªs moderno. "Hay que enmarcar los tres acontecimientos en los que los economistas modernizaron la econom¨ªa, al margen del r¨¦gimen pol¨ªtico", subraya Perdices, que se lamenta de que no haya un consenso de igual magnitud en Educaci¨®n.
"Hab¨ªa que tomar el camino de los dem¨¢s. Fue el comienzo de la modernizaci¨®n de las reformas continuas, de una pol¨ªtica que debe ir adapt¨¢ndose constantemente. La econom¨ªa espa?ola, que era claramente subdesarrollada y aislada, pas¨® a ser de las m¨¢s potentes y del conjunto", afirma Varela. "Se pod¨ªa haber ido m¨¢s deprisa o m¨¢s despacio, o simplemente no haber ido", apostilla.
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