Partidos por tres
Las elecciones del pasado 5 de julio configuran un nuevo espacio pol¨ªtico en M¨¦xico. La paradoja es que, siendo el nuevo, es el viejo, y esto por varias razones.
Bajo sus distintos t¨ªtulos (PNR, PRM, PRI), el partido oficial -el Partido de la Revoluci¨®n Mexicana- gobern¨® durante siete d¨¦cadas. Trajo muchos bienes -educaci¨®n, comunicaciones, reforma agraria, industrializaci¨®n, pol¨ªtica exterior- y tambi¨¦n muchos males -cultura autoritaria, ausencia de democracia, corporativismo y, sobre todo, corrupci¨®n-.
Que ¨¦sta -la corrupci¨®n- no era monopolio del PRI lo demostr¨® la oposici¨®n, de derecha y de izquierda, apenas accedi¨® al poder. Los casos son notorios, la lecci¨®n contundente: la corrupci¨®n es el vicio mejor repartido en M¨¦xico. No paso por alto los beneficios que la democracia (incipiente) le trajo al pa¨ªs. S¨ª me parece que la democracia tambi¨¦n acab¨® con la sistem¨¢tica fe en que el PRI era sin¨®nimo de corrupci¨®n.
M¨¦xico necesita una izquierda responsable, moderna, y no s¨®lo rabiosa, demag¨®gica
El triunfo del PRI el 5 de julio merece, por todo lo anterior, ser analizado con cierto grado de desconfianza. Porque, ?cu¨¢l PRI gan¨® la elecci¨®n? ?El PRI socialdem¨®crata, el PRI corporativista, el PRI reaccionario, el PRI personalista, el PRI...? La enumeraci¨®n podr¨ªa seguir. A base de ser, seg¨²n la frase brit¨¢nica, "all things for all men", el PRI carece, al cabo, de una fisonom¨ªa clara. ?Ha sido ¨¦sta la clave de su largo y anciano poder? ?Puede semejante careta persistir en un pa¨ªs, al menos, tripartidista?
Porque hay un PRI modernizante abierto a las corrientes socialdem¨®cratas que hoy caracterizan a los partidos espa?ol (Felipe Gonz¨¢lez, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero), al chileno (Ricardo Lagos, Michelle Bachelet) y aun a los rivales brasile?os (Fernando Henrique Cardoso, Lula da Silva).
Pero tambi¨¦n hay el PRI corporativista, empe?ado en mantener monopolios y privilegios sectoriales, p¨²blicos. As¨ª como un PRI empresarial paralelo, aferrado, a su vez, a pr¨¢cticas ajenas a la diversificaci¨®n y la competencia. Y hay, en fin, un PRI que quiere el poder por el poder, la continuidad de privilegios y el culto de las apariencias: el PRI como anuncio publicitario. Que hay m¨¢s PRIS que estos, lo demuestran las diversas cabezas del Congreso y los gobiernos estatales. ?Hidra o drag¨®n, paloma o ¨¢guila? El PRI -mitolog¨ªa, zoolog¨ªa y aviario- est¨¢ de vuelta.
Hay quienes consideran que Ernesto Zedillo fue un Maquiavelo p¨¦rfido al darle el paso al primer gobierno del PAN. A la luz del poder, el partido de la derecha pas¨® de la beatitud de la oposici¨®n a la responsabilidad de la gobernanza. Confirm¨® con Fox que la ineptitud y la briboner¨ªa no eran de la propiedad exclusiva del PRI. Y con Calder¨®n, que la restauraci¨®n de la moral oficial no siempre coincide con la restauraci¨®n de la eficiencia oficial. Quiz¨¢s, con un gabinete mediocre, el presidente puede verse (y hasta sentirse) m¨¢s fuerte. La f¨®rmula no es v¨¢lida. Dos de los m¨¢s fuertes jefes de Estado, L¨¢zaro C¨¢rdenas y Miguel Alem¨¢n, se rodearon de colaboradores de gran capacidad y personalidad. ?Se sentir¨¢ obligado, a la luz de los hechos, Calder¨®n a renovar y reforzar su gabinete? Beatriz Paredes -el mejor PRI- se niega a un co-gobierno. Pero hay muchos mexicanos -pol¨ªticos, profesionistas, acad¨¦micos- que podr¨ªan conformar un mejor gabinete y una presidencia m¨¢s moderada y m¨¢s modulada.
El hecho es que Felipe Calder¨®n, a los tres a?os de asumir la presidencia, no tiene m¨¢s remedio -como Ernesto Zedillo en la fase final de su mandato- que abrirse a formas de compartir el poder con la oposici¨®n. No hay en ello menoscabo alguno: el poder se ejerce a partir de una realidad cambiante.
?Podr¨¢ la izquierda entender el cambio? El mero 12,5% del voto el 5 de julio confirma el grave descenso de sus fortalezas. Dividida, pulverizada, presa de bizantinas discusiones internas, la izquierda mexicana confirma su anacronismo, sobre todo a la luz de la experiencia socialdem¨®crata que arriba he mencionado. Algunas figuras -Marcelo Ebrard, Amalia Garc¨ªa, el propio Jes¨²s Ortega- parecen entender esto. Pero a¨²n a ellos les falta hacer una proposici¨®n propia, realista: la elecci¨®n del 2006 qued¨® atr¨¢s, Calder¨®n va de salida y la izquierda no puede ser la eterna Ver¨®nica de nuestro Valle de L¨¢grimas pol¨ªtico.
Pero pensar en una pr¨®xima renovaci¨®n de la izquierda es ilusorio: la fragmentaci¨®n es grande, la unidad min¨²scula, la anacron¨ªa evidente. Y, sin embargo, el pa¨ªs requiere, ante el cuadro descrito, una izquierda responsable, moderna, propositiva, y no s¨®lo rabiosa, demag¨®gica o desmayada.
Digo "moderna" y pienso en la formaci¨®n partidista de un centro-izquierda socialdem¨®crata y de un centro-derecha dem¨®cratacristiano. ?sta es la regla l¨®gica y ser¨ªa el partidismo para el siglo XXI. Deja que los extremos se manifiesten en los extremos, pero que las posiciones centrales las ocupen la seriedad pol¨ªtica, sujeta a la ley y a la alternancia.
Las elecciones del 5 de julio demuestran lo lejos que M¨¦xico se encuentra todav¨ªa de esta regla de convivencia. El tripartidismo es confuso y est¨¦ril.
Carlos Fuentes es escritor mexicano.
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