Ha llegado el momento de la historia
El ¨²ltimo a?o ha sido testigo de la muerte de tres pensadores europeos extraordinarios, que asumieron un profundo compromiso con la vida p¨²blica de su ¨¦poca. Los libros que publicaron sobre historia, filosof¨ªa, sociolog¨ªa y pol¨ªtica llenar¨ªan varias estanter¨ªas. En momentos cruciales, en 1956, 1968, 1989, su compromiso pol¨ªtico ayud¨® a construir la historia de Europa. Cada uno de ellos ten¨ªa una mente que era una maravilla observar en acci¨®n, pero tambi¨¦n una personalidad rica, compleja y vital. Adem¨¢s de sentir el dolor de su p¨¦rdida, creo que su desaparici¨®n tiene un significado m¨¢s amplio.
Con ellos, desaparece la ¨²ltima cohorte de europeos que se formaron con los horrores de la Segunda Guerra Mundial y la posguerra en Centroeuropa. Unas personas que entend¨ªan en sus entra?as por qu¨¦ necesitamos una Europa de libertades y leyes, porque, de adolescentes y j¨®venes, fueron testigos de todo lo contrario. Ahora, nosotros, los hijos de una ¨¦poca m¨¢s afortunada, debemos sostener esa Europa sin el impulso elemental que nace de la experiencia personal.
Est¨¢ desapareciendo la ¨²ltima generaci¨®n de europeos que vivi¨® la II Guerra Mundial
Europa es situar la dignidad y la libertad en el primer lugar, en el ¨²ltimo y en el intermedio
No es que hablaran a menudo ni de buen grado de sus encuentros juveniles con el mal. M¨¢s bien al rev¨¦s. Lo hac¨ªan con poca frecuencia y a rega?adientes. De modo que hay algunas cosas, entre ellas seguramente los peores horrores, que nunca sabremos... y que no tenemos derecho a saber. Sin embargo, en sus ¨²ltimos a?os, s¨ª nos dejaron, en fragmentos autobiogr¨¢ficos y pedazos de conversaci¨®n, algunos atisbos de la gehena, el infierno del que naci¨® la Europa actual.
Quien vivi¨® lo peor fue el que dej¨® menos testimonio. S¨®lo en breves pasajes y en conversaciones infrecuentes con amigos cercanos habl¨® Bronislaw Geremek -historiador medieval convertido en asesor de Solidaridad y ministro de Exteriores de Polonia, que muri¨® en un accidente de autom¨®vil el verano pasado- sobre la vida y la muerte que hab¨ªa presenciado de ni?o en el gueto de Varsovia. "Cerr¨¦ esa caja con llave", dijo en una ocasi¨®n, cuando se lo pregunt¨® un entrevistador bienintencionado.
En una larga conversaci¨®n autobiogr¨¢fica, publicada en polaco hace un par de a?os, Leszek Kolakowski -fil¨®sofo, historiador de las ideas, analista, cr¨ªtico y coautor del desmantelamiento del comunismo, que muri¨® en Oxford la semana pasada- recordaba su experiencia de la guerra en la Polonia ocupada. C¨®mo le enviaron a trabajar, a hacer juguetes de madera, cuando ten¨ªa 15 a?os. C¨®mo, despu¨¦s de que los ocupantes alemanes cerrasen las escuelas, se educ¨® a s¨ª mismo leyendo en una biblioteca medio saqueada. (Contaba, en broma, que de la enciclopedia sab¨ªa todo de la A, la D y la E, pero nada de la B y la C, porque los campesinos locales hab¨ªan cogido esos vol¨²menes para encender fuego). Relataba
c¨®mo vio con sus propios ojos el tiovivo que sigui¨® funcionando en la plaza Krasinski de Varsovia mientras all¨ª cerca ard¨ªa el gueto y "en el aire flotaban trozos carbonizados de ropa" (una escena inmortalizada por Czeslaw Milosz en su poema Campo di Fiori). C¨®mo, cuando ve¨ªa un avi¨®n bajo, ten¨ªa la sensaci¨®n instintiva -incluso cuando era anciano y viv¨ªa en Inglaterra- de que en cualquier momento iba a empezar a arrojar bombas. Y c¨®mo los ocupantes alemanes de Varsovia detuvieron y asesinaron a su padre en 1943.
Curiosamente, fue el reticente y discreto alem¨¢n del norte Ralf Dahrendorf -el pensador social, pol¨ªtico y educador germanobrit¨¢nico, que muri¨® el mes pasado- quien dej¨® un testimonio m¨¢s amplio sobre los a?os de la gehena en Europa.
Su padre, un pol¨ªtico socialdem¨®crata, fue detenido por su participaci¨®n en el plan del 20 de julio de 1944 para atentar contra Hitler y a duras penas consigui¨® salvar la vida. A los 15 a?os, Dahrendorf se incorpor¨® con unos compa?eros de colegio a un movimiento de resistencia antinazi y fue detenido por la Gestapo. (Los conspiradores, que eran muy estudiosos, se escrib¨ªan mensajes unos a otros en lat¨ªn, con la idea de que los matones de la polic¨ªa secreta no podr¨ªan leerlos, pero la Gestapo encontr¨® una soluci¨®n f¨¢cil: detuvieron al profesor de lat¨ªn).
