El secarral
Tenemos un r¨¦gimen de lluvias muy irregular y hace ya muchas semanas que las nubes no roc¨ªan la geograf¨ªa valenciana. El suelo de nuestras comarcas del interior, de su natural abrupto, se torna ¨¢spero y duro durante los periodos secos veraniegos. La humedad brilla por su ausencia y entonces aparecen los vientos de Poniente que recogieron hasta llegar aqu¨ª todos los calores y toda la sequedad de las tierras peninsulares. Con el abrasador poniente aparece tambi¨¦n en la escena el descalabazado que enciende el f¨®sforo porque disfruta con el ardor de las llamas; aparece la chispa del tendido el¨¦ctrico que rod¨® por los suelos, o aparece cualquier otro accidente fortuito. Y no se descarta en alguna ocasi¨®n la mano imprudente que quema rastrojos o la mano criminal que amaga intereses de cualquier tipo. El resultado siempre es el mismo: un paisaje de estacas ennegrecidas y cenizas en lo que horas antes era una de nuestras escasas manchas verdes mediterr¨¢neas. Ni la sequ¨ªa, ni el Poniente abrasador, ni el fuego, ni el humo que penetra por las rendijas de nuestras puertas y ventanas, ni la desolaci¨®n, ni la pena, ni la impotencia son una novedad. Aunque un grito de protesta ante la acci¨®n destructora del fuego se queda, como las letrillas del cante jondo, sin destinatario social. Con el fuego que hace desaparecer nuestras manchas verdes, perdemos todos. El pino, la carrasca y el matorral no nos necesitan y, sin embargo, nosotros necesitamos hasta la humilde mata de tomillo que crece a duras penas en nuestro secarral.
No es el fuego que apareci¨® estos d¨ªas en las comarcas castellonenses y en las comarcas centrales valencianas el ¨²nico motivo de una determinada desaz¨®n veraniega, antes del descanso y la necesaria pausa anual. Las llamas deterioran los espacios f¨ªsicos y a poco que las lluvias oto?ales nos visiten, el tomillo intentar¨¢ t¨ªmidamente brotar. Mucho m¨¢s dif¨ªcil, de momento, es que aparezcan brotes verdes en los espacios de convivencia que se han deteriorado en los ¨²ltimos tiempos en estas tierras valencianas, maltratadas por el Poniente. Ah¨ª est¨¢ sin ir m¨¢s lejos el tema de la manipulaci¨®n de los censos electorales que convierten la democracia en algunos de nuestros pueblos en un secarral m¨¢s penoso que el causado por las llamas. El hecho se denunci¨® ya poco antes de las ¨²ltimas elecciones auton¨®micas y municipales. Y en las comarcas norte?as valencianas, como con el fuego, nos llevamos la peor parte. En localidades como Fanzara, Argelita, La Salzedella, La Vall d'Alba o Cabanes aparecieron empadronamientos masivos que a todas luces pudieron alterar los resultados electorales. Pucherazos a lo siglo XIX, cuando entramos ya hace tiempo en el XXI y nos creemos en una democracia consolidada en la Uni¨®n Europea. Ahora, y a Dios gracias, la secci¨®n segunda de la Audiencia provincial de Castell¨®n ha reabierto el caso, empezando por Cabanes, porque los magistrados ven algo m¨¢s que posible que se manipul¨® el censo. En Cabanes se empadronaron 40 personas poco antes de las elecciones, domicili¨¢ndose en casas o locales del alcalde y de otros dirigentes locales del PP. La Administraci¨®n de Justicia que archiv¨® el caso hace unos meses, lo ha reabierto porque hay algo m¨¢s que indicios de algo il¨ªcito y penal. Tan provechoso para la democracia como la lluvia suave sobre las tierras calcinadas, ser¨ªa que la Justicia llegara hasta el fondo en la investigaci¨®n de la manipulaci¨®n de los censos. Con el chanchullo y la manipulaci¨®n perdemos todos, incluidos los barones locales de la derecha protagonistas de la manipulaci¨®n. Porque si castran la democracia y la libre voluntad de los votantes de sus localidades, est¨¢n castrando la democracia y la libre voluntad pol¨ªtica de sus nietos cuando tengan que acudir a las urnas. Esperemos que jueces, fiscales y magistrados desempe?en la misma funci¨®n que los bomberos y las avionetas para apagar el fuego en el secarral democr¨¢tico.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.