A?os despu¨¦s recordaba que aquellos 10 d¨ªas de prisi¨®n incomunicada despertaron en ¨¦l ese "anhelo casi claustrof¨®bico de libertad, esa resistencia instintiva a verme encerrado, por el poder personal de los individuos o por el poder an¨®nimo de las organizaciones" que ser¨ªa durante toda su vida la base de su pasi¨®n por la libertad.
En unas memorias escritas en alem¨¢n y tituladas ?ber Grenzen (que significa al mismo tiempo "a trav¨¦s de las fronteras" y "sobre las fronteras"), ofrece la visi¨®n inolvidable de un campo de prisioneros de la Gestapo a trav¨¦s de los ojos de un chico de 15 a?os. En una ocasi¨®n, alinearon a los presos para que presenciaran la ejecuci¨®n de uno de ellos por robar 200 gramos de margarina. Colgaron al hombre, escribe Dahrendorf, "de una forma terriblemente cruel y tuvimos que contemplar la larga agon¨ªa".
Aquellos tres j¨®venes de talento excepcional pod¨ªan muy f¨¢cilmente haber acabado asesinados, arrojados a la pira de la loca autodestrucci¨®n de Europa, como acabaron muchos de sus amigos y familiares. Pero lograron seguir adelante, con una vida larga y plena en la que crearon una obra de valor duradero. Cada uno de ellos contribuy¨®, con inteligencia, claridad, valor y sentido del humor, a la Europa libre en la que hoy vivimos.
No crean que los tres profesores pensaban lo mismo de la Uni¨®n Europea. Ni mucho menos. Geremek era un aut¨¦ntico entusiasta del proyecto de integraci¨®n de Europa. Nunca olvidar¨¦ una ocasi¨®n en la que Bronek (como le llamaban sus amigos) se volvi¨® hacia m¨ª en un pasillo del Parlamento polaco y me dijo: "Para m¨ª, Europa es una especie de esencia plat¨®nica". Cre¨ªa tanto en el ideal como en la realidad. Y acab¨® su vida como miembro del Parlamento Europeo.
Dahrendorf era sin duda lo que en el Reino Unido llamamos un "proeuropeo" y hab¨ªa sido comisario, pero en sus ¨²ltimos a?os empez¨® a criticar bastante c¨®mo estaba evolucionando la UE. Su Europa siempre fue una Europa de libertad, y ¨¦se era el criterio con el que med¨ªa la Uni¨®n.
Kolakowski era francamente esc¨¦ptico ante lo que consideraba tendencias homogeneizantes del proyecto de la UE. Aunque reconoc¨ªa las claras ventajas de la Uni¨®n, ten¨ªa miedo de que salieran perdiendo la identidad nacional y la diversidad cultural. En muchas conversaciones vespertinas en Oxford, sol¨ªa tomarme el pelo por mi entusiasmo europe¨ªsta.
Su escepticismo podr¨ªa atribuirse a sus casi 40 a?os de residencia en las Islas Brit¨¢nicas, salvo que no creo que el Reino Unido ejerciera nunca una gran influencia sobre ¨¦l. Pero s¨ª cre¨ªa, con una convicci¨®n apasionada, que Europa central, desterrada tras el Tel¨®n de Acero, deb¨ªa incorporarse a la gran familia de la Europa libre, y contribuy¨® a ese fin, tanto con su desmantelamiento intelectual del comunismo como con su pensamiento estrat¨¦gico sobre c¨®mo salir de ¨¦l.
Cuando hablamos de Europa, no estamos hablando de las instituciones concretas de Bruselas. Hablamos de la totalidad de un sistema legal, pol¨ªtico y econ¨®mico, una forma de sociedad, un esp¨ªritu ¨¦tico, un compromiso, que, a trav¨¦s de unas naciones europeas distintas, sit¨²an la dignidad y la libertad individual del ser humano en primer lugar, en el ¨²ltimo y en el centro. ?sa es la Europa en la que los tres cre¨ªan y por la que lucharon.
Mi conclusi¨®n es sencilla, aunque nada f¨¢cil de trasladar a la pr¨¢ctica. En la medida en que ya no podemos depender de los recuerdos personales, ni siquiera de los contactos directos con la ¨²ltima de las generaciones de la guerra, necesitamos que en nuestras escuelas se ense?e m¨¢s y mejor historia. Una Historia para todos. Una Historia que, para que resulte cercana, debe recurrir a experiencias humanas individuales. Un buen profesor podr¨ªa empezar con estas tres: las de Bronek, Leszek y Ralf.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
Timothy Garton Ash es catedr¨¢tico de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford y profesor titular de la Hoover Institution en la Universidad de Stanford.
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